La memoria selectiva es un recurso que emplea nuestro cerebro para nuestra propia supervivencia. Los episodios excesivamente dolorosos son suprimidos del recuerdo para no estar expuestos permanentemente al estrés que nos producirían. Pero mi abuela rizó el rizo de la memoria selectiva. Ella tenía memoria selectiva SELECTIVA.
Resulta que mi abuela llevaba un diario en el que narraba sus quehaceres diarios (valga la redundancia). Anotaba algo cada día. (Mi abuela habría sido mama bloguera seguro). Los fines de semana, por supuesto, eran apoteósicos. Los domingos describía con todo lujo de detalles el menú del día y la ilusionada espera a los hijos y nietos que vendrían a comer. Ni lo uno ni lo otro variaba mucho de un domingo a otro, o de una Navidad a otra. Lo más gracioso es que obviaba retransmitir las disputas entre hermanos o las quejas sobre si el arroz estaba pasado, también bastante habituales. ¡Esos detalles se le olvidaban siempre!
No, no sufro de amnesia, solo me acuerdo de lo bonito y de lo que quiero acordarme. Se llama memoria selectiva y es muy saludable tenerla.
— Mario Benedetti™ (@BenedettiDijo) 22. September 2015
Un día me pidió que revisara su diario para corregir las posibles faltas de ortografía. Cuando mi yo adolescente le preguntó por el “olvido” de ciertos pasajes domingueros me respondió con una sonrisa pícara y un guiño: “¡ay!, hija, es que si lo pongo todo se me terminará la libreta enseguida…”
Mi abuela se llevó a la tumba el recuerdo de una familia bien avenida, que se reunía los domingos y fiestas de guardar a comer su fabuloso “arròs a la cassola” (que de verdad lo era). Y a mí me dejó la idea de que uno puede en gran medida escribir su vida, seleccionando cuidadosamente los capítulos que mete en su cuaderno de momentos memorables y los que no. Ya que, de todos modos, no van a caber todos… 🙂
¿Es eso una vida ficcionada? ¿Edulcorada? ¿Depurada? ¿Filtrada? Pues igual sí, pero el caso es que los sucesos son ciertos y, ciertamente, no vamos a recordarlo todo, así que obviar por obviar… ¿por qué dejar nuestros recuerdos al azar si podemos hacer el esfuerzo consciente de obviar lo menos interesante y quedarnos con lo mejor? ¡Qué más da! Puestos a olvidar…
Selecciona recuerdos y elige quién quieres ser
Esa amiga que se sorprende por todo. Esa otra a la que le pasan siempre cosas divertidisimas… No te engañes. Lo suyo pasa, igual que tú y que yo… solo que luego le pasa el filtro del humor y redibuja su realidad dándole ese toque humorístico del que sus hazañas jamás carecen.
La otra, la dramática, a la que le pasa todo lo terrible… pues le pasa más o menos lo que a ti. Sólo que ella le pasa el filtro magnificado, el filtro dramón. Claro que hay vidas y vidas. No todos somos igual de suertudos pero no me cabe la menor duda de que la vida que te toca vivir también puede escribirse de muchas maneras y en tu mano está elegir cuales son los capítulos que conforman tu libro o qué tonalidad toman.
La furibunda que se cabrea con el mundo permanentemente porque siente que el mundo le debe algo. La tierna, esa que llora si le regalas flores porque tiene la fibra sensible a flor de piel. La aburrida, que se queja de lo poco excitante que es su vida. La que, por el contrario, se ilusiona por ir a comprar un helado y se alegra de cualquier pequeñez.
La frívola, que bromea de cualquier cosa incluso de las que parecen graves. La profunda, que le da importancia a todo, hasta a lo más nimio. La trabajadora, siempre a tope y prestando atención al detalle. La que hace la vista gorda ante los errores ajenos. La que consigue perdonarse los propios, corregir y pasar página, sin flagelarse…
Puede que, como yo, seas todas esas mujeres. Todas ellas y ninguna. Una u otra según el día. No todas me gustan por igual. No todos mis YOs me caen bien. Pero sigo buscándome y, sin duda, estoy cada vez más cerca de mi yo-YO. ¿Y tú? ¿Andas rondándole a tu tú-TÚ? ¿Se deja ver? 🙂
… pero ojo con churras y merinas
Una cosa es la memoria selectiva, como filtro que nos permite percibir nuestra vida mejor y nos hace estar más animados y positivos frente a nuestra realidad, y otra cosa muy diferente es distorsionar esa realidad, de cara a la galería, con el único fin de proyectar una imagen de éxito que ni uno mismo se cree. Lo de crear un falso yo para los demás… ¡a esto nuestra Majo lo llama “mucho postureo”!
Imagen: Pixabay
Me ha encantado lo practicaré
😀
Yo practico la memoria selectiva de tu abuela desde la más tierna infancia ja ja ja ja. Es que es verdad que no me cabe todo en el cerebro, soy desmemoriada, y puestos a elegir, me quedo con lo bueno.
JAJAJAJAJA doy totalmente fe! Es más mona…
¡Está claro! 😀
oye, es que sí se puede elegir y es gratis!