Seguro que más de una vez has pensado que haría si te tocará la lotería, ¿o no? Soñar despierto imaginando
Si me tocara la lotería me callaría (Sara)
Obviamente sería algo que compartiría con mi familia cercana… pero no creo que cambiara mi vida, es más, me callaría probablemente. Tengo poca fe en las loterías y de hecho no suelo jugar (aunque me encante ver a los niños de San Ildefonso en el sorteo de Navidad). Así que no creo que cambiara muchas cosas. Seguiría con mi vida tal y como la tengo ahora… o eso creo.
Agujeros, viajes y tranquilidad (Merak)
¿Quién no ha oído alguna vez a un suertudo ganador de la lotería diciendo que con su premio iba a “tapar algunos agujeros”? Pues yo no iba a ser menos. Quien viva libre de deudas que tire la primera piedra… Así que, como os podéis imaginar, de buenas a primeras diría adiós a la hipoteca. A partir de ahí, y de mejorar la vida de algunos de los que me rodean, quizás me sucedería como a Sara, que no haría excesivos cambios, aunque viviría, eso sí, con más tranquilidad. Puestos a darme algún capricho, seguro que sería poder viajar más.
Respirar y planificar (Nat)
Os mentiría si os dijese que no he pensado en esto antes más de una, dos y tres veces. Imaginar que toca la loteria es un sueño recurrente. Y yo si me tocará un Euromillón de esos inimaginables no se ni que haría la verdad. ¿Os imagináis? Creo que lo primero que haría sería parar, respirar profundo y planificar, planificar muy bien. Porque planificar bien lo que hagas con tanto dinero puede ser la clave para disfrutarlo aún más.
Emprender (María Jardón)
Evidentemente como mi compañera Merak lo primero que haría sería tapar agujeros, principalmente, acabar con la hipoteca, pero con lo que me sobrara emprendería. No sé si lo utilizaría para poner en marcha un proyecto que siempre he querido o sencillamente para cogerme un año sabático y dedicarme a escribir, pero desde luego que lo aprovecharía como un empujoncito para poner en marcha sueños y proyectos que siempre tengo en la cabeza.
Soñar (Pilar)
Sí, creo que eso sería lo primero de todo y además sería inevitable aunque vendría directamente relacionado con la cantidad de dinero que hubiera ganado, eso también.
Y después de soñar un ratito con mi familia, pondría los pies en el suelo: planificaría un poco y no, no creo que cambiara mucho mi forma de vida. Quizás porque pensaría más en que mis hijos podrían necesitarlo y no tanto en que yo lo necesite, creo que realmente no lo necesito y quizás sea por eso.
Pagar la hipoteca (Majo)
Y una vez pagada, respirar, vivir, descansar. Desde luego, no malgastar. Se habrán acabado los apuros cada mes y podremos darle un giro a nuestras vidas. Como muchos españoles, nuestro mundo va paralelo a los gastos, y desde luego, la hipoteca es el principal de ellos.
Y como soy de poco pedir, y mucho de conformarme, tampoco pediría mucho más. Bueno, igual 1.000 € para gastar sin ningún apuro, pero vamos, que si no, pues tampoco pasa nada.
Un año sabático (Vero Trimadre)
Y digo un año por no decir dos o la vida entera. El dinero me haría dueña absoluta de mi tiempo, así que mi voluntad sería la de decidir día a día qué hacer, a qué hora levantarme, en qué invertir el tiempo, a dónde viajar y a quien invitar conmigo.
Me gustaría perderme en lugares exóticos con poco más que una mochila o ir a Munich unos cuantos meses a aprender alemán, donar dinero a asociaciones y fundaciones, dedicarme al voluntariado y colaborar con alguna ONG en cualquier parte del mundo. Tantos planes y tan disparatos como yo mismo. Un año para cumplir todos.
Imágenes: Pixabay (Nat)
¡hola! yo lo primero, bailaría y me iría de cañas.. y ya después, pagaría la hipoteca y dejaría mi trabajo en busca de uno más cercano a mis hobbies, ¡besos!
callar durante un año, pero del todo, no se lo digo ni al que duerme contigo. Comprar 4 pisos, dos en el centro de Madrid, dos en carabanchel, y al cabo de año, que ya lo habré asumido yo, comunicarlo a los que quiero, jubilarme y dedicarme a la vida contemplativa
Yo me iría de viaje por todo el mundo, con mis mochuelos y este hombre. Pero lo más importante ¡facturando siempre las maletas! Sin miedo a los recargos, al exceso de peso, a tener que pensar 40 veces si esto lo echo o no lo echo. ¡Ay, qué simple soy!