Es cierto, que el colágeno suele estar relacionado en todas las conversaciones con la juventud y la belleza, pero se nos olvida que también es hablar de colágeno también es hablar de calidad de vida y sobre todo de bienestar y salud a largo plazo.
El colágeno es la proteína más abundante que tenemos en el cuerpo, es la encargada de dar estructura, firmeza y elasticidad a nuestra piel, pero también es la responsable de mantener nuestros huesos en condiciones óptimas, igual que los tendones, los ligamentos, los músculos y los vasos sanguíneos. El colágeno tiene mucho trabajo de mantenimiento en nuestro organismo y sin él, literalmente nos desmoronaríamos como un castillo de arena en la playa.
Lo malo es que por lo que sea, con el paso del tiempo a nuestro cuerpo se le va olvidando producir colágeno con la misma frecuencia y en la misma cantidad, así que sí, sería bueno ayudarnos a que esos niveles de colágeno o no caigan tanto o no lo hagan tan pronto.
En la piel, el colágeno es responsable de esa apariencia tersa y jugosa que asociamos con la juventud, es la proteína que mantiene la piel elástica, firme y joven. A medida que el cuerpo produce menos colágeno con los años, la piel empieza a perder esa estructura interna que la sostiene lo que se va traduciendo en flacidez, arrugas más profundas, líneas de expresión marcadas y una piel más apagada y seca.

Además, la reducción de la cantidad de colágeno que produce nuestro organismo afecta a la capacidad de la piel para retener la humedad y regenerarse, lo que puede hacer que las heridas tarden más en sanar y que la piel sea más vulnerable a las agresiones externas. Sí, todo son malas noticias.
En los huesos, el colágeno es el ingrediente secreto que les da resistencia y flexibilidad, lo que ayuda a prevenir fracturas y en las articulaciones, actúa como un amortiguador, permitiendo que nos movamos sin dolor. Incluso en los vasos sanguíneos, el colágeno mantiene su elasticidad y previene problemas cardiovasculares. Vamos que es muy importante y tiene mucho trabajo en nuestro organismo, por eso quizás lo echamos tanto de menos cuando bajan los niveles de colágeno en nuestro cuerpo.
“El proceso natural de envejecimiento conduce a la degradación del colágeno, por lo que empieza la pérdida de firmeza y elasticidad de la piel”, ha comentado en distintas entrevistas la doctora Rita Sêco, especialista en medicina estética del Instituto de Benito y ella añade a este respecto que “la síntesis de esta proteína varía durante las diferentes etapas de la vida: a partir de los 25 años, la capacidad de reponer colágeno disminuye alrededor de un 1’5% por año.”
El gran enemigo: la edad
Está claro que todo lo bueno termina y al colágeno le va pasando lo mismo, según explica esta experta. A partir de los 25 años, nuestras células empiezan a perder capacidad para sintetizarlo. Este proceso es silencioso pero implacable y cada año vamos perdiendo un porcentaje de colágeno de nuestro cuerpo, al principio como es poquito ni lo notamos pero con el paso del tiempo sus efectos se hacen evidentes.
Las primeras señales suelen aparecer en la piel: arrugas, flacidez, pérdida de hidratación y ese “efecto cansado” que ningún maquillaje consigue disimular del todo. Pero la pérdida de colágeno va mucho más allá de lo estético como hemos visto antes.
Los huesos se debilitan, las articulaciones se vuelven más rígidas y dolorosas, los músculos pierden soporte y los vasos sanguíneos se hacen menos elásticos, aumentando el riesgo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
“la síntesis de esta proteína varía durante las diferentes etapas de la vida: a partir de los 25 años, la capacidad de reponer colágeno disminuye alrededor de un 1’5% por año.” Compartir en XEl colágeno y la salud femenina
En la mujer, la pérdida de colágeno puede ser especialmente acusada a partir de la menopausia, cuando los cambios hormonales aceleran el proceso. Esto no solo afecta a la piel, sino también a la salud ósea y articular, incrementando el riesgo de osteoporosis y lesiones.
El colágeno es el gran aliado de la salud femenina, pero también uno de los primeros recursos que empieza a escasear con la edad. Tomar conciencia de su importancia y adoptar hábitos que favorezcan su conservación es, sin duda, uno de los mejores regalos que podemos hacernos a nosotras mismas. Porque cuidar el colágeno es cuidar nuestra piel, nuestros huesos, nuestras articulaciones y, en definitiva, nuestra calidad de vida.
Así que, si quieres llegar a cada década con energía, vitalidad y una piel radiante, empieza hoy mismo a mimar tu colágeno. Tu cuerpo y tu bienestar te lo agradecerán.
Durante la menopausia, la disminución de estrógenos acelera la pérdida de colágeno: en los primeros cinco años, la piel puede perder hasta un 30% de su colágeno, lo que provoca una pérdida notable de grosor, elasticidad y luminosidad. Además, la menor producción de sebo contribuye a una piel más seca y propensa a irritaciones.

