Grecia es un lugar precioso al que siempre nos ha apetecido viajar. Cuando en el cole estudiábamos los mitos y la cultura griega aquel país se dibujaba en nuestra mente de manera muy vívida. El sol, la luz, el mar, su cultura… todo esto lo hacen súper atractivo para la mayoría. Es Europa, pero también es Asia y es heredero de un crisol de culturas: la Grecia clásica, el Imperio Bizantino y el Imperio Turco Otomano influyeron en este territorio.
Dice la leyenda que el país se creó cuando Dios distribuyó la tierra firme con un tamiz. Al hacerlo así quedó todo salpicado de islas en medio del mar. Son más de 2.000 pero sólo unas 170 están habitadas. De la mano de la agencia Vamos a Grecia conocemos hoy 10 experiencias para conocer lo mejor de Grecia.
Descubrir la historia de Atenas en el moderno Museo de la Acrópolis
Ir a Grecia y no visitar la Acrópolis debería ser delito. Sin embargo no todo el mundo entra a ver el Museo de la Acrópolis que se encuentra cerca. Se inauguró en 2008 y es un edificio sorprendentemente moderno hecho de hormigón y cristal. Como curiosidad sus proporciones son las mismas que las del Partenón y a él está orientado. De esta forma podemos verlo desde sus principales salas.
En él se conservan multitud de esculturas e importantes piezas de los edificios de la Acrópolis, entre los que se encuentran los Propileos, el templo de Atenea Niké, el Erecteion o el Partenón que tiene de una sala exclusiva. Pero otro de sus grandes atractivos es la Sala de las Cariátides, las famosas columnas con forma de mujer que sostenían parte del Templo del Erecteion de la Acrópolis de Atenas.
Esta visita requiere un mínimo de dos horas. Más información aquí.
Saborear un surtido de ‘mezedes’ en el barrio de Plaka
Esta es una experiencia gastronómica. Plaka es el barrio que está a los pies de la Acrópolis y la zona poblada más antigua de la ciudad de Atenas. Cuenta con un entramado de callejuelas y placitas que se entremezclan formando un precioso y pintoresco laberinto.
Durante el día se siente el ajetreo de los innumerables cafés, tabernas y tiendas que abarrotan las coloreadas calles. Bisutería y artesanía en numerosos puestos conviven con los restaurantes y tabernas de la zona. Aquí hay que degustar los típicos “mezedes” o tapas griegas, entre las que no pueden faltar la tradicional moussaka, el tzatziki, una crema a base de yogur, aceite de oliva, pepino y ajo rallados untada con pan de pita, el saganaki, una variedad de queso duro y graso frito en aceite de oliva y al que se le añade limón escurrido una vez servido, las kolokizokeftedes, croquetas de calabacín y hierbabuena, las keftedakia parecidas a las albóndigas tradicionales, con carne picada de cerdo y ternera mezcladas a la que se le añaden hierbas y especias, el dakos, un riquísimo aperitivo tradicional de la isla de Creta que lleva tomate triturado, queso y aceitunas sobre un pan y, por supuesto, todo acompañado de ensalada griega con queso feta, aceitunas negras, pepino, tomate y cebolla. Como postre una baklava, un pastelillo hecho con una pasta de pistachos y bañado en miel. Todo con vino blanco de la casa.
Tip: no dejes de pasar por las calles Lisiou y Mniseklous que son las más pintorescas y animadas
Revivir la historia en Salónica… o participar en el EuroPride 2020
Salónica es la segunda ciudad en importancia de Grecia. A pesar de esto, no es demasiado conocida y es una pena porque es una urbe cosmopolita, moderna, vibrante y con el encanto particular de una ciudad convulsa en la que macedonios, romanos, bizantinos y otomanos formaron parte de su historia, y musulmanes, cristianos y judíos sefardíes convivieron en el tiempo. Tiene una mezcla de culturas y arquitectura que todavía puede verse a través de su rico patrimonio.
En 2020 Salónica va a acoger la EuroPride 2020 (20-28 de junio). Éste será el primer evento LGBTI internacional después de los 50 años de conmemoración de los disturbios de Stonewall en junio 2019. Hay previstas infinidad de fiestas y celebraciones.
Llenarse de historia en la viajes ciudades continentales
Las islas griegas son uno de los principales reclamos del país, pero en el continente también hay un montón de ciudades que resultan igualmente atractivas. Cerca de Atenas está el cabo Sunion, allí se alzan las ruinas del templo de Poseidón, desde donde se puede ver, a la hora del crepúsculo, una puesta de sol formidable: el mar Egeo encendido de rojo en el horizonte.
Tampoco se puede dejar de conocer el lugar donde se celebraban los Juegos Olímpicos en la Antigüedad. En Olimpia uno se emociona al contemplar las ruinas del estadio original en el que se celebraban las competiciones. También existen restos del estudio de Fidias, el gimnasio y el Templo de Zeus.
Corinto es otra de las paradas obligadas. Se encuentra a pocos kilómetros de Atenas, justo en el istmo que enlaza la Grecia continental con la península del Peloponeso. Y su mayor atracción tiene que ver con esa circunstancia geográfica: el canal de Corinto, que une el mar Egeo con el golfo de Corinto. En la antigüedad, los barcos, arrastrados por bestias, eran transportados desde tierra a lo largo de los seis kilómetros del istmo para evitar que tuvieran que dar la vuelta completa a la península.
