Ahora más que nunca, ven a descubrir Galicia

Esta es una semana triste. Galicia ha ardido y arde por los cuatro costados. Impresiona percibir ese permanente olor a madera quemada flotando en el aire y comprobar cómo el humo encapota el cielo hasta ocultar el sol a pesar de que el incendio más cercano está a más de cien kilómetros. Pero todavía impresiona más ver las imágenes, oír los relatos, el llanto incontrolable del que ha visto tan de cerca el horror, del que quizás lo ha perdido todo. Galicia no arde, a Galicia la queman, pero no es ni el lugar ni yo la persona más adecuada para intentar explicar un problema en el que convergen infinidad de factores.

Yo tendría que estar hoy aquí para contaros las bondades de mi tierra, para daros motivos para conocer Galicia, a través de rutas ocultas. No iba a hablaros de la gastronomía, aunque podría; tampoco del Camino de Santiago, que se presenta por sí mismo; ni de su archiconocida catedral, que todos deberíamos visitar al menos una vez en la vida; ni de sus turísticas Rías Baixas… Galicia es todo eso y mucho más.

Y ese mucho más es una tierra que se sobrepone a cualquier adversidad. Una tierra que recuperó sus costas tras la tragedia del Prestige y que ahora, tenedlo por seguro, volverá a florecer. No lo dudéis. Venid a Galicia. Ahora más que nunca, os esperamos.

Playa de las Catedrales y Estaca de Bares

Recorriendo Galicia de norte a sur, la primera parada obligada es la Praia das Catedráis, en el municipio de Ribadeo. El arenal ha sido elegido este año como uno de los diez mejores de España por el portal Tripadvisor y lo cierto es que méritos acumula.

Situada sobre una zona geológica conocida como la Rasa Cantábrica, que va desde Burela -provincia de Lugo- hasta San Vicente de la Barquera -Cantábria-, esta playa de la Mariña Lucense es una auténtica joya natural. Sus rocas de pizarra y cuarzo han sido modeladas durante los últimos 500 millones de años por los movimientos tectónicos y la erosión hasta esculpir una auténtica catedral de piedra formada por acantilados, pasadizos, cuevas y arcos de más de 30 kilómetros de altura.

Playa de las Catedrales
Praia das Catedráis, el gran monumento de piedra de la mariña lucense

Si la marea está alta, sólo se puede contemplar el espectáculo desde la parte superior, recorriendo un sendero que bordea la costa con vistas espectaculares. Es cuando está baja cuando podremos disfrutar mejor de este arenal en el que, evidentemente, te puedes bañar -de hecho tiene bandera azul-, aunque no está pensado para ir a pasar una jornada tumbados al sol. Lo mejor es recorrer cada uno de sus rincones. La mayoría muy concurridos porque en los últimos años se ha destapado como un destino turístico prioritario en el cantábrico y lo cierto es que empieza a estar masificada.

Tanto que desde hace un par de años el acceso al arenal está regulado y, del 1 de julio al 30 de agosto, es necesario obtener un permiso -podéis hacerlo en esta web- para visitarla.

Siguiendo por la Autovía del Cantábrico recorreréis un sinfín de pueblos increíbles pero yo os recomiendo que os desviéis en O Barqueiro -justo en la desembocadura del río Sor, en la frontera entre Lugo y A Coruña- hacia el cabo de Estaca de Bares que, además de ser el punto más al norte de la península Ibérica es el punto simbólico donde confluyen el mar Cantábrico y el océano Atlántico. Allí encontraréis uno de los faros estratégicos para la navegación por la costa norte durante el siglo XX.

Desde allí os aconsejo que subáis a lo que se conoce como el “semáforo” de Bares, una antigua construcción militar destinada a finales del siglo XIX a la comunicación mediante señales y a la observación militar y meteorológica que ha sido reconvertida en hotel rural. Aunque no os alojéis en él, merece la pena visitarlo, tomarse algo en su cafetería o, sencillamente, apreciar las vistas de las espectaculares rías de O Barqueiro a un lado y Ortigueira al otro.

