Mujer, madre y trabajas online: estos son tus pecados capitales

¿Cómo sería nuestra vida si no tuviésemos internet en el trabajo? ¿Seríamos más o menos productivas? ¿Iríamos a trabajar más contentas? ¿Hablaríamos más con nuestros compañeros? Son preguntas que lanzo al aire después de haberme psicoanalizado en más de una ocasión y de estudiar el comportamiento en mi entorno.

Sintetizando, creo que las mujeres que trabajamos delante de un ordenador y con una conexión a internet, tenemos mucho que confesar. Estos son nuestros pecados capitales:

1. La ira

Lo lógico es pensar que las personas que trabajan con el ordenador, y más si lo hacen en una oficina, no están llamadas a sentir ira. Así a priori parece que la ira es una emoción más propia de aquellos profesionales que están sujetos a las inclemencias del tiempo, del tráfico, de los clientes, de los pacientes…

Pero no, no nos salvamos. Tú tampoco te salvas.

– Ira es lo que sientes cuando para una vez que no guardas los cambios del documento, se va la luz.

– Ira es lo que te produce que tu ordenador se quede colgado justo cuando estás inspirada y/o tienes doscientas páginas del explorador abiertas.

– Ira es lo que sientes cuando te das cuenta que has machacado un documento encima de otro sin renombrarlo y que te va a tocar reescribir el primero.

– Ira es lo que te produce una llamada de quien no quieres y de la no puedes huir (si no coges, sospecharán y será mucho peor)

Podría seguir dando ejemplos pero… Es bueno saber parar.

2. La lujuria

La RAE la define como apetito desordenado de los placeres carnales. Yo normalmente soy ordenadita en mis quehaceres, pero Facebook me lo pone muy difícil. No penséis mal o bien – según se mire-, no hablo de practicar cibersexo ni nada parecido, aunque las ostras del messenger parecen invitar(me) a ello. El problema viene con la publicidad patrocinada que nos cuela el amigo Zuckerberg-

lovoo
OIOIOIOIOIO….

¿Qué quieres que diga? Yo veo estas fotos e intento redirigir y mi focalizar mi atención en el documento Word de turno pero me entra el síndrome Rita Barberà… Ay, ay el caloret….

3. La Gula

Sigues tecleando tu soporífero documento y entonces caes en la cuenta de que dentro de ¡cuatro meses y tres días! es el cumpleaños de tu hijo y no tienes nada preparado. Una excusa como otra cualquiera para abrir nuevamente el Mozilla o el Google Chrome y googlear “recetas emparedados fiesta infantil” y así en bucle. El problema es que vas descubriendo blogs de cocina interesantes, y empiezas a ver fotos de entrantes, sopas y guisos que quitan el sentido. Entonces, se te ocurre que ese mismo sábado es un gran día para dejar a tu familia con la boca abierta con una comida especial. Así que ya si eso, te pones a confeccionar una lista de la compra…

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4. La Avaricia

Ya eres una internauta consolidada. Has conseguido “pasar de largo” cuando ves en tu buzón la newsletter de Privalia y la de Vente Priveé, la de Deivrip y la sumsu corda. Sí, vale, tu marido tenía razón: tienes ropa por encima de tus posibilidades, y de los niños mejor ya ni hablamos. Así que evitas tratas de evitar las compras compulsivas. La avaricia es mala, el consumismo es malo… Tú eres más fuerte.

Pero una mañana una amiga te manda un whatsapp con el pantallazo de un conjunto precioso que le acaba de comprar a su hijo por internet en un megachollo. Te encomiendas a todos los dioses del universo, miras al techo, miras tu móvil, miras a la pantalla del ordenador. Uf, uf, ¿Y si es la oportunidad del siglo? ¿Y si es la compra del mes, digo del año? Y piensas: “solo voy a echar una ojeada”, pero ¡tsch!, nadie dijo que esto fuera a ser fácil… Así que minutos más tarde tecleas sin rubor la contraseña de tu cuenta de PayPal.

Amigas cuquis del mundo, ¡sois el mal! Alguien tenía que decirlo.

5. Pereza

A media mañana tienes la cabeza en plan encefalograma plano, necesitas tu dosis de café pero todavía es un poco pronto para parar.

Pufffffffffff…

Focalizas de nuevo el documento de word que tienes abierto, pero en tu mente restalla como un relámpago una idea: “voy a echar un vistazo a Facebook / Twitter/ Instagram”. Nah, un momentito de nada…

Un momentito, sí.

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Lo justo para ver tropecientas publicaciones, chorrocientos estados de tus amigos, pseudoamigos y conocidillos, participar en los hilos de dos grupos de Facebook, contestar a cuatro privados y leer cinco o seis posts que tus contactos habían enlazado.

Glups. Hora de tomar el café. “Después, con las pilas recargadas, me pongo a tope con el trabajo”.

Mientes y lo sabes. Las tentaciones son más fuertes que tú.

 6. Envidia

Se dice que la envidia solo envenena a quien la proyecta. El problema es que las oficinistas vivimos rodeadas de toxicidad y ¡no podemos escapar!

– Envidia de los que trabajan al aire libre, con la luz del sol acariciando su piel
– Envidia de los que trabajan cara al público, porque se entretienen con sus vidas.
– Envidia de la compañera que se va de vacaciones y te manda un correo diario con las calas recónditas que descubre cada mañana.
– Envidia de la compañera que no se va de vacaciones, sino que vive de vacaciones. ¡Y vaya cómo se lo vive!
– Envidia de todos tus contactos de Facebook que cuelgan instantáneas de sus vacaciones, smoothies, playas, gintonics, hotelazos, piscinas, charcos, lagos, manguitos…

Todo lo que huele a mar, siesta y bronceador solar te produce una envidia insana.
En realidad todo lo que te recuerda que hay vida más allá de las cuatro paredes de tu oficina te produce envidia.

envidia-vacacionesGrrrrr… Es que hasta con cara de sapo está guapa (pensamiento envidioso)

7. Soberbia

Este es pecado capital menos recurrente en tu día a día. Solo tienes algún que otro conato y generalmente se producen cuando alguna otra persona te dice sin anestesia: “¿Trabajas en una oficina? Bleh, yo no podría, qué sopor, qué soporrrrr”.

Entonces sueltas la artillería pesada de un discurso ampliamente elaborado sobre las ventajas de tu trabajo: “no corro peligro de muerte, no paso frío ni calor, puedo hacer planes a largo plazo, me pagan a final de mes”… Y toda esa teoría negacionista, que consiste básicamente en NEGAR LLENA DE SOBERBIA Y CON LOS OJOS EN BLANCO tus seis anteriores pecados capitales como oficinista.

 

Imágenes via Pixabay

Colaboraciones MMM

Este post ha sido escrito por una colaboradora puntual de Mujeres y Madres Magazine. Aquí os damos voz para que la vuestra llegue lejos.
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5 comentarios

  1. Yo tengo alguna referencia que puede acabar de un plumazo con tus 7 pecados capitales… Te lo mando??

  2. Pecados, pecados, pecados¡¡¡¡¡….que carajos….Internet lo único que hace es actualizarlos….han pasado muchos lustros desde que fueron descubiertos…y toca darles un tanto de vidilla……así que puestos a compartir, que sean pecados de estos y a seguir PECANDO¡¡¡¡

  3. ¡Qué razón tienes amiga!!
    En el ordenador las tentaciones y distracciones son constantes jeje

  4. ¡Qué gran verdad!

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