Este martes acaba la octava edición de Masterchef Junior y vengo a quejarme. Mira que me caen bien los jueces y el equipo que siempre me han tratado de maravilla cuando he ido al programa pero es que esta edición ha sido una pasada con la dichosa pregunta “¿pero a ti quién te gusta?” “¿Es tu novio?” “¿Tienes el corazón ocupado?”. Por favor, dejad a los niños ser niños y dejad de hacerles ese tipo de preguntas tan rancias, fuera de lugar y más propias de tiempos pasados que del presente.
Me irrita mucho. Puedo entender, aunque no lo comparta, alguna alusión de vez en cuando. Pero es que es una constante. Siempre que pueden, lasca, la preguntita de marras “¿es que no te gusta que esté en el otro equipo porque es tu novia?” “¿sólo sois amigos?” “¿Cómo van los progresos?”. Si no es con sus propios compañeros es con los jueces. “Ay, a Fulanita le gusta Jordi”. Son niños. Entre 8 y 12 años. A la mayoría de ellos lo que les gusta es jugar y divertirse. Este tipo de preguntas sobran por completo ¡porque sólo le interesan al que pregunta!
Es muy innecesario, primero porque la mayoría no tienen este tipo de inquietudes. Quizás los más mayores sí que estén a las puertas de la pubertad y del despertar sexual, pero es que estas preguntas se hacen indiscriminadamente a niños tengan la edad que tengan. Ellos no ven a sus compañeros y compañeras de ese modo; son meros compañeros de juegos. Somos los adultos los que los estamos sexualizando. Atrás quedaron los años en los que las aulas estaban segregadas por sexos (todavía quedan algunos colegios, pero ahora son los menos) y niños y niñas comparten clases y juegos con absoluta normalidad. ¿Qué necesidad hay de estar preguntando por algo que mayoritariamente no les interesa? ¿Es por hacer la gracia? Pues no la tiene en absoluto.
Hablo de Masterchef porque en esta edición han sido muchas las tramas y preguntas relacionadas con amoríos forzados. Mis propias hijas han dicho en más de una ocasión “¡pero qué pesados con el tema!”… pero no es algo que sólo sea achacable a ellos. En cualquier colegio se oyen este tipo de preguntas a niños de infantil y las mismas madres y padres fomentan estas cosas. Más de una vez he oído a madres cuyos hijos se suponía que eran novios se trataban en broma de consuegras.
Recientemente vimos un episodio similar en El Hormiguero cuando Pablo Motos le preguntó a la niña Luna Fulgencio, que iba a presentar la segunda parte de Padre no hay más que uno si había un actor que le gustara. La niña contestó que le gustaba Blanca Suárez y cuando se percató de que le estaba preguntando en plan amoroso le dijo “que tenía 9 años y no 26”.
Que tenga que ser una cría la que ponga el sentido común ¡manda huevos!. Pero es que encima estamos transmitiéndoles a los niños que hay una forma correcta de hacer las cosas y una que no está bien. ¿Y si le gusta Blanca Suárez en plan sexual, qué? ¿o es que sólo podemos afrontar la vida como heterosexuales?
Es el momento de dejar de hacer ese tipo de preguntas chorronas. A los niños no les interesan lo más mínimo y además los adultos quedan retratados como si fueran auténticos imbéciles. Sólo en algunos casos la pregunta podría hipotéticamente ser pertinente (aunque muy impertinente, pues también), pero en la mayoría de los casos o bien no les interesa lo más mínimo o les incomoda. ¿Por qué le tienen que contar su vida sentimental, de haberla, a un perfecto desconocido? ¿Por qué tenemos que dar por supuesto que todos somos heteronormativos? ¿Por qué a una criatura que puede estar empezando a plantearse cosas le tenemos que hacer pasar un mal rato involuntariamente?
Basta ya. En serio.