Nery, de Mujer y Madre y Viceversa
Hace días, en una reunión de amigas, una de ellas nos hablaba, un poco triste, sobre su retiro del mundo laboral. Había tomado esa decisión para poder dedicar mas tiempo a sus dos hijos y a su casa, pues su trabajo la absorbía demasiado. Ella nos planteaba esta situación como un “parte aguas” en su vida y, aunque con algunas lagrimas, reconocía que se sentía feliz por esa decisión.
En lo personal me conmovió su historia, porque además hablaba con mucho orgullo sobre los logros que consiguió durante el tiempo que estuvo dentro de el mercado laboral. Durante años tuvo un trabajo muy bueno, que le permitía viajar y que, por supuesto, le daba muchas satisfacciones, además de un buen salario, razón por la cual a algunas de las amigas del grupo les resultaba difícil entender aquella decisión.
Sin embargo, mientras ella nos contaba todo eso, yo, lejos de opinar si estaba bien o no dejar un trabajo así, no pude más que sentir un nudo en la garganta, y a punto estuve de soltarme a llorar con ella al verme reflejada en su historia pues, así como ella, hace tiempo yo también tomé una decisión similar cuando decidí dedicarme a formar una familia y “convertirme en mamá a tiempo completo” y aunque no me arrepiento de esa decisión, no dejo de sentir algunas veces cierta nostalgia por ello.
Cuando conocí a quien hoy es mi esposo yo era una orgullosa y soltera ejecutiva con un puesto de gran responsabilidad en una mediana empresa dedicada a la fabricación de textiles, un puesto que por cierto me brindó muchas satisfacciones y fue un gran logro en mi vida, ya que lo obtuve a base de mucho esfuerzo. A pesar de que vivía aun con mis padres y el cargo que dirigía era dentro de una empresa familiar, yo me consideraba de alguna manera “independiente”, pues durante todos los años que trabajé en la empresa, todo lo que vestía o viajaba lo pagaba con el dinero que provenía exclusivamente de mi propio trabajo.
Por supuesto, cuando me casé las cosas cambiaron, todo comenzó a pagarse con el dinero de “el trabajo” de mi marido y, de verdad ¡cómo me costaba lidiar con eso!, sobre todo porque desde chica siempre tuve ideas inclinadas al feminismo y a la independencia, aunque sin caer en lo “radical”. Confieso que yo era de esas personas que creía fervientemente que el destino final de una mujer no debería ser eso: los hijos y la casa. Incluso, ingenuamente, criticaba a quienes lo hacían.
Por ello, poco tiempo después de casarnos, abrí un pequeño negocio, una boutique de ropa para mujer. Era un negocio que me gustaba mucho y que además me brindaba cierta autonomía financiera, pues nunca me ha gustado sentirme dependiente de nadie, sin embargo con el paso del tiempo y en la medida que mis hijos crecieron, las cosas se complicaron y por diversas razones me vi en la necesidad de cerrarlo.
Sin embargo, a pesar de que hoy se pudiera considerar que estoy dentro de esta categoría denominada “mamá que no trabaja” (aunque este termino no es del todo cierto ) sigo realizando otras actividades paralelas al cuidado de mi hijos, que me brindan algunos ingresos económicos, y sigo apoyando la idea de que las mujeres puedan desarrollarse en cualquier ámbito que deseen siempre y cuando eso las haga felices.
Aunque, con el tiempo, confieso que me he dado cuenta de que luchar por un espacio para las mujeres se ha convertido en una lucha contra los hombres, una competencia brutal también entre las propias mujeres. Me doy cuenta además, que muchas de las mujeres hoy en día ya no vemos a los hijos y la casa como un proyecto de vida, como una opción en la que podamos encontrar felicidad. Mucho menos como el proyecto más importante de nuestra vida. Hoy muchas mujeres ven la casa y los hijos como un lastre, como una carga, como una prisión, por eso quien decide abandonar el mercado laboral para convertirse en “madre a tiempo completo” corre el riesgo de ser “quemada en leña verde”.
En lo personal, me considero a favor de “las mujeres” aun cuando las feministas me consideren indigna. Sigo apoyando la idea de que las mujeres deben tratar de desarrollarse siempre sin importar la edad, en el ámbito que deseen, y si lo que desean es un trabajo asalariado, pues ¡adelante!. Sin embargo, igualmente creo que las mujeres también tenemos el derecho de elegir mas allá de un trabajo asalariado sin que se nos debería juzgar por ello, pues todas somos libres de decidir y tenemos el derecho (como muchos otros tantos) de hacer con nuestras vidas lo que se nos “pegue la gana”.
Como ya mencioné antes, las mujeres no solo tenemos el derecho sino la obligación de desarrollarnos, construirnos y reconstruirnos a nosotras mismas y si para ello alguien necesita abandonar el mercado laboral, es muy respetable. Si alguien desea desarrollarse y realizarse en el ámbito personal y no en el profesional no se nos debe de estigmatizar. Ni decir si eso esta bien o esta mal, si traiciona alguna causa o no, o si depender económicamente de la pareja es malo o no.
Habría que preguntarnos pues ¿quién dicta las normas de lo que esta bien y de lo que no? ¿de lo que debe de hacer cada mujer o no con su vida?¿Quién decide que solo trabajando fuera de casa te conviertes en alguien productivo para la sociedad? ¿Quién decide que solo mediante un trabajo asalariado puedes realizarte como persona? ¿Quién dice que trabajar sin un sueldo te convierte en parásito o una tonta? ¿Quién diablos determina eso?
