Traumas infantiles

La niñez es la etapa vital que más huella nos deja, la que más recordamos a lo largo de toda nuestra vida, a la que volvemos de manera recurrente y la que explica muchas de las cosas. De las buenas y de las malas. Seguro que todos guardáis un trauma infantil que os lleva acompañando durante un montón de años (y que a estas alturas no creo que os abandone, hay que asumirlo). ¿Queréis saber cuáles son los nuestros?

Miedo a los payasos, por Sara

La huella

Hay cosas que recuerdas como en un sueño. Yo recuerdo que de siempre me han dado mucho miedo los payasos y no sabía a qué era debido… hasta que un día me dio por hacerme la gafapastas siendo ya mayor y ver La huella de Joseph Mankiewicz. Todo el mundo me había dicho que era una obra maestra, con Laurence Olivier y Michael Caine, dos de los grandes y cuando la vi… sólo pude pensar en que ese payaso horroroso que me había hecho cagarme de miedo durante toda mi infancia. Y de mi adolescencia. Y que a día de hoy me sigue dando sudores fríos. Odio los payasos. Gracias Mankiewicz. (Eso me pasa por hacerme la culturetas y ver cosas intelectuales)

Las clases de gimnasia, por Nat

clasesdegimnasia

Siempre fui una niña torpe para que nos vamos a engañar y las clases de gimnasia nunca fueron mi punto fuerte. Lo de saltar el potro lo recuerdo con horror y lo de hacer el pino ya ni os cuento. Con deciros que en séptimo de EGB me quedó gimnasia para septiembre… La coordinación de brazos y piernas no va conmigo y algo me queda aún de este trauma infantil porque soy incapaz de entrar a una clase de aerobic, zumba, step o similar. Mi miedo al ridículo me supera.

Miedo a la oscuridad, por María Jardón

bruja armario Osos Amorosos

Durante muchos años tuve miedo a la oscuridad, recuerdo perfectamente esa sensación de estar sola en la habitación, intentando taparme con la manta y sin poder apartar la vista del armario. El armario, ese lugar de donde todos sabemos que salen los monstruos. Y es que, en un capitulo de Los Osos Amorosos, una niña le decía a su madre que había un monstruo en el armario, su madre miraba y no había nada, pero en cuanto se iba se abría la puerta y salía una señora malísima del armario. No sé cuanto tiempo estuvo atormentándome esa imagen ni cuantas veces podía mirar el armario cada noche pero ¿de verdad era tan necesario hacer ese capítulo?

Malograda carrera deportiva, por Merak

¿Os he contado que por tamaño yo podría haber sido el Spud Webb del baloncesto de mi ciudad?

Mi hija mayor jugó a principios de este mes su primer partido de baloncesto. Además de sus padres, ¿sabéis cuánta gente reunió ella sola en el pabellón? Cuatro abuelos y un padrino postizo y porque sus tíos están en Londres, que si no… ¿Sabéis cuantas veces vino a verme mi madre a mí durante mi efímera pero exitosa carrera baloncestística en preminibasket? A ver que hago recuento… ¡Ah! ¡Ya recuerdo! CERO PATATERO. Y mi padre… mi padre venía, el mérito hay que dárselo, pero porque era el entrenador. Así que, sin duda, mi gran trauma infantil es el poquito caso que mis queridos progenitores -que por lo demás son el paradigma de buenos padres de manual- hicieron a mi prometedor talento deportivo -tampoco a mi hermana le dieron mucha bola, todo hay que decirlo- en comparación con el grado de implicación que han desarrollado con sus nietas.

Ir al baño antes de salir de casa, por Let

traumas-infantiles_aseoNo recuerdo el punto de partida de mi trauma infantil, quizá tenga que ver con esos eternos viajes en el Seat Panda familiar en los que antes de salir se nos advertía que había que hacer pis porque no se podía parar cada vez que se quisiera. O quizá con el hecho de que he visto tantos casos de incontinencia urinaria en las mujeres más mayores de la familia que tengo miedo de no pillar un baño a tiempo. O que como vivo en un pueblo y no tengo carnet nunca sé cuánto tiempo voy a pasar en transporte público. El caso es que siempre tengo que vaciar la vejiga antes de salir de casa. Una, dos, tres veces… obviamente, solo la primera vacío el resto acaso una escasas gotitas pero siempre voy creyendo que que me estoy haciendo pis. Mucho. Me da pánico no poder aguantar y que no haya un baño cerca. Lo más grave es que nunca me ha pasado, así que no le encuentro fundamento. Si has quedado conmigo y antes de marcharnos salgo despavorida en busca del cartelito de la imagen ya sabes el porqué.

Venga, ahora que ya hemos confesado nosotras hacedlo vosotras: ¿qué trauma arrastráis desde la infancia?, ¿tenéis el origen identificado?

Fotos: Pixabay

Equipo MMM

Las chicas de la redacción de Mujeres y Madres Magazine contando sus cosas. Nos gusta compartir lo que pensamos.

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2 comentarios

  1. Yo tenía horror a la oscuridad. Me quedaba paralizada como se fuese la luz de repente. Cuando entré en la adolescencia fui a peor porque le cogí el gustillo a las pelis de miedo… masoca que es una jajaja
    El primer año de vivir ya con mi marido se me fue pasando y ahora lo llevo mucho mejor.
    Lo que no puedo superar es lo de los bichos, me he llegado a despertar angustiada por ellos. Encima vivo en un pueblo, al final de mi calle ya es campo, asique es un pasen y vean para los bichos… En Madrid mi problema eran las arañas y cucarachas. Aqui se han unido los saltamontes y algunos bichos que no había visto en vivo jamás!!

  2. Tengo el tic del baño yo tambien. Jajajaja. Pensaba que era un bicho raro!! Yo no sé de cuando me viene pero es tal cual lo describes!!!

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