Sí, era inevitable que en un día como hoy y viviendo donde vivo terminara publicando un post sobre política porque no nos engañemos, política eres tu como lo soy yo también y si no lo sabemos ver es que andamos más perdidos que una cabra en un garaje.
No sé cuanto ha durado la precampaña, la pre-precampaña, la campaña, ni cuanto durará la post-campaña porque terminadas las elecciones autonómicas en Madrid empiezan a oler los adelantos electorales de otras comunidades autónomas. Además, no nos olvidemos que todo este circo se ha montado para una legislatura autonómica de dos años, nada más.
Como muy tarde en la comunidad de Madrid volveremos a elegir presidente o presidenta para el 2023 y entre tanto habremos votado o estaremos a punto de votar alcaldes o alcaldesas, presidente o presidenta de gobierno y presidentes o presidentas de todas las comunidades autónomas del país.
¡Qué no pare la fiesta electoral!¡La fiesta de la democracia! ¡La libertad en estado puro! ¡Qué el pueblo elija a sus representantes! ¡Qué el electorado decida quienes serán sus gestores!
Los griegos, los de ahora pero sobre todo los de antes, eran un pueblo instruido y muy sensato y definieron con elegancia como “idiota” a la persona que se dedicaba únicamente a lo suyo, lo privado y no a la vida pública, lo común. Porque los griegos esperaban como sociedad que los ciudadanos participaran en la política y el que no lo hacía, el que iba a lo suyo, el que era un idiota, no era bien considerado por el resto.
¿Y qué es “lo común”? Pues sencillo, lo que nos afecta a todos porque aunque lo demos por hecho, vivimos en sociedad, en conjunto y aunque no nos caigan demasiado bien nuestros vecinos resulta que convivimos todos juntos y tenemos que implicarnos todos, en la medida de nuestras posibilidades, en que esto funcione, en que nos vaya bien a todos.
Más allá de los lemas sencillos de esos que se pegan como las moscas y que como las moscas lo que más hacen es molestar, más allá del ruido, de los insultos, de las mentiras, más allá del circo la política la hacemos tu y yo, política eres tu como lo soy yo.
Cuando decido dejar de comprar una camiseta aunque me guste porque recuerdo que tengo otras siete en el cajón, eso es política. Cuando compro fresas fuera de temporada aunque estén carísimas porque me quiero dar un capricho inmediato, eso es política. Cuando cojo el autobús o cuando decido ir andando al trabajo o al supermercado, estoy haciendo política, igual que cuando cojo el coche para ir a comprar una barra de pan a la gasolinera o al chino de la esquina.
Cuando valoro el trabajo de los profesores en función de los meses de vacaciones que creo que tienen, eso es política. Cuando me quejo en la barra del bar (en Madrid es que somos mucho de bares, ya sabéis) de lo mal que gestionan los impuestos o de lo mucho que roban pero sigo votando a los mismos no porque piense que lo hacen bien sino para que no salgan otros, eso es política, de la peor pero lo es.
Tus decisiones y las mías, son decisiones políticas y no sólo meter una papeleta en una urna cada cuatro años o cada dos o cuando decida el gestor de turno, es hacer política, política eres tu cada día, cada mañana preparando el café mientras escuchas la radio, la emisora que más se acerca a lo que quieres oír, eso es hacer política.
Y como decía alguien que ahora no recuerdo, lo siento, si tu no haces política no te preocupes que vendrá alguien que “te la hará” a ti ¡mira que les está costando entender eso a los que dicen el estúpido mantra de “es que yo de política no entiendo”!
¿Pero qué hay que entender? Nada. Hay que pensar dónde y con quién se quiere estar, hay que decidir cómo quieres vivir, cómo quieres que sea tu barrio, tu ciudad y tu país.
No hay que entender de ideas o de ideologías y sobre todo, mejor no tratar de entender los galimatías de algunos de los discursos de los candidatos. Hay que pensar, hay que analizar lo que está pasando, lo que queremos que pase y quién queremos que se beneficie nuestro vecino que se ha quedado sin trabajo por la pandemia o el presidente de un club de fútbol que dice que está arruinado desde sus edificios, sus empresas y sus negocios.
No es tan complicado ¿verdad? Y ya paro, disculpad pero es que llevamos un tiempito en Madrid que se nos sale la política y los políticos por las orejas.