Calamares no pero ¿porno sí?

Tenía que llegar el día porque seguro que os habréis dado cuenta que nos movemos por polémicas en este país y la del calamar lleva varias semanas entre nosotros, así que tenía que llegar y llegó el momento de hablar de esto aquí. Calamares no pero porno sí, ese podría ser el título no sólo de este post sino de la reacción de muchas personas en muchos hogares, sin darse cuenta, es verdad, pero quizás enfocando con mucho énfasis en uno y dejando la puerta abierta al otro y a más.

Vamos por partes a ver si con tanta tinta de calamar no vemos lo que tenemos delante de nuestras narices.

¿Qué demonios es El Juego del Calamar?

Por si alguna anda un poco despistada o lleva sin meterse en alguna red social desde hace semanas os pongo en antecedentes. El juego del calamar es una serie coreana de seis capítulos que lo ha petado. Literalmente.

Ha sido la gran sorpresa para Netflix. No se esperaba este exitazo ni en el mejor de sus sueños.

Una producción que según algunas filtraciones a la plataforma le ha costado 18 millones de euros y que en su primer mes en la parrilla ha sido vista por más de 111 millones de usuarios en todo el mundo. A poco que le demos a la calculadora nos damos cuenta de que ha ganado mucho, mucho, mucho dinero Netflix con esta serie. Pero mucho, mucho.

¿Y qué tiene de malo? Pues debe de tener muchas cosas muy malas si tenemos en cuenta que la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid y el Consell d l’Audiovisual de Catalunya han recomendado que se “impida a los menores” a que la vean.

La serie, en la plataforma, está recomendada a partir de los 16 años.

Los niños la han visto, muchos niños la han visto. Quizás porque se llamaba “el juego de..” pues a algunos padres se les coló y la vieron, como pasó al principio con Los Simpsons que como era dibujos animados pues muchos niños los vieron y se lió pardísima ¡qué poco nos acordamos de algunas cosas!

El caso es que muchos niños la han visto y sino entera pues han visto trocitos en TikTok (porque muchos niños usan esta red social a diario aunque tampoco tengan la edad..) o se la han contado en el recreo otros niños que la han visto porque tienen hermanos mayores o porque la han visto con sus padres o qué sé yo. El caso es que entre unos y otros, más o menos todos saben no sé qué de las galletas, de la muñeca y de las canicas.

No, yo no la he visto ¿se nota, verdad? pero mis hijos sí, los dos, la han visto a veces juntos y a veces por separado, uno por edad ya puede verla pero al otro aún le faltan un par de años o tres para poder verla “legalmente” pero sí, ambos la han visto. Y me han contado secuencias y las hemos comentado y nos hemos reído o no, las he criticado, las han hablado entre ellos. Lo normal en casa, sinceramente.

Y por poner sólo otro ejemplo, también hemos visto otra serie como “Élite”. Los tres, a esta también me apunté yo y sí, a mí también me parece incluso más preocupante que la del cefalópodo.

Estamos un pelín tensos, eso es verdad y claro, nos llega esto así de repente y sin avisar y nos ponemos la venda, la escayola y lo que haga falta antes de que nos hagamos ninguna herida y no sé si eso es sano.

Pero claro, es que venimos de una revisión de los clásicos de Disney para no herir sensibilidades. Venimos de carteles antes de “Los Aristogatos” para que no se ofenda nadie. Venimos de revisar productos audiovisuales que tienen más de cincuenta años no vaya a ser que alguna sensibilidad se vea oprimida.

Tanta revisión, tanta amabilidad mal entendida, tanto revisionismo mojigato nos ha pillado con el paso cambiado cuando ha llegado el calamar coreano.

Y para rizar el rizo nos asustamos de que los niños jueguen imitando lo que se hace en la serie de moda porque claro, ninguna de nosotras ha jugado a ser “Los Ángeles de Charlie” o “Verano Azul” o “Bola de Dragón Z” o cualquier otro personaje o historia de cualquier otra serie de nuestra más tierna infancia.

¿Y qué hacemos ahora?

Pues prohibirlo todo: no se juega al escondite inglés, no se viste con un chandal verde ni en Halloween ni en ningún otro momento, no se comen galletas con dibujos, no se pintan los símbolos de la play,… ¿de verdad creemos que esa es la solución?

Sí, lo creemos porque nos da seguridad, porque lo que nos asusta en el fondo es que tenemos que ayudar a crecer a nuestros hijos y eso nos pone tensos y con razón, eso sí que es una prueba chunga y no las del calamar. Pero es lo que toca.

A lo mejor toca hablar con ellos viendo la serie y comentar cómo está hecha, lo que simboliza y qué piensan ellos al verla porque sí, es violenta pero ¿es que no juegan a juegos violentos vuestros hijos cuando echan un Fornite o un Valorant o lo que sea, con sus amigos?¿no jugabais vosotras al balón prisionero y a veces os llevabais unos balonazos de esos que picaban?¿y os prohibieron alguna vez jugar a esos juegos?¿no jugabais a distintas derivaciones de policías y ladrones, haciendo equipos que se perseguían y se escondían unos de otros?¿no habéis jugado nunca al escondite inglés?

A lo mejor toca preocuparnos también por otros aspectos a los que están expuestos a edades muy tempranas o demasiado solos y que van a tener un efecto muy perjudicial para sus vidas: por ejemplo el porno.

Sí, según la Agencia Española de Protección de Datos, los niños de ocho años están viendo porno en nuestras casas.

Nuestros hijos tienen acceso a contenido pornográfico y muchos de ellos lo están viendo y nadie está tomando medidas, ni se ha puesto el grito en el cielo.

Además, según datos de la AEPD también, un 20% de los jóvenes presenta síntomas de adicción a las nuevas tecnologías pero parece que eso nos preocupa menos que el rollo del calamar coreano, al menos de momento, ahora que podemos atajarlo no hacemos mucho, cuando ya sea un problema real lo mismo entonces las autoridades que ahora quieren que los padres impidan a sus hijos que vean la serie, entonces se pondrán a pensar qué pueden hacer para solucionar el problema.

Cada uno en su casa hace lo que cree mejor para todos, parto de ahí y quizás lo mejor no es prohibir sino hablar, conocer, quizás lo mejor es estar pero claro ¿quién puede estar todo lo que necesitaría con sus hijos si nos han vendido la milonga del tiempo de calidad versus cantidad de tiempo?

Es que habría que limpiar mucha tinta de calamar para ver dónde realmente empieza el problema de que nuestros hijos vean lo que no deben.

Pilar Fonseca

Primero fui mujer, después periodista, luego esposa y ahora además de todo eso madre. Esto último me obligó a reorganizar todo lo anterior.
Me gusta escribir y comunicar.
Disfruto con un buen libro, una buena película, una buena serie, un buen viaje y una buena charla con amigos.
Podría alimentarme sólo de queso y chocolate acompañados de un buen vino, una que es mujer de gustos sencillos.

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