Por Mar Sánchez Marchori. Instituto Valenciano de Pedagogía Creativa – MSM
Podríamos definirla como la capacidad de elaborar productos originales, encontrar soluciones novedosas, “ver todo lo que todos ven y pensar lo que nadie piensa”.
Desarrollar la creatividad es también estimular la inteligencia, ya que “si la inteligencia significa seleccionar y moldear entornos, entonces inteligencia es creatividad”. Para seleccionar o conformar entornos, se requiere que la imaginación cree una visión de cómo debería ser ese entorno y de cómo ese entorno idealizado puede hacerse realidad.
Por otra parte, la habilidad para adaptarse al entorno –para cambiar uno mismo y encajar en él- implica normalmente poca o ninguna creatividad, y puede incluso requerir la supresión de la creatividad propia, como cuando nos damos cuenta de que adaptarse a un empleo o al colegio implica guardarse las ideas creativas propias para uno mismo pues si no, nos arriesgamos a una mala nota o a un mal resultado en el empleo.
De esta manera al estimular la creatividad o el pensamiento creativo desarrollamos también un pensamiento divergente, el cual es el que, en lugar de aferrarse a una sola forma de analizar las cosas, es capaz de apuntar a distintas direcciones, de salir por múltiples caminos, estudiar diferentes ángulos y posibilidades, buscar y encontrar nuevos razonamientos.
Este tipo de pensamiento tiene algunas características específicas necesarias para generar respuestas creativas, estas son:
- La Fluidez: Tanto mayor cuanto más ideas se produzcan en un lapso de tiempo.
- La Flexibilidad: Cantidad de asociaciones diferentes para un mismo objeto de conocimiento.
- La Originalidad: Grado de rareza, novedad, singularidad de las ideas. No es equivalente a complicado. Dice un refrán “la sencillez es la mayor sabiduría”.
- Capacidad para redefinir: Implica la posibilidad de ver los asuntos desde otro lado no habitual.
- Sensibilidad para los problemas: capacidad de problematizar, ver relaciones y contradicciones, cuestionar, preguntarse acerca de…
- Capacidad para evaluar objetivamente todos los aspectos anteriores.
Técnicas y actividades prácticas
Aquí os presentamos algunas actividades que podéis hacer para estimular la creatividad en casa:
- Las artes plásticas: los dibujos. El dibujo es una de las prácticas más extendidas en los pequeños. A los 15 meses nuestro niño es capaz de hacer trazos, mientras que a los 18 ya hace garabatos. Más tarde vendrán las formas circulares y rectangulares para mostrar otras formas que irá adaptando hasta representar a personas y objetos.
- Leer cuentos y poemas. Es importante procurar mantener, en todo momento, la atención del pequeño: cambia el tono de vez en cuando, crea alguna sorpresa, gesticula, muéstrale las ilustraciones y de vez en cuando, hazle participar con alguna pregunta o un comentario. Los poemas, además, llevan un ritmo propio en la lectura que les encanta a los más pequeños.
- Escucha música y baila. La música está presente en muchos lugares y situaciones de la vida, así la tenemos en casa, en un concierto para niños, al aire libre o a través de la televisión. Comparte con tu hijo el placer de escuchar música y de cantarla y también, el de bailar. Es una actividad que les encanta ya que tienen la oportunidad de expresarse con todo el cuerpo.
- Teatro, títeres y otros espectáculos infantiles. En la actualidad, los programadores de actividades culturales, parece que se están preocupando mucho más por el público infantil. Así es más o menos fácil, encontrar en nuestra ciudad representaciones teatrales dedicadas a los niños, sesiones de títeres, marionetas o magia. También podemos improvisar cualquier historia ‘dramática’ en casa. Los disfraces son un complemento ideal para desarrollar su imaginación.
- Un mundo lleno de variedad. Mostrarle al niño las cosas que existen en el mundo y que son diferentes, es un gran pozo de inventiva e imaginación. Visitar el zoo o el circo para mostrarle animales distintos. Visitar ferias de otras culturas. Viajar, conocer monumentos, paisajes…
- Incentiva su curiosidad. Entre los 3 y 10 años se les puede formular preguntas como: “¿Qué pasaría si las personas volaran?”, “¿en qué se parecen un gato y un elefante?”. Obviamente, no existen respuestas buenas o malas, lo que importa es que se les permita expresar o lanzar muchas ideas a partir de un tema, que utilicen su imaginación y encuentren múltiples respuestas a una pregunta.
- Deja que se equivoque. El miedo a fallar es un temor aprendido que los niños pequeños no tienen. Ellos están dispuestos a realizar muchas preguntas y hallar respuestas que no necesariamente son las correctas. Lo importante es permitir que cometan errores, sólo así se construirán nuevos aprendizajes.
- Inventad historias juntos. Busca dos palabras que no guarden relación aparente (por ejemplo, bruja y economía) y cread entre los dos un cuento en el que aparezcan ambas. Además de pasar un buen rato, se incentiva la capacidad de comprensión, abstracción y expresión verbal.
- Descubre sus intereses. Si, por ejemplo, le gustan los animales, puedes proponerle pintar un zoo o realizar un collage con fotos de animales que encontréis en las revistas… Sea cual sea la actividad que vayáis a realizar, enfócala hacia algo que a tu hijo le guste.
Me encanta y me parece que la creatividad es una cualidad importantísima en nuestro mundo, que el creativo nace y se hace, y que como padres nuestra labor es propiciar entornos, espacios y dinámicas donde nuestros hijos tengan la oportunidad de desarrollar su propia creatividad.
Gran post
En ocasiones de piensa que la creatividad solo está ligada a la “manualidad” pero va mucho más allá y me encanta que se proponga escuchar música, bailar y leer poesía para favorecerla.