Maria Jardón Cada embarazo es diferente, incluso una misma mujer puede tener tres embarazos, como es mi caso, y cada uno ser distinto. Sin embargo, hay algo común a todos y son los cambios que experimenta nuestro cuerpo durante las 40 semanas de dulce espera.
En este periodo tan bello pero a la vez exigente en la vida de la mujer son muchos los cambios tanto físicos como psicológicos que experimentamos pero la mayoría de ellos desaparecen tras dar a luz. Las nauseas son uno de los más conocidos, aunque hay mujeres que durante la gestación experimentan una sensación muy placentera y ningún malestar. Recuerdo que una amiga mía siempre dice que su mejor estado es estar embarazada, pero esto no es lo normal. Vamos a ver cómo cambia el cuerpo durante el embarazo.
Las temidas náuseas
Uno de los primeros síntomas que comienza a padecer una mujer embarazada son las náuseas matutinas. Normalmente comienzan alrededor de la semana 6 y suelen mejorar al terminar el primer trimestre, entre las semanas 12 y 14. Si bien es cierto que hay embarazadas que continúan con ellas durante casi todo el embarazo y aunque se las suele conocer como “náuseas matutinas” la realidad es que no solo se padecen por la mañana.
En torno al 80% de las mujeres embarazadas pueden sufrir náuseas durante el embarazo, “comer poco y con frecuencia, mantenerse hidratada y usar pulseras de acupresión son cosas que pueden ayudar” según explica la matrona Paula Camarós que colabora con Lansinoh España.
Las estrías
Muy pocas embarazadas se libran de las poco estéticas estrías. Nueve de cada diez mujeres pueden presentarlas durante el embarazo lo que es algo absolutamente normal ya que el cuerpo se está estirando para adaptarse al bebé. Al aparecer suelen presentar un color rojo o morado y cuando la piel se vuelve a contraer varían pasando a adquirir un tono blanco plateado.
La mayoría de las embarazadas tienen esto muy presente y durante los meses de gestación suelen prestar un especial cuidado a la piel hidratándola más e incluso utilizando geles anti-estrías. Nueve de cada diez mujeres tienen estrías durante el embarazo, aparecen en el cuerpo ya que está cambiando para adaptarse al bebé. Pueden ser de color rojo o morado cuando aparecen por primera vez, algo absolutamente normal. Cuando la piel se vuelve a contraer, adquieren un nuevo tono blanco plateado. Según Paula Camarós, “no existe una fórmula mágica para prevenir las estrías, aunque es razonable tratar de ganar peso de forma lenta y regular, hacer ejercicio suave y frecuente, y comer de manera saludable. Se pueden usar cremas, geles y lociones para tratar las estrías, así como masajear la zona afectada con movimientos circulares, estirando la piel siempre hacia el corazón para favorecer la circulación y aliviar la zona afectada”.
Cambios en la piel
La piel es otra de las zonas del cuerpo femenino que se ve afectada durante la gestación y puede experimentar cambios. De hecho, protegerse del sol es muy importante durante este periodo ya que es muy fácil que aparezcan manchas, esto se conoce como la “máscara del embarazo”. En concreto se trata de manchas oscuras en la cara o el cuello que suelen desaparecer tras el embarazo y por el contrario, en las mujeres que tienen la piel oscura las manchas que aparecen son claras. Aproximadamente la mitad de las embarazadas tienen que lidiar con su aparición por eso utilizar una buena protección solar y exponerse lo menos posible al astro rey es lo más aconsejable.
Además, la piel también puede volverse grasa o al contrario, más seca e irritarse con facilidad. Los picores son bastante habituales durante esta época por ello es importante mantener la piel correctamente hidratada.
Los pechos
Desde los primeros momentos del embarazo los pechos nos avisan de que se está produciendo un cambio en nuestro cuerpo. Los pezones se vuelven más sensibles y los pechos suelen aumentar su tamaño, de hecho, suele ser uno de los primeros síntomas que nos alertan de un posible embarazo.
En realidad, los pechos se están preparando para amamantar al futuro bebé, los pezones se volverán más oscuros y en la areola aparecerán los “corpúsculos de Montgomery”, es decir, unos pequeños bultitos cuya función es producir una sustancia aceitosa que limpiará y protegerá los pezones durante la lactancia. “Ya nacido el bebé, los pechos habrán aumentado un par de tallas debido al crecimiento del tejido glandular, que puede llegar a duplicar su tamaño durante el embarazo, aunque cada mujer es diferente, por lo que algunos pechos crecen más que otros” explica Camarós.
Por otro lado, algunas mujeres experimentarán el goteo de los pechos, esto es debido a que empiezan a perder leche materna antes de dar a luz. “Esto varía de una madre a otra, ya que puede ocurrir tanto al inicio del embarazo como justo antes de la fecha del parto. De cualquier forma, es algo completamente normal, incluso hay mamás a las que solo les gotea un pecho y no el otro. Lo que escapa de sus pechos es calostro, y no importa cuánta leche salga, ya que no afectará a la cantidad producida una vez que nazca el bebé” apunta la matrona. La solución es muy sencilla, con unos discos de lactancia evitarás manchas o situaciones incómodas.
