Viajes desorganizados: por qué viajar por libre

Irse de viaje es lo más común que hacemos todos cuando tenemos vacaciones. A veces las usamos para leer, pasar tiempo con los amigos, hacer una mudanza, pintar la casa, vaguear… Pero viajar es lo más habitual, lo que más te ayuda a desconectar, cargar pilas, y salir de la rutina diaria.

Cuando viajas para descansar, es fácil elegir el sitio y como organizarse. Revisas por Internet, eliges, reservas y listo.

Viajar por libre no significa viajar a lo loco sin organización. Cuando viajas para conocer una ciudad, o un país,puede resultarte complicado, has de conocer su idioma, medios de transporte, lugares de interés, conexión entre ellos… Y eso a veces cuesta mucho de hacer desde el sofá de casa con el ordenador, por eso acabamos en una agencia comprando un viaje organizado, donde todas esas dudas y preocupaciones dejan de serlo porque ellos se ocupan.

Pero viajar en un viaje organizado te quita el poder disfrutar de otras cosas. Viajar por libre es, a mi parecer, muchísimo mejor, más atrevido, divertido, aventurero, y más profundo.  Os cuento porque os recomiendo viajar por libre con ejemplos vividos en mi persona.

Tú eres tu propia guía

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Tú eres quien diseña el recorrido, y eso para alguien al que le guste organizar, es una diversión en toda regla. Buscar lugares donde ir, que ver, donde alojarse, que comer, comparar en Internet, comprarte guías, entrar en foros… ¡La aventura del viaje comienza en casa! 

Viajamos a Tailandia hace 4 años (¡¡4 años ya que rápido pasa el tiempo!!), y ví y leí todo lo habido y por haber sobre el país, documentales, programas de tv, guías, blogs, foros… Cuando llegué allí me sentía súper a gusto teniendo todo “controlado”.

Eliges lo que prefieres ver

No todo el mundo disfruta igual viendo catedrales, museos, parques o cascos antiguos, por eso tú que te conoces bien, elegirás que ver, y priorizar lo que más te interese respecto a lo que consideras más aburrido.

Esto se complica si viajas con más gente. Es difícil agradar a todo el mundo. Cuando viajamos a París con unos amigos, yo había estado cuando era pequeña, y no pude ver la Catedral de Notre Dame por dentro porque estaba en obras, entonces era la espinita que tenía y quería ir a verla sí o sí. Pero claro, al ir con más gente, te vas adaptando… y cuando llegamos estaba cerrada por ceremonias, y era nuestro último día. Así que volveré a París, Notre Dame será mi prioridad, que ya me toca ver la catedral al completo.

Buscas lugares poco turísticos pero curiosos

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Seguro que hay lugares que hoy se consideran poco turísticos y la semana que viene están plagados de gente, así que busca lugares sencillos que tengan buenos comentarios online, y aprovecha a disfrutar de esos rincones tú solo.

Cuando viajamos a Roma vimos en una guía poco comercial que existía unas salas bajo una iglesia decoradas con huesos. Nos pareció algo curioso, y tras buscar por el barrio dimos con ella. Solos. Estábamos solos. Eso sí, daba un poco de miedo pasear por ese pasillo viendo tanto hueso y esqueletos a modo decorativo. Pero fue el lugar más curioso que vimos de la ciudad, la foto es de ese lugar. Ciudad que por cierto no tiene desperdicio, ¡¡es preciosa!!

Disfrutas de cada lugar a tu ritmo

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Disfruta de mirar una puesta de sol, las vistas de la ciudad desde una torre alta… Nadie te estará esperando en 15 minutos para coger un autobús que te lleve al siguiente punto de interés. Imagínate que tienes ganas de ir al servicio, hay fila, y pasas allí 10 minutos, y solo te quedan 5 para ver el resto del lugar, ¡qué desastre! Y no puedes remolonear, que si se van sin ti te quedas perdido.

La única vez que cogimos un mini tour organizado fue un día en Tailandia, para ir de isla en isla, era la manera más económica de recorrer las islas Phi Phi, esas paradisiacas de la película de La Playa de DiCaprio que ahora están plagadas de gente. Pero a lo que vamos… comenzó a llover, y ¡Cómo llovía! Y nosotros refugiados en la entrada de un comercio, a sabiendas de que nuestro barco estaría yéndose. Así que tuvimos que correr incomódamente en chanclas, bajo la lluvia, para llegar no demasiado tarde, y recibir unas malas miradas del resto de “compañeros” de viaje.

