Nuria Puig

Mi nombre es Nuria pero, donde vivo, tienden a llamarme Julia. He tirado la toalla y, si me llamas Julia, también me giraré. He trabajado en construcción y en educación pero lo que hace que me olvide de comer y de beber es: escribir. Voy por la vida con Gorro y a lo Loco

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14 comentarios

  1. Ay qué post tan triste compañera…me da muchísima pena cuando pasan esas cosas en la familia 🙁

    1. De verdad, Pilar, que yo volvía pensando en cuánto de eso se transmitirá en la información genética. Quiero creer que son actitudes aprendidas. No me puedo imaginar un futuro en que mis hijos no me quieran ver! me muero de pena…

  2. O_O… Me estoy dando miedo, como persona y como ser social. Y me he puesto a rezar al dios de los nocreyentes para mantener a mi pequeña familia a salvo… ¡Uyyyy!!!

    1. Pero Ruth… es trabajo de todos. Oh! yo quiero creer que la paz se construye un poquito cada día. Que cada día estamos a tiempo de enmendar las cagadas y que… que vamos a estar bien, si es lo que realmente queremos. Si no somos cabezones. Si dejamos correr ciertas cosas. Si perdonamos. El olvido es una cosa genial! No sé por qué a veces nos empeñamos en luchar contra él… :-*

  3. Cómo anillo al dedo me viene este post. Estoy pasando por una crisis de pareja. Crisis? Si yo no creo en las crisis, ni en los tiempos ni en ninguna de esas cosas. O si estar o no si estar.
    Siempre estamos esperando de los demás, siempre queremos que los demás realicen nuestros sueños aunque nunca le hayamos hablado de ellos. Las expectativas son siempre altas y si el próximo no llega nos desmoronamos. Con los simple que seria la vida si todo fuera una eterna sorpresa. Soy una adicta a la oxitocina, a las mariposas en el estomago, siempre aboco la culpa en los demás por no adivinar lo que quiero. Lo admito, soy culpable en querer siempre ser feliz!

    1. Cielo, muchas gracias por tu comentario! ¿Culpable de querer ser feliz? ¿No es eso lo que todos queremos?
      Yo creo que tal vez deberíamos aumentar las expectativas de lo que queremos conseguir por nosotros mismos… y, a la vez, estar menos pendientes de lo que “queremos de los demás” y más atentos a lo que ya nos dan! Que a veces nos ofuscamos y no lo vemos porque viene de forma diferente a como lo esperábamos ¿no? Sácale partido a esa crisis, que seguro que al final trae algo bueno… ¡Un abrazo!

  4. Has descrito mi vida desde que vinimos a vivir al país de mi marido, su familia, sus amigos, tal cual.
    Y yo era inmensamente feliz antes, viviendo a 14.000km de cualquier pariente, sólo con los amigos que vas haciendo en la vida.

    1. Hola Gemma!
      Mi bisabuela, que era una mujer muy sabia, solía decir: “parientes y trastos viejos… pocos y lejos” 😀
      ¡Gracias por leernos y por comentar! Siempre hace ilusión vuestro feedback! 😉

  5. Hace muchos años que soy inquebrantable creyente en el Dios de las Pequeñas Cosas y esa fe me lleva a disfrutar de cada detalle de la Vida. Complementado con mi escasa memoria, sobre todo para lo malo, vivo la felicidad de los simples (Simple: Sencillo, sin complicaciones ni dificultades.)

    1. Bien hecho Alejandra!! Yo también opino que lo de la buena memoria… puede llegar a ser una maldición.
      Hay que quedarse con lo bueno y descartar el resto!! 🙂

  6. Si hubiera leído este post antes, no te hubiera preguntado por tu super viaje con el adjetivo de super ? como solo vi unas fotos felices en face e instagram, pensé que todo había sido super.

    Totalmente de aduerdo contigo, tristísimo el rencor, patético que sea por “cosas que me dijiste aquella vez que jamás olvidaré”. Lo vivo de cerca y es algo que me desazona mucho. No lo puedo entender.

    Besitos

    1. Uy, se me pasó este comentario, Bego!
      Nada, nada… para mí las vacaciones estuvieron fenomenal. En realidad eso solo consume al rencoroso. A mí me da entre pena y risa (más tirando a pena). Es tan importante aprender a dejar correr ciertas cosas. No se le puede dar importancia a todo porque entonces la vida resulta demasiado agotadora. Y ya vamos bastante faltos de sueño! ¿verdad? 😉
      Un beso!

  7. Núria, has dado en el clavo. felicidades una vez más, amiga.
    Que reflexión tan dura.
    Es cierto que la familia es algo maravilloso pero no es menos cierto que la familia no se elige. ¿Qué hago? ¿Rompo con todo y con todos porque mis padre o mis hermanos no me quieren como creo que deberían quererme o porque creo que no me respetan?¿Paso con ellos todas las Navidades o todo el verano porque creo que eso es los que hacen los buenos hijos? ¿Me alejo si no consigo reafirmarme como ser digno de ser respetado?¿O dejo que impongan su criterio sobre mi persona y mis hijos?¿Me enfrento a ellos a base de gritos y discusiones estériles?¿Qué quiero para mí y para mis hijos?
    Ahí sigo yo, en la cuerda floja entre el amor y el resentimiento, entre mis padres y mis hermanos y mis hijos y mi pareja… Deseando que la luz me ilumine y que Buddha me colme de paciencia y sabiduría.

    1. Querida Imma,
      yo lo que creo que es inútil del todo es enzarzarse en disputas estériles. Ni tu vas a cambiarles a ellos, ni ellos van a cambiarte a ti. No se por qué somos tan reacios al intercambio de pareceres sosegado. ¿Por qué todo tiene que convertirse en un circo? Tus padres ya hicieron su labor como padres. Ahora les toca hacer de abuelos… o pasarpalabra.
      Y ojo que la paciencia según como es arma de doble filo. A veces, la gente te machaca hasta que los pones en su sitio. No hace falta pelearse… pero una respuesta contundente a tiempo puede hacer milagros (ya sabes, a la alemana, que de esto saben un rato 😉 No te fustigues amiga. Y no acumules.
      Hay que hacer lo que a uno le parezca más acertado, en cada momento. No hay garantías. Pero eso es ejercer la libertad: asumir el riesgo de equivocarse o no.
      Y yo que se… qué te voy a contar, que parezco Elena Francis! hablando de lo que no se… Jajjaja! Lo que sea, Imma, pero sin sufrir y sin fustigarte. Besitos!

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