Acantilados de Loiba, Cabo Ortegal, A Herbeira y San Andrés de Teixido

Anda que no os habremos hablado veces aquí ya del “Mejor Banco del Mundo“, situado en la parroquia ortegana de Loiba. Lo hicimos ya mucho antes de que se hiciese tan famoso que haya que hacer incluso cola para fotografiarse en él. Yo no sé si realmente se trata del mejor banco del mundo, pero lo cierto es que las vistas que desde él podemos ver son increíbles. No se me ocurre lugar mejor en Galicia para pasar un atardecer de verano.

Los acantilados de la costa de Loiba dan, sin embargo, para mucho más. Está plagada de senderos -hay uno desde la playa de Esteiro (Mañón) hasta la playa de Ribeira do Carro (Ortigueira)- y seis playas -O Picón, Ribeira Grande, Ribeira do Carro, Os Castros, Gaivoteira y O Coitelo- salvajes, algunas de arenas y otras de guijarros -si sois fanáticos de recoger piedras, este es vuestro paraíso-.

el mejor banco del mundo
El mejor banco del mundo está colgado sobre los acantilados de Loiba

El Cabo Ortegal, en el municipio de Cariño, es el siguiente punto de parada que os propongo. Ya veis que os hago saltar de faro en faro, pero es que es una de las mejores formas de conocer la costa gallega. El Ortegal es una lengua de tierra que finaliza en “Os tres aguillóns” y que nos prepara para la ascensión por la Serra da Capelada hacia los acantilados da Vixía Herbeira, los más altos de la Europa continental con 613 metros sobre el nivel del mar. Suerte tendréis si no están cubiertos de niebla, pero si tenéis la fortuna de acudir en un día despejado os llevaréis una estampa espectacular.

De allí, la ruta nos lleva por carreteras de montaña hasta San Andrés de Teixido, santuario al que “vai de morto o que non foi de vivo” -va de muerto el que no va de vivo-. Un pueblo y un santuario pintorescos a 120 metros sobre el nivel del mar.

Finisterra, Monte Pindo y Fervenza do Ézaro.

Sería un delito visitar Estaca de Bares y Ortegal y dejarnos en el tintero Fisterra –Finisterre-, el lugar en el que los romanos pensaban que se acababa el mundo. El lugar en el que el sol se hunde en el Atlántico. Se ha puesto de moda que, tras visitar Santiago, los peregrinos terminen el camino en Fisterre, pero lo cierto es que este punto ha sido lugar de peregrinación desde la época prerromana. La plaza Ara Solis, recuerda en la aldea de Fisterra el altar erigido por las tribus celtas para rendir culto al sol.

El cabo del fin del mundo, construido en 1853, es el que está más al oeste de toda Europa continental. y desde él podemos ver la ría de Corcubión, la costa de Carnota y el Monte Pindo que es, precisamente, mi siguiente propuesta.

Ezaro
La fervenza de Ézaro, donde el río Xallas cae al mar

El Monte Pindo, el Olimpo de los Celtas, está situado entre los concellos Cee, Dumbría, Carnota y Mazaricos y es un auténtico coloso de piedra catalogado como Lugar de Importancia Comunitaria e incluido en la Red Natura 2000. Desde los 627 metros de altura a los que se encuentra situado su mirador, en un día claro, se puede dominar media Galicia. Pero, además, sus más de 4.500 hectáreas son un tesoro geológico y biológico y una fuente inagotable de leyendas enraizadas en lo más profundo de la cultura gallega. La ascensión, incluso en coche -no me la plantearía de ninguna otra forma, pero sí es cierto que a su cumbre arribó el pelotón de la Vuelta a España hace unos años- se las trae, pero merece la pena hacer cima solo por contemplar el espectacular paisaje.

La última joya de la jornada, la Fervenza do Ézaro, que convierte al río Xallas en el único en toda Europa que desemboca en el mar en forma de cascada. El entorno no puede ser más agradable, con un paseo fluvial que, al remontarlo, nos lleva a ese pequeño tesoro granítico. En verano al menos, por las noches, iluminan el salto de agua y es realmente cautivador. Aunque es una zona escapada, el paseo está perfectamente habilitado con pasarelas para ir con niños. En este enlace de Lonifasiko os cuentan todo detalladamente.