Disfrutas de las vistas de noche

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Los monumentos son iguales de noche que de día, pero es maravilloso verlos en ambas ocasiones, ver como la luz los cambia, y además aprovechar que hay menos gente.Es además una buena ocasión para aprender a usar un poco tu cámara de fotos, esa tan chachiguay y aparatosa grande que tienes, y que solo usas en automático. Hazte amiga de la apertura y diafragma en modo manual, y verás qué resultados.

La manera más fácil de hacerlo, para poder ver todo por la noche, es aprovechar el transporte público. Eso hicimos en Londres (la foto es de París, que en mi viaje a Londres no conseguí buenas fotos nocturnas, era novata), subías al metro, bajabas en la parada más cercana, foto, otra foto por si acaso, y vuelta al metro al siguiente destino. Así no te perdías nada.

Haces fotos, buenas fotos

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Que os voy a decir yo que hablo de fotos día sí día también. Pues claro, haz fotos de lo que veas, lo que te guste… Pero por favor recuerda no cortar los pies, sacar el monumento u objeto importante completo, repetir la foto que no gastas carrete y tener una foto tú sola en los lugares que más te gusten (por si viajas en pareja y luego cortáis, ya sabes, para no perder el recuerdo. Esto era una práctica que siempre hacíamos si viajábamos en parejas. Funciona.)

Hay que tener alguna foto que merezca la pena mirar y quedarse embelesado como si aún estuvieras ahí, disfrutando del viaje.

Aprendes más del lugar 

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Si viajas por libre y te tomas tu tiempo para ver la ciudad o el país, aprendes más. Necesitas buscar información, leértela, y releértela cuando llegas in situ. Además conoces más sus costumbres, su comida, su día a día. Y sobre todo, aprendes más de tu o tus compañeros de viaje. Convivir siempre hace que los quieras más o menos. Doy fe.

Una cosa que he hecho siempre viajase con quien viajase, ha sido probar la cerveza típica del lugar, y pasear por calles cualesquiera buscando atajos para llegar al alojamiento.

Vuelves con las pilas cargadas

Vayas donde vayas ponte bragas déjate los últimos días más tranquilos, más libres. Para poder volver a visitar un lugar que te encantó, tumbarte en la playa o en un parque a leer o a ver las fotos que has hecho, y para recargar pilas. Porque viajar a veces cansa también, las piernas se mueven más que en todo el año por mucho que intentes salir a correr a diario.

En el viaje a Bélgica, dejamos el último día libre. Lo aprovechamos para volver a recorrer el centro de la ciudad, y beber cerveza (que tiempos). Justamente ese día había algo especial en la Grand Place y fue todo un acierto volver.

Espero que tengáis buenos viajes este año, cualquier recomendación de lugares o consejos de viajar por libre los esperamos en los comentarios.

Imágenes: la primera Pixabay, el resto propias.

Lydia

Soy Lydia, madre desde 2013 y que ha vuelto a ser madre en 2015, ya soy del club de las "Bimadres " . Estoy cada día más inmersa en el mundo 2.0 tras comenzar un blog con la maternidad, Padres en Pañales, en el que hablo de todo un poco, me gusta compartir experiencias y aprender de las de los demás. Soy bailonga por naturaleza, optimista y charlatana. Espero aportar diversión, buen humor y ¡alegría!

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3 comentarios

  1. Estoy completamente de acuerdo contigo!
    Desde pequeña he viajado mucho primero con mis padres y luego con amigos o mi marido y la verdad es que yo prefiero hacerlo a mi ritmo sin que esté todo organizado.
    Aunque entiendo quien lo prefiere así eh? pero yo prefiero ver lo que me apetece y cuando me apetece.

  2. Yo creo que soy una guía de viajes frustrada, así que disfruto mucho preparando el viaje tiempo antes y luego disfruto más lo que veo porque ya lo “conozco” y las ganas de verlo en directo son mayores. Eso sí, para viajar prefiero ir poca gente para que no pase lo que comentas, que cada uno quiere tirar por su lado…

  3. Cuando viajo con mis amigas intentamos siempre tener una tarde libre a mitad de viaje ¡para dormir la siesta! El placer de descansar los pies y las piernas, agotados ya de tanto caminar, y languidecer en la habitación de hotel, hostel o o que se tercie no tiene precio.

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