Tengo cursitis

Hola, me llamo Let y tengo cursitis. ¿Os habéis reído? Decidme que no, que para mí esto es serio. No sé si mi “enfermedad” proviene de la cantidad de años que llevo diciendo que “sólo” soy licenciada en Periodismo -como si los seis años que me chupé de carrera hubieran sido un caminito de rosas lleno de “marías” que me aprobaron porque sí- o del afán de titulitis que nos domina en la actualidad, pero lo cierto es que pienso en reciclarme, actualizarme y formarme constantemente.

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Viva la formación online que vacía nuestras estanterías

Síntomas de la cursitis

El principal, y más llamativo, es la necesidad urgente e imperiosa de apuntarte a cualquier curso que se te ponga por delante. Da igual si es de petit point o de cómo leer más rápido, según llega a ti la posibilidad te sientes convencida de que ese curso tiene que ser tuyo. LO NECESITAS. Bueno, te sientes convencida tú y tratas de convencer a todo el que se te ponga por delante y te diga lo contrario. Imaginemos un diálogo entre, digamos, mi madre y yo:

  • Ay, mamá, que ha salido un curso de Crochet gratuito para hacer online y creo que me voy a apuntar.
  • Pero, hija, si tú eres de esas zurdas que siempre giran al revés en la clase de zumba… como no tengas un profesor que te lo diga en vivo y en directo no lo veo.
  • Mamá, qué cosas tienes, si yo me entero perfectamente, que me chocase contigo las diez primeras veces que ensayamos el giro en la coreografía es un detallito sin importancia.
  • Y, ¿cuándo piensas hacerlo, hija? Porque con el de “Suajili”, el de “Revisión de la estructura de la Biblia” -al que nunca entendí que te apuntaras puesto que no eres creyente- y el de “Cocina para dummies”, no sé si te va a quedar mucho tiempo.
  • ¡Qué cosas tienes mamá! pero si son online… mientras Ojazos está en la escuela los finiquito todos, si tengo mucho tiempo ahí.

Tras este intercambio de pareceres quedaría claro a los ojos de cualquiera que mi madre no está de acuerdo en que me apunte a otro curso más. A los ojos de cualquiera, pero no a los míos, quiero decir, porque lo que yo tendría en mi cabeza es que la he convencido. Y me apuntaría. Y volvería a lastrarme el estrés.

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Y con esto te haces ocho másteres y aprendes diez idiomas sin salir de tu casa

Cursitis vs. titulitis

Empiezas a sentir el fragor de la necesidad en tu interior y no razonas, te apuntas al curso y listo. No se te ocurre echar un vistacillo a quién te va a firmar el certificado del curso, o el diploma, o si luego va a tener algún tipo de aplicación en tu vida diaria. Sólo tienes en mente el que, cuando acabes el curso, serás “experta” en suajili. Tu imaginación no va más allá. Hasta que llegas a actualizar tu perfil de LinkedIn y te das de bruces con la cruda realidad: no encuentras el tipo de “documento” que acredita tu formación y tienes serios problemas para meter la autoridad educativa que te lo ha concedido. Lo encajas como puedes, buceando entre las opciones que te da la web y hasta te parece que te ha quedado bonito, pero en tu fuero interno sabes que, más allá de la satisfacción por haberlo hecho y saber algo más -porque es probable que el curso se haya quedado en algo bastante superficial- de un tema, ese curso se te va a servir de poco…

… La realidad es que no te llega con sentirte autodidacta -porque, desengáñate, es probable que esos mismos conocimientos hubieras podido adquirirlos por tu cuenta-. En una sociedad que, además de la carrera universitaria quiere varios másteres del Universo, aderezados con nivel bilingüe en un par de lenguas que no sean la tuya nativa; certificaciones en otro par de lenguas -una de ellas chino mandarín, que dicen que es el futuro-; un nivel en todo el paquete Office como si lo hubieras programado tú misma; ¡ah!, y formación en digital, que también es el futuro -¡coño, con el futuro, qué exigente es!-, tiene la titulitis por moda, no puedes ser autodidacta.

Y tú te zambulles gustosa en la rueda el hámster. “La coleccionista de títulos” podrían llamarte para cerrar una trilogía con los amantes y los huesos de aquellas dos pelis de finales de los años 90.

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Esto antes lo hacían las abuelas… ahora las modernas

Formación vs. ocio

En la actualidad muchas de nuestras elecciones como ocio pasan por cosas que hay que aprender. Desde tocar la guitarra  al knitting -lo que viene siendo tejer-; desde crearnos un blog a practicar el lettering -la caligrafía de toda la vida- un poquito de nuevos conocimientos hay que adquirir antes de comenzar. Por algo llevan los de CCC taladrándonos con sus cursos años.

Algo que internet, con sus posibilidades de colaboración y aprendizaje online, ha multiplicado exponencialmente, sobre todo para la gente que dispone de poco tiempo libre pero quiere explotar algún talento -oculto o no-.

También están los clásicos que prefieren el contacto físico y se apuntan a talleres y jornadas ya sean de cocina, scrapbook, o cuentacuentos. Es probable que hayan dedicido dar el salto del 2.0 al 1.0 y se animen a desvirtualizar a alguien con quien ya compartían pasatiempo en la nube, aunando un poquito de cada, o que ese taller lo imparta alguien a quien ya siguen en su canal de YouTube.

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Practica la escritura y deja las pantallitas, alma de cántaro

Tratamiento

Díficil de tratar la cursitis es, diría nuestro inefable Yoda. Salvo que sepas organizar, como mi compañera Sara, de maravilla tu tiempo, lo normal es que creas que puedes hacer más de lo que realmente puedes abarcar.

Así que a esta fórmula magistral lo primero que le pondría serían unas gotitas de realidad. Sé honesta contigo y con tus capacidades.

También le pondría un poquito de renuncia, no hay por qué apuntarse a un bombardeo, a veces es mejor dejar pasar el tren.

Le añadiría una pizquita de cabeza para ser capaz de discernir si vas a poder disfrutar del aprendizaje en este momento de tu vida. Una vez que abandonas la formación reglada, la obligatoria -porque te obligan tus padres o te obligas tú, nunca se sabe- lo bueno que tiene estudiar es aprender sin los agobios externos. Si te vas a ver agobiada, no merece la  pena.

Y por último… por último sólo puedo desearte que no seas como yo… ya estoy pensando a qué apuntarme ahora ;).

Imágenes: Pixabay

Let B. Díaz

Soy Leticia la mamá de Ojazos desde 2013, mujer desde 1978. Siempre corriendo y con mil cosas en la cabeza para hacer pero con poco tiempo para llevarlas a cabo. Escribo en Esto no es como me lo contaron y Las Letras de Let porque es lo que más me gusta hacer en el
mundo. Activa, habladora y comprometida, cabezota y risueña vivo en una permanente contradicción. Necesito contar las cosas que me pasan para que no se me enquisten en alma.

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5 comentarios

  1. Te entiendo aunque yo de momento con terminar temario y curso en la Academia para que me certifiquen voy que chutó,un besazo guapa,m e he reído mucho

    1. Me alegro de haberte hecho reír, la risa es una cosa fantástica que dejamos fluir en pocas ocasiones. Dale duro al temario, bombón.
      Un beso.

  2. Te entiendo PERFECTAMENTE.
    Me cuesta mucho renunciar a los cursos que me interesan por falta de tiempo…y es que me interesan todos! pero bueno, yo creo que “me estoy quitando” jaja

    1. Bien sabes tú que este año han podido conmigo, pero en septiembre me resarciré muahahahaha

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