A veces tenemos la sensación de que los veranos de nuestros hijos no tienen nada que ver con los nuestros. Todos tenemos nuestra infancia idealizada pero en serio, a pesar de que existen ciertas (obvias) diferencias, creedme hay (al menos) 10 cosas que en verano siguen siendo igual, estés viviendo tu infancia en los años ochenta o ahora. ¿No me crees? Vamos allá.
Bañarse
Da igual que sea playa o piscina: los niños NUNCA quieren salir del agua. Es más ¡yo creo que los niños, por defecto, tienen el termostato averiado! Para ti, adulta, el agua tiene que reunir una serie de requisitos para poderte bañar. Unos son más osados que otros, pero en general, tiene que estar el agua medianamente rica, tiene que estar el día bueno, ser una hora decente etc. Para los niños todo esto no importa. ¿Hay agua? Me baño. Y además no sólo me baño ¡no salgo del agua en horas y horas! Los niños acaban con la piel como si fueran garbanzos a remojo y con los labios morados del frío pero NADA de eso importa si lo comparamos con el placer de tirarnos en bomba, nadar, hacer volteretas y jugar a un montón de cosas.
La posibilidad de acostarse más tarde
Yo esto no sé si les pasa a más niños, pero en mi casa es un gran éxito. Yo soy una persona súper nocturna, y para mí cuando llegaba el verano poderme acostar más tarde era un auténtico placer. Para mis hijas es exactamente igual. Les encanta esto de que no haya tanto que negociar para irse a la cama más tarde de lo que se acuestan durante el periodo escolar.
Los juegos en el césped
Para mucha gente los juegos en la piscina son un clásico. Para mí juegos de mesa y cartas están asociados directamente con el verano. ¡Creando ludópatas desde bien pequeños! Lo mejor es que hay cosas que no cambian y muchos de los niños siguen jugando exactamente a los mismos juegos a los que jugábamos nosotras cuando éramos pequeñas: el cluedo, el monopoly, tabú, pictionary, trivial… versiones más modernas, sí, pero los mismo juegos. ¡Y las cartas! ¡Las risas que nos hemos echado jugando al mentiroso, al burro, al cinquillo, a los distintos rabinos (un juego intergeneracional donde los haya…)
Lo que les mola jugar con la arena
Esto definitivamente no es aplicable a mí porque a mí la arena de la playa siempre me ha dado un ascazo terrible pero la mayoría de los niños disfrutan horrores rebozándose cual croquetas en la arena. En mi caso la perspectiva de que luego me salga arena hasta del culo trasero me provoca urticaria pero generalmente los niños es algo que ni se plantean. Hacer castillos en la arena es algo que da igual los años que pasen… no pasa de moda.
Los helados
Cuando yo era pequeña los helados normalmente eran una cosa del verano. Es cierto que tomábamos helados alguna vez fuera de temporada, pero por lo general era algo que asociábamos directamente a las vacaciones. Cada uno teníamos muy claro si éramos de Drácula o de cono, si éramos de polo de hielo o de crema. Conocíamos perfectamente el cartel aquel que mostraba los helados disponibles y por supuesto teníamos nuestras preferencias: no era lo mismo Frigo que Camy que una marca random. Ahora ha cambiado la variedad, las marcas, y algunos de los helados que comíamos entonces se han quedado para el recuerdo, pero la posibilidad de comer helados todos los días o casi, sigue siendo igual de deseada por los niños.
Los bichos
Ni yo ni mis hijas hemos sido nunca de coger animales en las charcas o ríos, pero es verdad que para el que le gusta también es una actividad que no pasa de moda. Y te guste o no te guste, verano es también sinónimo de moscas (cojoneras) deseando amargarte las comidas. ¡Qué pesadez! No hay nada más horrible que comer con un montón de visitantes indeseadas que no te dejan vivir. Además, siempre hay quien se dedica a matarlas compulsivamente.
¿Y los mosquitos? ¡No se extinguirán, no! No hay verano sin las extremidades llenas de picotazos y la discusión sobre si hay personas a las que les pican más que a otras.
Los mediosdías
No hay verano sin adultos suplicando un poco de tregua al mediodía. En mis veranos mi madre aprovechaba la excusa de la digestión para tenernos un poco más tranquilas. Algunos padres obligaban a dormir la siesta, otros se conformaban con que estuvieras más o menos tranquila viendo alguna de las series que ponían a esas horas (en mi imaginario verano = coche fantástico). Y ahora, pues lo mismo. Ahora como madre me doy cuenta de que no podemos estar constantemente on fire y que los días son muy largos. Los niños no se cansan nunca ¡pero tú sí!
Las comilonas de verano
Verano siempre ha sido una excusa para juntarte un montón de gente alrededor de una mesa … generalmente a reventar. Lo mejor del verano son las comidas improvisadas en las que cada uno trae algo (también conocidas como “de traje” o “de sobaquillo”), las paellas comunitarias, los ranchos… En verano parece que no hay horario y que no hay prisa para empezar ni para terminar. Y esto sigue exactamente igual.
Las verbenas de los pueblos
Cuando yo era pequeña esperábamos con ánsia la verbena ¡era lo más! Ahora las verbenas de los pueblos siguen siendo el punto álgido del verano de cualquier sitio que se precie ¡Esas orquestas, esos bailes rancios! ¡Puro costumbrismo!
La sensación de eternidad
Pero si hay algo que en verano no cambia es la sensación de eternidad que tienen los niños. Para ellos los veranos no tienen fin, son infinitos… pero cuando te haces mayor comienzas a verle pegas y la cosa cambia mucho.
¿Cuáles son las cosas que en verano siguen siendo igual para ti? ¿Cuál es tu preferida?