Suegra, escúchame porfa

suegra escúchame

Y es que… igual que teminamos diciendo y haciendo esas cosas que juramos y perjuramos que no íbamos a hacer, cuando fuésemos madres… A ver si esto de ser suegra va a ser más de lo mismo y nos vamos a convertir, exactamente, en la suegra que nos ha tocado vivir más de cerca. O sea la nuestra.

Carta abierta a la suegra que seré (así se nota menos)

Querida YO-suegra:

Tengo miedo. Miedo de que te hayas convertido en la suegra que NO querías ser. Que sí, que lo harás por el bien de tu nuera y, por ende, de tus genes… pero es que tu nuera (aunque te cueste creerlo) es una mujer adulta. Una mujer que, a pesar de haberse emparejado con tu churrumbel, lleva años por el mundo. Una chica de su tiempo que incluso puede (ojo, digo puede) que, en algunos campos, sepa más que tú. Recréate un momento en este pensamiento: “Mi nuera es una mujer adulta. Con sus ideas, sus creencias, sus tarillas y digna de todo el respeto del que me creí yo digna en su día.” Sí, ya sé que infantilizar a una mujer no es delito (todavía) pero le haces (y te haces) un flaco favor.

Ejemplo práctico al azar

suegra

Tú, suegra, estás convencida (porque así te lo dijo tu madre, que aquí evidencia científica poca y opiniones para todos los gustos) que comer helado es bueno para el resfriado. Bien. Sabes positivamente, porque hace aaaaaaaños que eres abuela de sus hijos, que ella (tu nuera) NO lo comparte. ¿Y qué haces? Dárselo en el momento en que ella no está presente, porque claro complacer a un nieto y ser la yaya chachi es más interesante que mirar por su bien. (Esto es, sopita casera en lugar de helado. Claro, da mas trabajo. Ya sé).

Mira, es que tus nietos son SUS hijos (¿te suena?) y cuando SUS hijos enferman, ¿quién se queda con ellos? Tú no ¿verdad? No. La que se queda es ella. La que falta al trabajo es ella.

Te quedas hoy puntualmente un par de horas con el peque mientras ella lleva a la mayor al médico y, zasca, aprovechas para colarle un helado al niño, que lleva días sin ir al cooooole, afónico, con mocos y que no para de toser (igual que su hermana). A ella le darás el helado de marras en cuanto regresemos, mientras tu nuera se encarga del peque.

Claro, cuando tu nuera regresa al salón y descubre el pastel, se rebota un poco. Y es que las nueras, al principio, son prudentes pero llega un momento en que se les hinchan las narices. Tienes que comprenderlo. Probablemente, también te pasó. Entonces, cuando tu nuera te dice que, además de poco acertado, le parece una provocación, no puedes irte ofendida como si no supieras de dónde sale eso.

suegra, escúchame

Que tus actos acompañen tus palabras

Tampoco es necesario mandarle luego un mensaje “conciliador”(?) por whatsapp en el que le dices que “la respetas, que se hará lo que ella diga” (a ver cuándo) peeeero que ha de saber que: <y aquí le endosas tu lección> Un enlace: “Comer helado es bueno para el resfriado.”

Tu nuera te respondera que gracias por el “respeto” y te ajuntará otro enlace “Por qué la gente cree que comer helado va bien para el resfriado, cuando NO es cierto.”

Y hala, ahí estáis, cada una con su verdad. Pero mientras una duerme a pierna suelta, la otra no pega ojo, oyendo a sus hijos toser durante tooooda la noche (cagándose en todos sus tatataramuertos).

Y en el fondo, lo del helado es lo de menos.

Querida YO-suegra-del-futuro:

No pretendas saberlo todo mejor que tu nuera. Concédele al menos el beneficio de la duda. ¿Sabes? Puede que sepa leer… Puede que tenga acceso a información, incluso puede que se documente y no tome sus decisiones al tuntún así que… aunque te joda, respétala un poquito, pero de verdad.

Una joven sabelotodo es insoportable pero ¡eh! recuerda que una vieja sabelotodo NO lo es menos y que probablemente la primera se convertirá en la segunda. No confundas sabelotodería con sabiduría.

La sabiduría no alecciona. La sabiduría comprende, observa y acompaña. Es maleable, se cuestiona día tras día, si debe seguir en esa línea o adaptarse a nuevas circunstancias. La sabiduría NO es pétrea. La intolerancia sí que lo es. Es categórica,  contundente e inamovible.

