En verano es fácil escuchar cohetes prácticamente todos los fines de semana, por no decir a diario, y es que la mayoría de los pueblos de nuestra geografía celebran sus fiestas patronales. Da igual que sea grande o pequeño, que tenga 100 o 200 habitantes, cada pueblo tiene su fiesta y muchas de ellas son en estos meses aprovechando el buen tiempo.
Si por mi fuera cogería la programación de fiestas de mi provincia e iría de fiesta en fiesta. Lo reconozco: alguna vez lo he hecho… pero es que me vuelven loca las fiestas de pueblo. Os cuento algunos de los motivos por los que me pasaría el verano recorriendo las verbenas.
1. Las orquestas: Tengo que ponerlo el primero porque soy un “animal de verbena”, a mi dame una orquesta y quítame el mejor bar del mundo. Eso de estar escuchando música y bailando hasta altas horas de la madrugada al aire libre, para mí no tiene precio. Y eso que para la primera parte de la orquesta me harían falta unas buenas clases de baile porque los pasodobles no son lo mío, pero en la segunda lo doy todo.
2. Estás todo el día en la calle: Es agotador pero me encanta esa sensación de estar todo el día al aire libre, me transmite libertad. Me gustó siempre y ahora que soy madre, más. Los niños disfrutan muchísimo y llegan a casa agotados, directos a la cama.
3. Las charangas: otra cosa no, pero inundan las calles de alegría. Sus ritmos animados, esos toques de tambor desde primera hora de la mañana. Soy incapaz de ver una y no seguirla al menos un rato, ahora con los peques no me hace falta ni verla, en cuando oímos un tambor salimos corriendo en su busca.
4. Reencuentros con amigos: Vuelves a ver a tus amigos a muchos de los cuales sólo ves esos días, amigos de toda la vida con los que has compartido grandes aventuras y con los que has disfrutado de los mejores veranos de tu vida. Da igual que sólo los veas esos cuatro días al año, los adoras y parece que no ha pasado ni un día desde la última vez que estuvisteis juntos.
5. Las comidas populares: Este punto tenía que haberlo puesto detrás de las orquestas. Todo el mundo en la calle en torno a la comida, familias enteras con sus mesas y sillas de playa, esas paellas gigantes, esas tortillas de patatas…en mi zona las conocemos como “fiestas de prao” con sus bollos preñaos y sus sidrinas.¡Me encantan!
6. Las atracciones: suelo ser muy prudente pero de vez en cuando hay que ponerle un poco de riesgo a la vida y las atracciones son perfectas para eso. El Barco Vikingo, la Noria, el Saltamontes… me subía a todas. Ahora me toca estar abajo mirando como los peques se suben a las cadenas o al tiovivo y esperando que no les gusten tanto como a mí, porque desde la perspectiva de madre dan un poco más de respeto.
7. El vermut: salir de vinos o cañas con los amigos antes de comer no tiene precio. Es un momento de relax, de hablar tranquilamente y de disfrutar de un buen vino (en mi caso) y de buena compañía. Da igual que llegues a comer a las tres o a las tres y media, estás de fiesta y los ritmos son diferentes (al menos en mi casa).
8. Los pasacalles o cabezudos: lo confieso, con ellos tengo una relación amor-odio o más bien amor-miedo. De pequeña me daban pánico y todavía ahora les tengo cierto respeto, pero ni podía ni puedo evitar ir a verlos. ¿A alguien más le pasa?
9. El mercadillo: en toda fiesta de pueblo que se precie montan un mercadillo, normalmente de artesanía. Me gusta mucho pasear por los puestos viendo las cosas tan originales que hace la gente y alguna vez que otra (no todas las que me gustaría) caigo y me compro algo. Una pulsera, una gargantilla, pendientes… la verdad es que suele haber cosas preciosas.
10. Los fuegos artificiales: cientos de ojos mirando al cielo sin pronunciar palabra…de vez en cuando se oye algún “¡ohhhhh!” y es que, los fuegos artificiales suelen ser espectaculares. Luces de varios colores y con formas muy variadas irrumpiendo el azul oscuro de la noche, el ruido de los fuegos puede tener sus defensores y sus detractores, pero no conozco a nadie a quien no le guste ese espectáculo de luz inundando el cielo. Todavía recuerdo la cara de mi mayor la primera vez que los vio…
11. La alegría: pero si hay algo por lo que me encantan las fiestas de pueblo es por la sensación de alegría generalizada que hay. Todo el mundo está contento, es como cuando España ganó el Mundial niños, padres, abuelos, hombres, mujeres… todos salieron a la calle a celebrarlo. En una fiesta de pueblo, mires donde mires, la gente está alegre, sonriendo, hablando, cantando, bailando o siguiendo a una charanga (ahí probablemente esté yo).
Estos son los 11 motivos por los que a mi me gustan las fiestas de pueblo y ¿a tí?
Fotografías: Hietaparta (Pixabay), P.N.G, Angel xavier Viera-Vargas, Carlos M.M.
Suscribo todo lo que Dices!! Viva las fiestas de los.pueblos!!
A mi es que me encanta 🙂 Y el año pasado fue el primero que pudieron disfrutar mis niños, qué bien se lo pasaron!
Esas batucadas al medio día, el vermut que sabe a gloria, las chocolatadas al atardecer, los baños de espuma y las charangas por la noche, aissss que ganitas!!! El 15 de agosto nunca fue tan deseado 🙂
vi, vi, viva la fiesta¡¡¡ Una que es más de pueblo que las amapolas, suscribe cada uno de los 11 puntos….empezando por el último que pondría en primer lugar. Da igual los años que uno tenga, en el pueblo disfrutan las fiestas, desde los que se estrenan con el pañuelo y el fajin, como el abuelo al que se lo imponen con honor, por ser el más anciano. Las fiestas de los pueblos son pura costumbre, aunque a veces el espectáculo entre en jaque con la tradición, pero esto ya es otro cantar…Vi, vi, viva la fiesta¡¡¡¡¡
¡Me encantan las fiestas de los pueblos! la verdad es que cada verano iba a las fiestas de todos los pueblos que podía. Estos últimos años he ido poco, pero ha sido mas bien por falta de vacaciones por la zona.
Mi padre es de Galicia, de la provincia de Ourense, y mi madre de León, un pueblo cerca del otro. Entre las fiestas de sus pueblos y las de los alrededores todo era ir de fiesta en fiesta. Bueno, mas que pueblos, son aldeas. Aldeas que se quedan con 5 o 6 habitantes durante el año y que llega el verano y se pone hasta la bandera llegando a ser unas 100 personas. En el caso del pueblo de mi padre, 150 y los 100 solo de mi familia!!! jajajajaja. Eso de tener muchos tíos y primos carnales te lo regalan en las fiestas de pueblo, que te juntas y solo hay gente y más gente. Y las orquestas??? Yo aprendí a amar el baile en estas fiestas. Mi padre dejaba que pusiera mis pies encima de los suyos. Los pasodobles??? Están tirados!! Se aprenden en nada. Imagínate que luego hice clases de bailes de salón con mi marido, que él no sabía nada de nada, y el profesor siempre me cogía para hacer los ejemplos porque me decía que yo era la que más sabía de todos. Se notan las clases particulares de mis padres, jejejejeje.
Las charangas, los vermuts, la fiesta con los amigos o la familia… En fin tantas y tantas cosas. Y las ferias con los perros pilotos y las peponas!?!?!?! Cada año me llevaba un muñeco nuevo para la colección. Mi padre un experto con la escopeta para tirar palillos!! jejeje
Saludos