Ponte a pensar en esas cosas que no tendrías en casa si vivieras sola, o más bien, si no vivieras con un hombre. Yo lo tengo claro, como decía mi amiga Vero en uno de sus hilos filosóficos de Facebook, hay cosas que seguro que no entiendes por qué las tienes.
Recuerdo cuando andaba por mis veintitantos, que imaginaba mi vida tipo Rachel y Mónica de Friends, con un apartamento súper ideal en algún barrio cool de Nueva York y con unos vecinos buenorros, que se dedicaban a pasearse entre las dos casas, y liándonos unos con otros.
Pero la realidad es mucho más “normal”. No vivirás en un apartamento en Tribeca, sino que tus días los pasearás por tu morada que será en un piso, minipiso o como mucho en la habitación de soltera de casa de tus padres, o en su apartamento de la playa.
Si eres más o menos tradicional, como hice yo, abandoné el hogar familiar de mis padres, para irme a vivir con el que sería mi marido. Se admiten diversas modalidades: cohabitación anterior al matrimonio o simultánea, y es en ese mismito momento cuando la casa de tus sueños deja de serlo, para convertirse en una réplica de la casa de tus padres.
Esas cosas que pensaste que no tendrías en casa cuando vivieras sola
Un cajón lleno de cables
Venga, reconócelo, jamás pensaste que acabarías teniendo un cajón, o dos, y si hablamos de “compañeros frikys”, hasta tres cajones llenos de cables.
Hay cargadores viejos de móviles (hasta el del Nokia de hace más de diez años tienes en ese cajón), cables HDMI, cables USB, micro USB, enchufes, ladrones, y otros que no eres capaz ni de saber de qué son.
La caja de herramientas
Cuando era pequeña, miraba la caja de herramientas de mi padre, con absoluta desidia. Jamás, se me ocurrió coger el martillo, ni el destornillador. No es cuestión de género, es cuestión de poca habilidad con las herramientas manuales. Así que el día que mi pareja entró con el taladro y con la caja de herramientas, un trocito de mi alma se rompió.
El mantel colocado en la mesa del salón o de la cocina
Entre mis muchas manías, heredadas o transmitidas por mi madre, está la de retirar el mantel lavable tanto del salón como de la cocina. Y es que, aunque retiramos las migas y pasamos el trapo después de comer, según la teoría de mi marido: ¿para qué lo vas a quitar si en un rato hay que volver a ponerlo? Y como con el paso de los años, las ganas de discutir por cosas poco importantes han pasado a un segundo lugar, el mantel se queda en la mesa. Pero reconozco que en el momento, en el que me quedo de ama y señora, lo retiro enseguida.
Productos contra los piojos
En la mente de toda mujer antes de ser madre, no tienen cabida los piojos, lombrices, ni animalitos similares. Imaginamos esa vida tan “guay”: tan Friends o tan Sexo en Nueva York, que como vamos a pensar que el día de mañana pasaremos nuestra tarde despiojando niñas, poniendo productos, o peleándonos con alguno de esos bichos.
Pensábamos que las cucarachas, era el peor de los insectos que podíamos tener presente en nuestras casa, pero ¡ay amiga! estábamos muy equivocadas.
La caja de gusanos de seda
Y hablando de bichos, insectos o similares, cuando pensabas en animal de compañía, jamás imaginaste que el precioso yorkshire que habías visualizado tantas y tantas veces, diera paso a una caja de zapatos vieja, llena de agujeros en la tapa, y con hojas de morera que te toca ir a buscar al parque más cercano, siempre que tengas suerte y este tenga el codiciado manjar de los gusanos.
Así que recordarme que si un día vuelvo a recuperar la autonomía y la capacidad de disposición de mi casa, no se me ocurra acumular cables en un cajón.
Imágenes: Pixabay y propia ( gusanos de seda)
A mí las herramientas en concreto me gustan más que a mi marido XD Pero como dices, esto depende más de la habilidad que del sexo. Lo del mantel, la verdad ni lo había pensado. En la mesa de la cocina me parece que queda tan ricamente así que ni me había planteado el recogerlo ¡pero si lo compré mono para que fuera decorativo!
En lo que sí que coincidimos es en lo de los piojos de las narices. De verdad, es uno de los grandes peajes que hay que pagar por ser madre. Qué súper ascazo.
Pero ascazo, ascazo.. No puedo con ello
Fíjate, yo los piojos pues bueno.. no lo llevo mal del todo. Me parece más engorroso que repulsivo pero con lo que me he hecho fuerte ha sido con los gusanos de seda… puuaaggg… a mi me huelen hasta mal.
No, de eso no hay en casa.. jejejeje
Las mías de momento no lo han plantaado, lo han intentado con los caracoles.. Jajajaja
A mí el tema del mantel me da depresión profunda, la verdad. Pero también hace años que no se mueve de la mesa del salón. Total, ya más glamour es imposible que pierda esta casa…
jajajaja. Ves?? NO somos tan diferentes tú y yo