En mi grupo de amigas somos varias las que cogemos el AVE con mucha frecuencia. En Zaragoza no nos queda otra: el avión no es una opción para movernos por España así que nos debemos al tren. Nos llamamos entre nosotras las Penélopes, por eso de pasarnos la vida haciendo tiempo en la estación como la de la canción de Serrat. Que su motivo fuera otro, es un detalle sin importancia, estaréis conmigo. El caso es que las que viajamos mucho tenemos nuestros propios miedos cada vez que tenemos que coger un tren. Si sois viajeros habituales seguro que muchos los reconoceis.
Perder el tren
Siempre que voy a coger el tren me entra la paranoia de que voy a perderlo. Paranoia con una cierta justificación porque he perdido alguno que otro, dicho sea de paso. El caso es que ¡bendito sea passbook que te avisa en el móvil de cuándo tienes tu próximo tren!
Yo no tengo término medio: o llego con muchísimo tiempo o voy atacada de los nervios corriendo. Menos mal que es de viajera frecuente saber hasta la vía que te va a tocar así que ni lo miras…
Que te hayas equivocado de vagón cuando ya tienes todo colocado en su sitio
Un misterio de la vida moderna es porqué no queda nada claro cuál es el vagón en el que estás subiendo. Que tú subes por la puerta del que pone vagón 6, el tuyo y de repente te encuentras con que estás en el 5. Por eso siempre suelo comprobar en las pantallas de dentro del vagón cuál es porque no es ni la primera ni la segunda vez que me tengo que cambiar cuando tengo todo colocado ¡y eso sí que jode fastidia!
Que te toque al lado a uno que ocupa más espacio del que le corresponde
Yo miro siempre con envidia a aquellos que viajan sin compañero al lado… que nunca soy yo. Da igual como vaya el tren, siempre me toca ir con alguien en el asiento de al lado. Menos mal que existe la venta por internet y ya me sé los asientos que van “sueltos”. A veces pago un par de euros más para poder elegir el asiento y escoger el que a mí me gusta. Porque no sé cómo me las apaño pero siempre me tocan los que se expanden en el asiento como si no fuera nadie al lado. A mí me horroriza molestar así que siempre intento hacerme un burruño y ocupar el menor espacio posible. Esta costumbre de abrir las piernas en exceso se llama man spreading y no lo hagas en el metro de Nueva York ¡¡¡porque te pueden arrestar!!!
Que el de al lado se pegue todo el rato hablando por teléfono
Algunos creen que los niños son la mayor plaga en los trenes. Error. Yo trato de viajar en el vagón en silencio porque viajo mucho más tranquila, pero cuando viajo en el vagón normal a mí no me molestan los niños, que suelen portarse bastante bien. Alguno llora o se mueve más de la cuenta, pero son los menos, y los padres por lo general suelen estar hiperpreocupados y rara vez se desmandan. Pero estoy de la gente que habla por el teléfono a grito pelado… ESOS sí que son molestos y además son una plaga. Señores: en el AVE viajamos mucha gente ¡me importa una mierda lo que tenga que hablar con su oficina! ¡Hable en un volumen razonable o sálgase al espacio entre vagones! Una vez me tocó al lado una chica que se tiró hablando por el móvil la hora y media de viaje. Llamó a toda su familia y amigos. A toda. ¡Mátame camión!
Que en tu vagón haya viajeros muy ruidosos
En serio, hay veces que aunque no quieras te tienes que meter en las conversaciones de los demás porque la gente habla en grupo a un volumen que es imposible de ignorar. Eso si no se montan una juerga flamenca, que por lo visto más de una penélope ha sufrido.
A mí me pasó una vez que subieron dos matrimonios bastante jóvenes que se pegaron hablando a grito pelado todo el viaje. Un rato que salieron a tomar un café el vagón entero estalló en carcajadas porque TODOS habíamos hecho oreja a la conversación ya que era imposible ignorarlo. Tremendo. Nos enteramos de la historia de su amigo Tomás, de sus sinsabores como matrimonio… en fin. Demasiada información.
Que te peguen una clavada en la cafetería
Si las cafeterías de la estación son el mal, las de los trenes ni os cuento. Carísimas, con todo plastiquero, con sabor a nada y encima por supuesto teniendo que tomártelo de pie. Mis hijas siempre me miran con ojos de carnero degollado para que o bien vayamos a la cafetería o bien cojamos algo del carrito del helado, pero yo decido ser una madrastrona y no aflojar el bolsillo.
Que la película que ponen sea un asco
Yo no sé quién elige las películas en los trenes. Una vez mi amiga Clara nos contó que en su tren les estaban deleitando con un documental sobre el esperma de los animales. Simultáneamente yo estaba viendo el final de una película de un abuelo vestido con un chándal dorado que daba mucho miedo. La más afortunada estaba viendo Into the woods. Además, es una lata porque en el viaje de ida a Madrid nunca puedo ver nada ya que la película la ponen en Barcelona, así que el resto la cogemos empezada.
Tener que ir a baño del tren (mucho)
Los baños del AVE son EL-AS-CO. La perspectiva de tener sexo en ese cuchitril es … indescriptible. Qué asco, qué asco, qué asco. Una vez me pasó que me puse mala con gastroenteritis y me pasé el viaje en el baño. No sé si vomitaba por la enfermedad o por lo mal que olía. En serio. Te dan ganas de ir sondada sólo para no tener que visitarlos.
Pasarte la parada
Jamás me duermo en el tren. Nunca. Me da terror pasarme la parada. Es absurdo, porque el viaje de ida es final de parada ¡pero me da igual! ¡Ya me veo en la otra punta de España por haberme quedado como un leño!
Que la salida del andén esté en la otra punta
Esto pasa siempre en el viaje de vuelta. Siempre rezas para que esta vez te toque bajarte justo al lado de la salida… pero nunca pasa. Sobre todo cuando estás cansada, cuando llegas agotada, cuando tienes que salir corriendo a coger un taxi. Ese día es cuando paras más lejos ¡marditos roedores!
Pero las penélopes tenemos nuestros trucos… En Zaragoza cuando llego quedo con mi marido en el parking, al que se accede por el centro de la vía. Él llega justo a la hora, me recoge y sin validar el ticket salimos. Los quince primeros minutos es gratis 😉 ¡Ojo, pero no hay que validar, ¡que si no te lo cobra! El truco de cuál es el mejor asiento del ave a Madrid me lo guardo ¡que lo quiero seguir cogiendo!