La sabiduría es agua que fluye. Un río que se amolda a la geografía que recorre. Y cuanto más largo es el recorrido, más cede a su influjo, a la vez que lo orada. ¡Toma metafora! La sabiduría se amolda a su entorno a la vez que lo modifica con su presencia. Y esa es, precisamente, la suegra que quieres ser:

suegra, escúchame

La Suegra Río Colorado

¿Quieres ser una gran suegra? Pues deja de pensar que tú lo harías todo mejor. Y el énfasis en la palabra “harías” porque, en realidad, NO lo haces. Puede que lo hagas puntualmente, pero la que se lo curra día tras día y durante años, por si no te has dado cuenta, es la tonta de tu nuera.

Esto es como cantar en la ducha. Tras la cortida de plástico y frente a las azulejos, somos todos (como poco) barítonos y mezzo-sopranos pero oye, súbete al escenario a dar un do de pecho, amiga. Deja de dar por descontado que tú lo harías todo mejor.

Antes de ser madres estamos convencidas que lo haremos mejor que nadie. Y cuando lo hemos dejado atrás, pensamos que le damos veinte vueltas a cualquier madre novata (en especial, y por encima de todas las cosas, a la esposa de nuestro hijo). Curioso fenómeno.

Solo las madres, que están ejerciendo de madres, saben lo que vale un peine. Sufren, lloran y se parten el lomo y aún así, sienten que NO llegan. Solo ellas, desde la humildad, están convencidas de no ser todo lo buenas que deberían para sus hijos… y sueñan con hacerlo mejor mañana. ¿No es curioso? Mañana, cuando sean suegras podrán permitirse el lujo de fantasear con que, si lo hiciesen, por supuesto, lo harían mejor.

Resumiendo:
Que NO quiero que mis hijos (mientras tenga que cuidarlos yo) coman helado cuando están resfriados. Y punto.

Atentamente,

YO-nuera

Fotos: Pixabay

Nuria Puig

Mi nombre es Nuria pero, donde vivo, tienden a llamarme Julia. He tirado la toalla y, si me llamas Julia, también me giraré. He trabajado en construcción y en educación pero lo que hace que me olvide de comer y de beber es: escribir. Voy por la vida con Gorro y a lo Loco

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9 comentarios

  1. Lo del helado no lo había escuchado nunca jaja

    1. Pues yo sí. Caaaada vez que se me resfría un crío lo tengo que oír… Porque no vayáis a pensar que es remedio para el resfriado propiooo… noooo… es un remedio pa los nietos. Que digo yo, ¡tú tómate lo que quieras! pero deja que decida yo si a mis hijos se lo doy o no. Y mira que puse un ejemplo práctico facilito pa no encenderme mucho…

  2. Ay cuánto nos sentimos identificadas tantas!!!!!! Aquí mi pequeña aportación: en mi grupo de amigas estamos convencidas que las suegras son más suegras (en el peor aspecto) si son sólo madres de hijos varones. Creo que las que tienen hijas, que a su vez padecen estas cosas son más empáticas con sus propias nueras. Ale ahí os dejo este sesudo estudio sacado de compartir cafés y desahogos de suegras con amigas…

    1. Pues no es ninguna tontería, Marta! De hecho, no es la primera vez que escucho esta teoría. Habrá que desarrollarla, seguro que tiene su ciencia detrás 😉 Gracias por compartir tu sentir y suerteeee!! que son pocas pero dan por saco… jajaja

  3. Que identificada me siento. No con el helado en si, por la situación. En mi caso son los dulces en general. El pediatra dice que nada de dulces porqué es demasiado pequeño aún y claro, como en su época no era así y han salido bien, para que hacerle caso al pediatra, no?

    1. Como bien dices, ya no se trata de estar de acuerdo o no en el tema en cuestión. Eso es lo de menos. Cada cual es libre de tener sus creencias y aplicarse lo que le convenga. Pero esa manía de desautorizarte en relación a una cuestión, la que sea, en la que tú has manifestado (y argumentado) claramente tu postura. Una cuestión que afecta a TUS hijos… Yo no puedo comprenderlo. Te mando un abrazo, Mamafeliz! Con ese nick seguro que puedes con todo 😉

  4. Me ha encantado, me lo guardaré para leerlo dentro de muchos años 😉

    1. Muchas gracias. Me alegro mucho!! Todo llega. Y a menudo más rápido de lo que esperamos! 🙂 Un abrazo, Lorena.

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