Os Ancares y O Courel

Con infinidad de rutas y senderos recorriendo el corazón de este parque natural, sería por mi parte bastante osado y reduccionista recomendaros visitar algo en concreto. Os Ancares son un paraíso natural compartido por Galicia -al este de la provincia de Lugo- León y Asturias que hay que recorrer sin prisa, al ritmo de cada uno, eligiendo bien las paradas o improvisando el camino. De orografía complicada e incluso aislado por la adversa climatología durante algunos momentos del año, visitar Os Ancares es como transportarse al pasado en un entorno agreste y casi virgen.

El mayor espacio natural de Galicia está plagado de castaños, hayas, robles, avellanos… bosques sin fin que dan cobijo a lobos, jabalíes, corzos…

Os Ancares
Os Ancares y sus mil colores

Desde Becerreá, con paradas en el Castillo de Doiras -es privado y no se puede visitar- y el Piornedo, podéis conocer sus Pallozas, construcciones tradicionales algunas de las cuales todavía recrean cómo eran las condiciones de vida tradicionales de la zona. Suarbol, el pueblo de los sonidos, el castillo de a Proba de Navia o el castro de Santa María de Cervantes son algunos de los enclaves privilegiados de la zona.

La Devesa de Rogueira, en plena Serra do Courel, es uno de los pocos bosques atlánticos genuinos que quedan en Europa. 200 hectáreas en las que se concentran más de 1.000 especies botánicas. Hay rutas de diversa dificultad tanto para amantes de la montaña con cierta preparación como para viajeros menos ambiciosos, pero pensad que en algunas de ellas es necesario superar más de 700 kilómetros de desnivel en apenas cuatro kilómetros. Si lo conseguís sentíos afortunados porque habréis disfrutado de uno de los parajes naturales más recónditos de Galicia.

A Ribeira Sacra y cañones do Sil

La Ribeira Sacra es el “gran cañón” gallego. Uno de los tesoros mejor guardados por la naturaleza en la que conviven uvas, castañas e iglesias -de ahí lo de Sacra- alrededor de los ríos Sil y Miño, que riegan este gigantesco parque natural.

Hay dos Ribeiras Sacras, la lucense y la ourensana, que están hermanadas por ambos caudales. La zona sur es más conocida y sus rutas están más concurridas con los tan de moda viajes en catamarán, las vistas de los balcones de Madrid o la obligatoria parada en el Monasterio de San Estevo, donde el tiempo se ha detenido en esta joya del Románico.

A Ribeira Sacra
A Ribeira Sacra, la tierra del Miño y del Sil

Lo hermoso de la Ribeira Sacra ourensana es que puedes estar en absoluto silencio durante horas, rodeado de “soutos de carballos y castaños” y vides que crecen en las empinadas laderas de los cañones del Sil. De hecho, la viticultura heroica, en la que los agricultores recogen las uvas para la vendimia en lugares imposibles, es otro de los atractivos de las numerosas bodegas de la zona.

Es recomendable dejarse llevar por los mapas, a la antigua usanza, y no dejar de visitar lugares como “A fábrica da Luz”, en Parada do Sil; el embalse de Belesar, en el municipio lucense de Chantada; o la cascada de “Auga Caída”. Entre ambas provincias merece la pena hacer una parada para observar la huella romana en la excepcional obra de ingeniería y minería (de oro) de Monte Furado.

Imágenes: Shutterstock

María L. Fernández

Soy María Fernández. Mujer, madre, amante, amiga y periodista en permanente propiedad conmutativa. No sé vivir sin contar historias. Las mías, las tuyas, las de los demás. Nunca sabrás si voy o vengo, pero cuando te hablo ten la seguridad de que lo hago de forma honesta, porque no sé hacerlo de otra manera.

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1 comentario

  1. Desde hace mucho que tengo ganas de volver a Galicia y leerte ha hecho que esas ganas crezcan. Galicia es una tierra preciosa y es una pena lo que le están haciendo…

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