La penetración: buscando la piedra filosofal del placer femenino

Del latín penetrare, la RAE lo define como la acción de introducirse un cuerpo en otro, o de poseer, en el sentido de tener una relación carnal. Como se puede observar, la definición oficial deja bastante que desear puesto que se puede tener relación carnal con otra persona sin necesidad de que exista penetración (piénsalo :D)

Sin embargo, lo cierto es que en la cultura heteronormativa en la que estamos inmersos, se tiende a creer que una relación sexual completa incluye de forma indefectible la penetración, y es más, se considera que el acto “acaba” cuando el hombre eyacula durante o tras la penetración. Pongo un ejemplo para evidenciar el error de concepto: cuando en una pareja heterosexual el hombre tiene dos eyaculaciones fruto del coito, se dice que “han echado dos polvos”, y se afirma esto aunque, por ejemplo, el hombre haya tenido dos eyaculaciones más a través del sexo oral e incluso aunque ella no haya disfrutado de ningún orgasmo.

La teoría

Esta centralización del sexo hetero en el coito (lo que vulgarmente conocemos como “mete-saca”) tiene mucho que ver con el hecho de que en nuestro sistema sociocultural se haya concebido tradicionalmente el sexo en su papel de reproductor y de obtención de placer masculino. Como explica la sexóloga Ester Álvarez, “vivimos en una sociedad patriarcal y falocentrista donde los genitales definen y diferencian, absurdamente, si eres hombre o mujer, y la virilidad de los hombres se mide por su pene, nada más alejado de la realidad”.

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Lo cierto es que la mayoría de las mujeres llegan al orgasmo mediante la estimulación del clítoris, y no hace falta ser un experto en anatomía para entender que en el coito el pene no lo estimula de forma directa. Por eso no son pocos los textos que se pueden encontrar en internet criticando el coito como base de la relación heterosexual, quizá de los más contundentes el grito de “El coito apesta”.

La práctica

Sé lo que estás pensando: que a ti el coito te gusta. Que quizá no llegas al orgasmo a través de la penetración, pero que la disfrutas. Que a veces llegas al clímax con los juegos preliminares y eso te basta. O que mientras dura el coito sigues estimulándote el clítoris para alcanzar la cima. O, en el peor de los casos, que rara vez llegas al orgasmo con tu pareja, pero que también te parece absurdo centrar toda la relación sexual en “llegar o no llegar” como si fuese una estúpida competición.

Yo creo que ya va siendo hora de que dejemos de quejarnos de los hombres con frases huecas del tipo “es que van a lo suyo”, “es que con el coito nos dominan y nos contabilizan” y “es que nos les interesa darnos placer”, y comencemos por escucharnos a nosotras mismas y sobre todo por hacernos escuchar (y respetar).

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¿Cómo van a aprender a darnos placer si fingimos orgasmos, si no les decimos qué es lo que queremos? Para ello es necesario dirigir la mirada a nuestra cuerpo y explorarlo solas o en compañía.

La penetración coital puede ser tremendamente satisfactoria para la mujer sin pagar el peaje de pasar irremediablemente por el clítoris, pero para ello hay que estimular la próstata femenina que se aloja en la pared vaginal superior, a dos o tres centímetros de la entrada. Si esa zona es debidamente estimulada, podemos alcanzar el orgasmo y además del tipo eyaculatorio (squirting). Con lo dicho, es obvio que las penetraciones profundas no van muy bien encaminadas a estos efectos…

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Pero penetración es mucho más que coito, y es que además del miembro viril, pueden acceder a nuestra vagina otras cositas, como los dedos, los vibradores de los que ya hablamos aquí y todo lo que se os ocurra introducir con las debidas condiciones higiénicas.

Y podemos pasar de la penetración a los juegos del tipo que sea y volver al coito, y juguetear de nuevo… No importa en qué momento alcancemos el clímax, ni cuántas veces, importa que disfrutemos de verdad.

Así que si para nosotras el coito apesta, si sigue siendo un “trámite” por el que hay que pasar con más o menos gloria, es porque algo está fallando en nuestra alcoba. La buena noticia es que hay margen de maniobra: podemos cambiar de posturas, de intensidades, buscar el punto G con penetraciones menos profundas y sobre todo, podemos mirar a nuestra pareja a los ojos y dejar que la piel hable su lenguaje…


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Una reflexión final

Está claro que los hombres lo tienen más fácil para alcanzar el placer máximo a través de la penetración. Es un mecanismo bastante más sencillo que el nuestro. Pero eso no les convierte en insensibles a nuestras necesidades. De hecho, si hablas de esto con tu pareja (sea estable u ocasional), verás lo importante que es para él que disfrutes de vuestros encuentros. Así que lo que no deberíamos es fingir, bajo ningún concepto, ni escudarnos en estereotipos de género para no tomar las riendas de nuestro propio placer, ni rendirnos, ni creer que somos unas frígidas a las que les cuesta llegar.

No deberíamos conformarnos con lo que tenemos si no estamos seguras de que es la mejor versión de lo que podemos alcanzar (aplicable al sexo y a cualquier ámbito de nuestras vidas).

Penetrar. Llegar a un cuerpo a través de otro. Fusionarse en uno solo.

Merece la pena echar toda la carne en el asador.

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Imágenes via Giphy,  Wikimedia Commons y Pixabay

Colaboraciones MMM

Este post ha sido escrito por una colaboradora puntual de Mujeres y Madres Magazine. Aquí os damos voz para que la vuestra llegue lejos.
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3 comentarios

  1. ¡Qué bien escribes amiga!
    Tienes toda la razón. Las mujeres tenemos que hacernos dueñas de nuestra propia sexualidad.
    Además, creo que a los hombres no hay nada que les excite más que hacer sentir placer a su chica, así que nada de fingir!!

  2. Fingiría si no te dijera que la simple lectura me ha transportado por un momento a mi alcoba….a la par que ha tras-tocado una PARTE de mi, por no encontrar en la contra-PARTE la corresponsabilidad que el asunto exige….aunque como no soy de las que se rinde tan fácil… iremos por PARTES, buscando los estímulos que me ayuden a encontrar la piedra filosofal del placer. Y para placer, el leerte…amiga.

  3. Efectivamente, en el sexo, como en todo, es muy importante la comunicación. Nadie nace sabiendo y tu pareja no tiene porqué saber lo que te gusta si no se lo dices ¿no? Muy buen artículo 😉

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