Yo creo que el problema no es si trabajamos fuera de casa o no, el problema es que les hemos dado el poder a otros de opinar sobre nosotras. El problema es que hay muchos estereotipos alrededor de “las mujeres que se quedan en casa” (y nosotras muchas veces hemos contribuido a ello). Nos han hecho creer que las “mamás a tiempo completo” son improductivas para la sociedad, que su trabajo no tiene ningún valor, cuando eso es totalmente falso, pues todas sabemos -aunque muchas no lo aceptemos- que criar a los hijos y resolver asuntos domésticos tiene un gran valor y es una aportación económica socialmente necesaria en esta sociedad. Eso sin contar que, además, muchas de esas mamás no solo tenemos la capacidad para dirigir y gestionar el hogar al cien por cien, sino que, además, contamos con la capacidad (y la mayoría lo hacemos) de combinar todo esto con muchas otras actividades paralelas, nos generen o no algún tipo de ingreso paralelo.
Así pues, mi reflexión final es: no permitamos que las críticas de los demás jueguen el papel más importante en nuestras inseguridades, no esperemos a que alguien más venga a darnos una palmadita en la espalda y a decirnos “¡que noble labor realizas!” para poder valorar lo que hacemos. Dejemos de darles “poder” a quienes quieren imponer sus decisiones y opiniones sobre nosotras, a quienes dictan lo que está bien y lo que está mal. No podemos ni debemos sentir pena al decir “soy mamá en casa”, no estigmaticemos nuestra labor, y ¡ojo! tampoco se trata de que nos colguemos carteles de “mujeres sacrificadas” pues eso, además de patético, suena bastante pretencioso.
Finalmente, creo que cada mujer que realiza alguna actividad ya sea en su hogar o fuera de este, e independientemente de que le genere algún ingreso económico o no, puede ser una “mujer realizada”, y también creo que cualquier mujer y madre que ama a su hijos y hace todo lo posible para sacarlos adelante y los lanza convertidos en hombres y mujeres de bien a una sociedad tan ávida de ello, ya está contribuyendo de alguna forma a la sociedad, puesto que, lo crean o no, educar y formar niños en adultos responsables es una gran función social (solo hablo de mujeres y madres no por restarles mérito y responsabilidad en esta función a los padres, sino porque este foro público trata justamente de mujeres y madres), ya que son estos niños y niñas que muchas MUJERES Y MADRES estamos educando hoy, los adultos del futuro, el principal engranaje y la fuerza que hace funcionar esta gran máquina que camina todos los días llamada SOCIEDAD .
En mi opinión, mi trabajo de madre es con mucha diferencia el más dificil que he tenido que hacer en mi vida y también el que tiene mayor repercusión.
Las madres debemos saber de nuestra importancia
Yo trabajo fuera y dentro de casa, porque no puedo permitirme trabajar solo en mi familia, que es sin duda el mejor y más importante proyecto que tengo y tendré jamás. Dejemos de juzgarnos y vivamos,
Totalmente de acuerdo contigo Pilar! Y si, es verdad lo que dice Cristina Sz, hagámos lo que para cada quien sea “lo mejor” y de acuerdo a la realidad particular de cada quien, pero sin juzgarnos, que finalmente todas vamos dentro del mismo Barco.
Que artículo más acertado pues reflejas el día a día de muchas mujeres, tristemente como lo mencionas en esta sociedad se han dicotomizado las cosas y si se cree que si se está en uno de los bandos , en este caso ser madre a tiempo completo o desarrollarse en el mundo laboral, se debe minimizar el otro.
Somos madres, mujeres, seres humanos con nuestros sueños, metas, virtudes y defectos, y si bien los movimientos feministas han conseguido grandes logros en materia de derechos, considero que el más importante de ellos es el de la libertad, y ser libre implica poder decidir, y en este caso decidir lo que te haga más feliz o esté en tus posibilidades ya sea estar con tus hijos o irte a trabajar, sin miedo a sentirse juzgada y sin juzgar.
Feliz noche desde Colombia
A mi me gustaría ser madre a tiempo completo. Me gustaría que me dijeran y criticaran por hacerlo. Porque sabría que responderles. Cada uno tiene un sueño y unas necesidades.
Yo siempre había soñado con que el día que naciera mi hija, me quedaría con ella, aunque fuera hasta el segundo año, para poder, no solo disfrutar de ella a tiempo completo, si no que ella también lo hiciera de mi y poder, así, enseñarle los valores que nosotros seguimos.
Pero mi gozo en un pozo. Papi está sin trabajo y no llegamos a fin de mes. Todo esto cuando estaba de casi 8 meses. Así que con 11 meses, el papi está con ella y es él el que es papi y amo de casa todo el día. No me puedo quejar, él lo hace lo mejor posible y la peque no puedo dejarla en mejores manos. Peeeeero yo siento cierta envidia de él y de todas aquellas madres que tenéis la posibilidad de poder hacerlo.
Yo creo que si no se juzga y se cree que es mejor que otra persona, hay gente que no es feliz. Es mejor señalar con el dedo a que te señalen. Y yo pienso que esta sociedad sería mejor y seríamos más felices si cada uno de nosotros se metiera en su propia vida y no en las ajenas. Porque no conocemos ni la mitad de una historia, que ya estamos juzgando y eso me llevan los demonios.
Saludos