¿Cómo podemos evitar la pérdida de colágeno?
La buena noticia es que, aunque la pérdida de colágeno es inevitable, sí podemos ralentizarla y, en cierta medida, compensarla. La clave está en adoptar hábitos de vida saludables y en mimar nuestro organismo desde dentro y desde fuera.
Además del envejecimiento natural, factores como la exposición al sol sin protección, el tabaquismo, una dieta pobre en nutrientes y el estrés oxidativo aceleran la degradación del colágeno en piel y articulaciones. La genética influye, pero el estilo de vida y la alimentación juegan un papel decisivo en la velocidad y el alcance de esta pérdida.
Aunque el envejecimiento es inevitable, adoptar hábitos saludables —como una dieta rica en proteínas y vitamina C, evitar el tabaco y la exposición solar excesiva, y cuidar la piel con productos adecuados— puede ayudar a retrasar los efectos de la pérdida de colágeno y mantener la piel y las articulaciones en mejor estado durante más tiempo.
“El 85% de los signos de la edad están directamente vinculados a nuestro estilo de vida”, explica la directora de comunicación científica de la casa de cosmética Clarins, Marie Hélène Lair en distintas entrevistas y añade que “adoptando un estilo saludable podemos ser los “pilotos” de nuestro envejecimiento”.
Alimentación: el primer paso para cuidar tu colágeno
La dieta es fundamental. Aunque el colágeno es una proteína de origen animal, no se absorbe tal cual, sino que nuestro cuerpo lo descompone en aminoácidos para luego sintetizar su propio colágeno. Por eso, es importante consumir alimentos ricos en proteínas de calidad, como pescado, carne magra, huevos y, sobre todo, caldos naturales hechos con huesos o piel de pescado.
Las frutas y verduras ricas en vitamina C, como el kiwi, las fresas, los cítricos o los pimientos, son imprescindibles, ya que esta vitamina es esencial para la formación de colágeno. Otros aliados son la soja, los frutos secos y las semillas, que favorecen la producción de esta proteína.
Un truco tradicional que ha vuelto con fuerza es el caldo casero de huesos: basta con hervir huesos de res o pollo durante varias horas para obtener un líquido rico en colágeno y minerales, ideal para tomar a diario.
El mercado además está plagado de propuestas de suplementos de colágeno que pueden servirnos de ayuda para cuidar nuestra salud siempre teniendo en cuenta lo que señalan expertas como Rosa Mª Mirete , doctora de la unidad de Endocrinología de ENEA Clínica que apunta que “cuando tomamos suplementos de colágeno, este no se absorbe como tal, sino que los digerimos y lo asimilamos como aminoácidos para después sintetizar nuestro propio colágeno”.

Hidratación y protección solar: dos gestos clave
Beber suficiente agua es básico para mantener la piel y los tejidos conectivos hidratados. Una piel deshidratada pierde elasticidad y se arruga antes. Y, por supuesto, protegerse del sol es imprescindible: los rayos ultravioleta destruyen el colágeno y aceleran el envejecimiento cutáneo. Usa protector solar todo el año, incluso en días nublados.
Ejercicio, descanso y hábitos saludables
El ejercicio regular ayuda a mantener la masa muscular y la densidad ósea, lo que repercute positivamente en la producción de colágeno. Dormir bien, respetar los ritmos de descanso y evitar el estrés crónico también son factores clave para la regeneración de los tejidos.
Por el contrario, el tabaco y el exceso de alcohol son enemigos declarados del colágeno: ambos aceleran su degradación y dificultan la reparación celular.
Cuidado cosmético: aliados para tu piel
En el mundo de la cosmética, hay ingredientes que pueden estimular la producción de colágeno, como el retinol y la vitamina C. Mantener una rutina de limpieza, hidratación y protección solar es esencial para preservar la juventud de la piel.
El colágeno, mucho más que belleza
Aunque solemos asociar el colágeno con la belleza y la juventud, su papel va mucho más allá de lo estético. Unos niveles adecuados de colágeno son fundamentales para la movilidad, la independencia y la calidad de vida a medida que envejecemos. La pérdida de colágeno no solo se traduce en arrugas, sino en un mayor riesgo de fracturas, lesiones articulares y problemas cardiovasculares.
El colágeno también es esencial en las articulaciones, ya que constituye la base del cartílago que amortigua los extremos de los huesos. Con la edad, la reducción de colágeno debilita el cartílago, los tendones y los ligamentos, lo que puede provocar dolor, rigidez, inflamación y una progresiva pérdida de movilidad articular. Este desgaste aumenta el riesgo de desarrollar artrosis y otras enfermedades articulares degenerativas.
En las mujeres, el descenso hormonal de la menopausia acentúa estos problemas, ya que los estrógenos desempeñan un papel fundamental en la síntesis de colágeno. Así, la debilidad articular y la pérdida de densidad ósea pueden incrementarse, elevando el riesgo de osteoporosis y fracturas.
Por eso, cuidar el colágeno es una inversión en salud a largo plazo. Prestar atención a la alimentación, la hidratación, el ejercicio y los cuidados diarios es la mejor forma de mantener nuestro “andamiaje” interno en óptimas condiciones.
