Mi compañero de verano: el indeseable papiloma

Que mejor que mi primer post en esta santa casa que confesaros que he pasado un intenso verano con un amigo íntimo, que no ha querido separarse de mí, que ha estado a mi lado, en cada paso que he dado, todo el tiempo, todo el día.

Verano. Pies con papiloma.
Estos podrían ser mis pies, pero no lo son.

Este verano nos hemos hecho íntimos mi papiloma y yo ¿qué pensabais, que hablaba de otra cosa?

Ya hago yo el chiste fácil no preocuparse: esto es empezar con buen pie ¿verdad?

Mi primer post en este magazine tenía que ser intenso y sentido, basado en la sinceridad y la experiencia personal y lo va a ser, el verano con un papiloma es intenso, es muy sentido y es una experiencia personal de esas que se recuerdan mucho tiempo. Lo que viene siendo un amor de verano de esos plastas, pues igual.

El papiloma llega a mi vida

Y es discreto. La cosa empezó despacito (¡sacaos ya el ritmillo de la cabeza que os perdéis!), con una pequeña marca en la planta del pie y claro, no le di la menor importancia.

Fue creciendo y yo no le echaba cuenta hasta que se vengó “¿Qué estás muy liada como para fijarte en mi? ¡pues te vas a enterar bonita!” y empezó a ponerse muy pesadito.

Dolor punzante al caminar e incluso cuando me daba la vuelta en la cama, dormida y mi pie caía justo en su área de acción sobre el colchón.

Eso es maldad, con lo mal que una duerme en verano por culpa del calor que encima algo tan pequeño venga a sumarse al incordio, es maldad.

pies descalzos
Nada de ir descalzo este verano ¡un horror!

Así que en una de esas decidí ir al podólogo porque yo misma decidí que eso era un callo (el primero en mis delicados pies, por cierto) y no podía ser otra cosa.

La podóloga es muy salada y al echarle el ojo me dijo que no tenía pinta, que parecía un papiloma estupendo y que si quería que empezáramos el tratamiento me pasaba un bonito presupuesto.

El papiloma no quiere dejarme sola

No, no he ido a la piscina en todo el verano. Ni antes de que él llegara a mi vida ni con él, obviamente, así que en la piscina no ha podido ser donde me lo he traído a casa.

No, no frecuento gimnasios ni saunas ni spas, los primeros debería frecuentarlos y los segundos no me importaría pero no se da el caso así que de ahí tampoco ha venido.

No, ni me he comprado zapatos ni comparto zapatos con alguien que haya tenido papilomas recientemente o no tan recientemente, teniendo en cuenta que el virus tiene un periodo de incubación de hasta seis meses.

Y ahí está el origen del bicho que he tenido todo el verano agarrado al pie. El papiloma entró en mi casa a través del pie de mi hijo pequeño en el mes de abril y a mí me llegó en el mes de julio.

Yo fui la encargada de hacerle las curas y aunque me esmeré  en la pulcritud y el cuidado para evitar contagios pues se ve que tengo mucho que aprender de Sam Tarly y su metodología frente a la psoriagrís.

Así que ya sé de donde ha venido pero no tengo claro que me apetezca erradicarlo como hicimos con mi hijo: criogenización.

Sí a él le dije que no dolería pero… ¡dolió! No hay más que añadir.

pies manchados de arena en la playa

El ácido acetilsalícico ha ido haciendo su función, despacito (¿pero qué os pasa, por dioorr?), cada día, varias veces al día. Ya sé que en el prospecto pone que sólo una vez al día pero de vez en cuando han sido dos veces al día, con rabia que eso también influye.

La zona primero se pringa bien de vaselina para no achicharrar la piel sana y después una gotita del ungüento sobre la mancha negra y a esperar que se seque para cubrirlo con una gasa y un esparadrapo o algo parecido que obviamente pega de pena sobre la vaselina ¡de lo más divertido el proceso, oigan!

El papiloma te mira

Sí, te mira y suena a Duncan Dhu, te mira con esos ojos negros que yo sí quiero ver llorar, sobre todo cuando se van, desaparecen, los extermino.

El papiloma es feo, es una mancha más o menos pequeña (depende de lo bien alimentado que esté el jodío virus) y oscura y eso lo diferencia del callo que puede ser feo también pero en versión clarita.

Además el papiloma es retorcido porque duele por los lados mientras el callo duele como si se clavara, es lo que llaman “un clavo” y duele hacia dentro, en vertical, ya me entendéis.

Y te mira mientras le pones encima la gota de producto eliminador  y esos son muchos días, no uno ni dos, así que casi que te da tiempo a intimar con él, a odiarle en profundidad por el día que tuviste que ir en vaqueros a la piscina de tu amiga o cuando llevaste a los niños a la zona de playa del Parque Warner con un calor de justicia y tu en la tumbona auto convenciéndote de que no hacía tanto calor ¡JA!

Le odias profundamente hasta que le echas, vete, no quiero verte, vete, lejos de aquí y no es que se vaya es que tú le echas y aquí paz y después gloria.

Así que ya veis, esto es empezar con buen pie y lo demás son buenas intenciones.

Fotos: Pixabay

Pilar Fonseca

Primero fui mujer, después periodista, luego esposa y ahora además de todo eso madre. Esto último me obligó a reorganizar todo lo anterior.
Me gusta escribir y comunicar.
Disfruto con un buen libro, una buena película, una buena serie, un buen viaje y una buena charla con amigos.
Podría alimentarme sólo de queso y chocolate acompañados de un buen vino, una que es mujer de gustos sencillos.

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3 comentarios

  1. Ay la leche. Qué mala pata la tuya.
    Espero que ya esté todo más controlado.

    Genial tu primer post en esta nueva casa.

    Enhorabuena

  2. Hola Pilar. Para que veas que no has sufrido sola te cuento que yo el 3 de agosto me rocié el empeine del pie derecho con agua hirviendo y me salieron cuatro hermosas ampollas que se fusionaron en una sola, la madre de todas las ampollas. Tuve suerte porque durante siete días no me dolió nada de nada. Hasta con cuidadito y un apósito protegido por un calcetín un día fui a la playa y a la piscina. Pero no todo iba a ser bonito, al séptimo día no descansé, digamos que dejé de poder andar y me arrastraba por la vida con un dolor que me moría. Hasta el pie se me hinchaba cada día de andar coja. Fui a urgencias por si se había infectado pero por suerte no. Digamos que dolía porque tenía que doler y que los días previos sin dolor habían sido un regalo. Pero me abrieron la ampolla, sacaron la piel muerta y quedó herida. Ale, haz curas cada día y huye del agua y de la arena de la playa. Y eso ha sido mi verano, ir coja, hacer curas y pisar otra vez una playa a finales de agosto cuando casi ya había caído la costra, pero no cuenta como ir a la playa, que hacía fresquito y apenas me mojé los pies. Hoy 14 de septiembre, un mes y 11 días después, sigo teniendo cicatriz y la piel nueva muy sensible, que si la toco o la rozo se queja un poco.
    Yo también tuve que ir a la piscina a ver bañarse a los demás…
    ¿Qué, las penas compartidas son menos?

  3. Buenísimo el post! Hay que tener mucho cuidado y es fácil que pase desapercibido hasta que deje de doler. Vaya tela con el tratamiento. No me extraña que lo acabaras odiando

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