7:00 Suena el despertador del smartphone. Cuando estiras la mano para apagarlo ves parpadeando en la pantalla unos cuantos iconos verdes del whatsapp de grupo del cole del niño mayor que cuando te dormiste estaba en plena ebullición hablando de vete tú a saber qué chismorreo.
7:15 Te sientas a desayunar y, de paso, un vistacito rápido a las notificaciones del Facebook y un repaso a las últimas noticias.
7:40 Hora de vestirte… ¿Hará frío? Decides consultar el tiempo en tu teléfono no sea que no te enteres que dan agua para el mediodía y la pifies eligiendo tu look (y el de toda tu prole)
8:00 Primer whatsapp de la mañana. Un paciente que se ha levantado mal y como tiene tu teléfono privado pues no espera a que llegues a tu consulta. Tú le contestas vía whatsapp y solucionas su problema.
8:30 Llegas al trabajo. Revisas el correo electrónico y contestas unos correos pendientes.
9:00 Apenas empiezas revisas un instante los saldos de tus cuentas corrientes a través del móvil, por supuesto. Empiezas a currar y dejas el teléfono en el despacho, eso sí, con el sonido puesto para oír si llega un whatsapp. Mientras trabajas lo oyes pitar… Ains… Cuando puedes mirarlo encuentras varias fotos que te mandan amigos, y unos vídeos de cachondeo.
13:30 Sales de currar y mientras vas en el coche de copiloto, otro repasito a ver qué te has perdido del mundo.
14:00 Recoges a los peques del cole. Hoy sacan un trabajito de clase que inmortalizas con el teléfono y ya de paso les sacas unas fotos que después mandas al grupo de la familia.
15:00 Después de comer y recoger un poco la cocina te sientas en el sofá, teléfono en mano. Preparas la lista de la compra que guardas en notas y respondes unos whatsapp de un “amigo” con el que tienes un vacile-tonteo-rollo amigo. El otro día leíste un artículo en el Facebook que hablaba del sexting, pero noooo tu no haces sexting eso es un poco fuerte ¿no? Tú sólo intercambias unos whatsapp y de vez en cuando la conversación desvaría un poco… Lo que no quieres reconocer es que estas pendiente de los whatsapp de ese “amigo” y que cuando ves que es él el que te escribe una sonrisa ilumina tu cara. Pero no es sexting ehhh ¡que quede claro!… Sólo son cuatro fotos subidas de tono, una conversación que a veces se templa, unos emoticonos picarones… Pero ni sexting, ni sexo virtual, ni infidelidad ni nada que se le parezca.
16:00 Hora de llevar a los niños a las clases extraescolares. En la hora en la que estás esperándoles fuera del colegio te sientas y lees un ratillo un libro que te tienes descargado en el teléfono, a la par que vuelves a revisar el Facebook. ¡Uy que de cosas que te has perdido mientras no estabas conectada!
17:30 Meriendas y deberes. Por supuesto, cualquier duda de tus vástagos es rápidamente solucionada gracias a la wikipedia, a google, y a cualquier página donde tu puedas documentarte rápidamente. Mientras ellos trastean con los libros, tú aprovechas ya de paso a mirar unas recetas en la página de la Thermomix y a compartirlas en tu perfil de Facebook.
19:00 Como hace buena tarde, decides sacarlos un rato de paseo y aprovechar para comprar unas cosillas de última hora. Mientras vas paseando, el ruido del whatsapp desde dentro del bolso te vuelve a activar. Empieza el whatsapp del cole… Qué deberes hay, que cuándo hay que entregar los libros de la biblioteca, que si mi hijo no se entera de nada, menos mal que tengo el grupo…. Cuando llegas a casa, nada… 140 mensajes de los cuales mas de la mitad son innecesarios.
20:00 Hora del baño, de preparar mochilas, de preparar ropa. Uno de tus hijos dice que le duele la cabeza. Lo tocas y ufff. Tras el termómetro, coges el teléfono para consultar una app para calcular la dosis de apiretal y de paso, aprovechas para pedir cita a través de la web al pediatra para el día siguiente. El ruido del whatsapp anuncia la llegada a casa de superpapi. Asi puedes descansar un ratito mientras te echas un Candy Crash.
21:00 Hora de la cena según la receta que has encontrado antes. Estupenda. Le sacas unas fotitos y la cuelgas en Instagram cual chef de categoría.
22.00 Niños a la cama. Un cuento, unas risas y mañana hay cole. En cuanto sales de las habitaciones, ves un destello rojo…. SOS SOS SOS la batería esta bajo mínimos.Como una histérica buscas un cargador y salvas tu teléfono, ese que lleva todo el día contigo y que por cierto no ha recibido ni una sola llamada.
23.30 Después de ver una peli mientras trasteabas en las redes sociales, en el Twitter o vete a saber ya en dónde, tu marido decide que es la hora de que os acostéis (que no es lo mismo que os durmáis). Por cierto mientras tu marido y tú… el destello de la pantalla del móvil que tienes en la mesilla ilumina continuamente la habitación.
00.00 Tras el rato de relax con padre, vuelves al ataque con el móvil, a ver por qué se encendía.
Por cierto, has leído un artículo en el Facebook que dice que un 40 por ciento de los usuarios de smartphones tiene nomofobia, o lo que es lo mismo, adicción al teléfono. Gracias a Dios que no es tu caso.
P.D. Todo parecido con mi vida es pura coincidencia 😉
Y cualquier parecido a la mía jaja
– Hola, soy Mamá en Bulgaria y soy nomofóbica.
– Hoooola Mamá en Bulgaaaria!
Me da miedo estar desarrollando esto de la nomofobia ¿es grave? ¿Tiene cura?
Mejor no digo nada que luego todo se sabe… y te sacan las flores de hace cuatro años, jajajajaja
Gran post
Jajaja!!
A mi me suena mucho, pero la batería no me llega a mediodía!!
Y yo tampoco tengo nomofobia
Me quedo mucho mas tranquila, por lo menos tenemos nombre, es una forma de decir que somos unas frikys con clase …
Jajaja, a mi de lunes a viernes me pasa igual, pero la batería me pasa como a María José, no llego a las diez ni de broma, ya me he comprado una batería externa por si no tengo enchufes cerca 😛
Luego el finde le doy tregua y me olvido del él jeje.
Me declaro con nomofobia grave… y mi consuelo es que no soy la única jajajaja