Las piscinas comunitarias ¡qué gloria!

La eterna discusión ¿mar o montaña? ¿playa o piscina? Cuando uno piensa en piscina una tiende a pensar en estas infinitas que continúan con el mar, en piscinas de dimensiones gigantescas para uno solo donde degustar un coctel mientras flotas en una colchoneta que hace juego con tus (enormes) gafas de sol, tu bikini (minúsculo) y la inevitable pamela. Ya claro. Lo normal, vamos, lo típico. En un mundo ideal esto sería así, pero en la realidad pocos son los que tienen piscina en su casa (la de plástico de los niños no cuenta), algunos comparten la de la urbanización y la mayoría tenemos que estar abocados a las piscinas comunitarias. Vamos, lo que viene siendo el infierno.

Petada, pero con estilo
Petada, pero con estilo

Las piscinas públicas son el mal menor si no quieres morir achicharrado en verano en la ciudad. Puedes conseguir librarte pero al final quien más y quien menos ha puesto los pies en ellas. Los objetivos con los que unos y otros van a la piscina son variopintos: las hay (generalmente son mujeres) que van básicamente a tostarse. Panza arriba, panza abajo, con el bikini más pequeño que se puede para que no deje marcas inmóviles como esfinges en el césped. Tú no sabes muy bien si están vivas o les ha dado un jamacuco con los cuarenta grados que caen hasta que de repente cambian de postura. ¡Gracias a dios! El grupo de edad de este grupo es incierto. Es verdad que hay muchas jovencitas, pero también señoras respetables con una resistencia alucinante.

Me he comprado unas tetas nuevas y quiero lucirlas
Me he comprado unas tetas nuevas y quiero lucirlas

Otro grupo no menos numeroso es el que va a la piscina a lucirse y a ligotear. Cada uno utiliza sus armas, se muestran ligeros de ropa como van, se contonean al ritmo de la música de la radio (no suele dar para más, que estamos en un sitio público) y se admiran los unos a los otros antes de empezar el tonteo. En verano las piscinas son la prolongación de las discotecas. Sin el mismo glamour, vale, porque los niños por ahí rondando y las abuelas en sus sillas no son lo más erótico-festivo del mundo, pero eres joven y te pones el mundo por montera. Si hay que ligar, se liga.

Como una ola tu amor llegó a mi vida
Como una ola tu amor llegó a mi vida

En España somos de hacerlo todo a lo grande: da igual cuál sea la capacidad de la piscina, la nuestra siempre estará a reventar, así nivel asiático. Los que van a la piscina a bañarse no siempre lo tienen fácil porque existen dos tipos de bañistas con intereses contrapuestos, el que no tiene pretensiones y básicamente su aspiración es jugar a tirarse haciendo bomba, y el profesional. Seguro que en vuestra piscina habéis visto esos que, impertérritos, se dedican a hacerse largos de un lado a otro sorteando adolescentes que se tiran en plan random y sin avisar

Aparta, que viene un tiburón
Aparta, que viene un tiburón

Tirarse al agua de miles de formas es uno de los mayores placeres de la vida. Cuando eres adolescente los exploras todos e incluso podrías dar una clase de física sobre los ángulos exactos para conseguir salpicar más o menos (según nos interese). Y sí, aprovechar el salpicón de marisco para ligar en la piscina. Cosas más raras se han visto.

piscina

Otro grupo son los que llegan a la piscina y desaparecen en cuanto han puesto el pie en las instalaciones. Primero se van a hacer deporte y todo vale: lo mismo echan una pachanguita al fútbol, que juegan al tenis o al frontón el caso es pasar calor con el calorazo que hace. Luego al bar a echar una cerveza. Un chapuzón rápido y venga a hacer más deporte.

tenis

Pero la partida es sagrada. Los sitios donde más se juega del mundo no son los casinos de Las Vegas, olvidaos. Son las piscinas donde además no hay distingos por edades y todos se dan a la ludopatía como si no hubiese un mañana. Ahí se juega lo mismo al rabino, cinquillo, escalera, mentiroso, tute, brisca, pocha, mus, guiñote, póker o lo que se tercie. Y esto va por comunidades autónomas, ya que no en todas se juega a lo mismo. Ya puedes hacer por aprender lo que juegan los del lugar o estás jodido fastidiado. Fundamental, llevarse mucha moneda suelta.

Otra variante de la ludopatía es la que se produce con los fans de los juegos de mesa. Estar en la piscina todo un día entero puede ser muy aburrido y cuando eres niño no puedes estar pidiéndoles a tus padres continuamente que te inviten a un helado, que suele ser el hito que rompe la monotonía del día cuando tienes 10 años. Así que los juegos de mesa compartidos son perfectos porque en tu casa nunca tienes a tanta gente para jugar, que es cuando es más divertido. Cada uno lleva el suyo y te pasas el verano jugando a los de los demás que por alguna extraña razón siempre son mejores que los propios. Claro que lo mismo piensan tus amigos….

Familias que se trasladan a vivir a la piscina
Familias que se trasladan a vivir a la piscina

Pero mi grupo favorito piscinero son aquellas familias que se trasladan como aquel que dice a vivir a la piscina. Hartos de que en su casa no se pueda respirar por el calor en verano pasan los días enteros en la piscina. Comiendo en las incómodas mesas de piedra del merendero con las que se te queda el culo carpeta al minuto de estar sentada, haciendo barbacoas en el área acotada, con absolutamente de todo para procurarse la comodidad. Van al punto de la mañana y se van al punto de la noche y saludan a todo el personal que los conoce porque llevan haciendo lo mismo durante años y años. Son las familias de piscina. Un grupo como otro cualquiera.

¡Si en el fondo (muy muy muy en el fondo) los que tienen piscina privada ¡no saben lo que se pierden!

golpe-tonto

Sara Palacios

Soy Sara Palacios, aunque en la red muchos me conocen como Walewska, mi nombre de guerra. Soy curiosa, inquieta, seriéfila, gafapastas y a ratos pedante. Los que me conocen dicen que tengo mucho sentido del humor y yo no sé si soy graciosa o no, pero que me gusta reírme continuamente es un hecho. ¡Soy una optimista incorregible!

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4 comentarios

  1. No sé si me carcajeo más con tus textos o con los gifs con que los aliñas. XD

  2. Cuando vivía en Madrid una vez bajé con mi marido a la de mi barrio… Según palabras textuales de mi marido ‘aquello parecia la escena del hundimiento del Titanic’ Jajajaja.
    Sin embargo, en la piscina que vamos de Ciudad Real suele estar vacía, la gente hace sus largos sin problemas, (yo me conformo con hacer anchos y no morir en el intento jajaja) vamos una gozada de piscina.
    Yo de pequeña era del grupo de las que pasaban el día en la piscina, pero a mi marido solo le gusta ir por la mañana asique nada.
    Ah! Y mi suegra y sus amigas son de las que llegan a las 10 y solo se dedican a tomar el sol hasta que se van a las 13 o 14. Refrescarse? O en la ducha o con una pistolita de spray… En fin.

  3. Odio las piscinas públicas. No puedo con ellas. Lo he intentado, pero no son lo mío. O playa o semi-privada (esa que solo utilizan unos pocos vecinos de la comunidad). Eso es lo que puedo tolerar. Y el otro día me decía mi marido… y cuando la peque quiera ir a la piscina con la amiguita no sé qué… Y qué haremos? Respuesta: Es tu hija, el amor de tu vida. Ya sabes, haces tripas corazón y te vas a la piscina. Yo de mientras, me quedo en casa con mi amigo el ventilador y un buen libro 😀 😀 😀

    Saludos

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