El camino continúa hacia Micenas, a pocos kilómetros, donde se encontró el tesoro y tumba de Atreo –o de Agamenón. No muy lejos está el teatro de Epidauro. Desde sus gradas se divisa un oleaje de montañas arboladas hasta el horizonte. Es uno de los teatros mejor conservados de la antigüedad y sigue usándose para conciertos y representaciones.
La última etapa de la Grecia antigua será Delfos, un lugar elegido por los dioses. Por el dios Apolo, en este caso. Hace muchos siglos se creyó que este punto era el centro del mundo. Sus ruinas están alzadas en la pendiente del monte Parnaso, desde la que se contempla la inmensidad y desde la que las arboledas del paisaje parecen más espirituales que botánicas.
Sentir vértigo en los monasterios de Meteora
MSobre la tierra se levantan unas moles rocosas verticales que parece la geología de otro planeta y sobre esas cumbres de esas torres de roca fueron construidos en el siglo XIV varios monasterios de retiro y oración. Quedan en pie seis monasterios que se pueden visitar. Hay dos de visita inexcusable: el del Gran Meteoro –el más grande– y el de Varlaam.
En el valle, a apenas diez kilómetros, la ciudad de Kalambaka recibe a los curiosos. Desde la distancia, esta pintoresca ciudad, anclada siglos atrás, ofrece una magnífica imagen de Meteora. Actualmente, sinuosas carreteras permiten llegar a la cima, aunque siempre hay algún atrevido que prefiere practicar la escalada.
Seguir los paso de “Mamma mia” en las Espóradas
Si habéis visto esta película y su secuela de 2018 seguro que os habéis enamorado de Kalokeri. Bueno, esa isla no existe pero sí que se pueden visitar sus localizaciones en otras islas. La mayor parte de los escenarios exteriores y algunas de las principales escenas, como la mítica boda final en la pequeña ermita de Agios Ioannis Prodromos, fueron rodadas en Grecia, en concreto en las Islas Espóradas, sobre todo en Skiathos y Skopelos. Mucho menos turísticas, aunque seguramente más bellas que las Cícladas o las Jónicas, estas islas tienen la peculiaridad de encontrarse dentro del Parque Marino, una reserva nacional de protección de especies en vías de extinción.
Skiatos debe parte de su fama a la playa de Koukounariés, para algunos es la mejor playa de Grecia, que se llena en los meses de julio y agosto y que merece la pena ver fuera de temporada. Skopelos con sus iglesias y su fortaleza veneciana tiene un encanto que reside en parte en su paisaje, donde los viñedos y olivos sacan provecho de sus fértiles tierras.
Pasear por la isla de Hidra, donde los coches están prohibidos
Hay que optar por el paseo en burro, en bicicleta, a pie o en taxi acuático, porque en la isla de Hidra los coches están prohibidos. Se trata de una isla montañosa, con menos de 3.000 habitantes y escasa vegetación, con casas de piedra encaladas de blanco y un puerto histórico. En Hidra recalaron Leonard Cohen (que vivió en la isla), Melina Mercouri, Sophia Loren, Brigitte Bardot, Greta Garbo o Mick Jagger.
Descubrir los misterios de la Atlántida y la mejor puesta de sol en Santorini
Santorini tiene muchas virtudes: es una de las islas más bonitas de Grecia y todos conoceréis la posibilidad de visitarla en burro. Pero también es una isla llenísima de gente y que en temporada alta puede ser infernal. Como en toda Grecia, se pueden ver ruinas, como las excavaciones de Akrotiri o de la antigua Thira, una ciudad del siglo IX antes de Cristo, aunque en Santorini se cultiva más el ocio y el descanso.
Disfrutar el ambiente gay y no gay en la isla de Mykonos
La isla de Mykonos forma parte de las Cícladas y junto con Santorini es una de las más visitadas y escala imprescindible de todos los cruceros por el Egeo. Se la conoce tanto por sus playas, sus casitas encaladas como por su marcha. Se la llama “La Ibiza de Grecia”. En los últimos tiempos, Myconos se ha convertido en lugar de cita del público LGBT, destacando sus playas Paradise, Elia y Super Paradise, en la que se puede practicar el nudismo.
Intentar visitar el Monte Athos (sólo si eres hombre)
Aquí las mujeres no podemos subir y es una pena. El Monte Athos es un auténtico Estado autónomo en el interior de la soberanía griega. Esta franja de tierra está considerada sagrada y es montañosa, la cumbre más alta llega a los 2.039 metros sobre el nivel del mar: aquí se encuentran 20 monasterios ortodoxos, de los cuales 17 son griegos, uno ruso, uno serbio y otro búlgaro, con reliquias y monumentos religiosos de inmenso valor artístico, a menudo construidos sobre las cimas de pequeñas colinas. Sólo la comunidad monástica, que hoy cuenta con poco más de un millar de religiosos, puede establecerse en la península.
Para los laicos hay la posibilidad de visitar el Monte Athos una vez obtenido un permiso especial, para las mujeres, sin embargo, está vigente la prohibición absoluta de acceso (no solo mujeres, cualquier animal de sexo femenino está prohibido). El procedimiento para obtener el permiso es largo y complicado, sobre todo para los visitantes no ortodoxos que están obligados a especificar en una carta el motivo de la solicitud, que puede ser exclusivamente por peregrinaje o por estudio.