Pues sí. Es agosto y mi marido y mis hijas se han marchado al pueblo. Yo me he quedado sola en casa, “de rodríguez” como suele decirse. ¿No os ha llamado siempre mucho la atención esta expresión? ¿Por qué Rodríguez y no Fernández, García o Martínez?
Como nos cuentan en esta interesantísima entrada, el nombre debemos achacárselo a una película de Pedro Lazaga de 1965 llamada El cálido verano del Sr. Rodríguez en la que mientras la familia se marchaba a pasar el verano a la costa el cabeza de familia se quedaba a trabajar en la ciudad. Y ya os imaginaréis lo que pasaba ¿no? Que los juegos de palabras con sinónimos de caliente no se inventaron ayer… El Sr. Rodríguez buscaba desesperadamente echar una canita al aire.
Aunque Lazaga utilizó el concepto de rodríguez más, fue en 1975 cuando se terminó de consolidar con la película Tres suecas para tres rodríguez. Visto en la distancia, qué prodigio de título, con dos topicazos en él: los rodríguez y las suecas.
La verdad es que visto así, en la distancia, todo el concepto da bastante fatiguita. En realidad todo el cine del destape, que rezuma caspa por doquier resulta complicado de ver si te lo tomas muy en serio (otra cosa es que decidas verlo como una reliquia del pasado).
El cine del destape
Durante la dictadura todo el cine tenía que pasar una estricta censura para adecuarlo a la moral católica más rancia. Pero en 1977 con la supresión de la censura a la gran seca la gran remojada: de no verse nada de chicha en la pantalla a verse toda la del mundo. El cine se llena de mujeres ligeras de ropa, de desnudos gratuitos, de películas con poco argumento y mucha carne. Visto cuarenta años más tarde aquello se siente como algo profundamente machista y casposo a más no poder.
En aquellos años 70 fue cuando el turismo empezó a despuntar como motor de la economía española: fueron aquellos años del crecimiento monstruoso (y desordenado) de la costa española con aquellas aberraciones urbanísticas que se hicieron. Es por esto que muchas de las películas del destape se desarrollaban en verano.
Los veranos de los años 70
La playa, el único destino posible
En aquellos años la máxima aspiración de las familias era tener un apartamentito en la playa. En Benidorm. O en Torrevieja (Alicante) si lo ganabas en el Un, dos, tres, claro… Aquella zona se repobló con gente que participaba en los concursos de la tele, básicamente. Era una locura: había premios mucho mejores, pero todo el mundo quería o bien el coche o bien el apartamento de marras.
Llegaba el verano y ocurría el éxodo tradicional a la costa. Las madres se asentaban en la playa con los niños y el marido iba y venía porque tenía que trabajar. En aquellos momentos la incorporación de la mujer al mundo laboral no era la misma que ahora y no había tanto problema para conciliar.
De vacaciones, en coche
Como en aquellos años el turismo era fundamentalmente patrio (tardarían mucho en llegar los ryanaires, easyjets y demás) los viajes se hacían en coche. En casa muchas veces se recuerda cómo se cruzaba la península con el coche hasta los topes en el interior y con una baca descomunal encima. ¿Aire acondicionado? La ventana.
En mi casa se cuenta la gesta épica de cómo bajaron mis abuelos con cuatro de sus hijos y el novio de una de las mayores en un seiscientos hasta Estepona desde Zaragoza. En un seiscientos. Siete personas. ¡Pero si había pruebas del Qué apostamos más sencillas!
Por supuesto la seguridad infantil era un mito. El cinturón de seguridad sólo fue obligatorio en las plazas delanteras desde 1975 y en las traseras hubo que esperar hasta 1990, nada más y nada menos. Las sillas de seguridad por tanto eran la menor de las preocupaciones…
La protección solar
Cuando nosotros éramos pequeños empezaba a existir ya preocupación por protegernos frente a las agresiones del sol, pero sin duda no la misma que hoy en día. Cuando te quemabas por estar horas y horas jugando en la arena al día siguiente tu madre te encasquetaba una camiseta (preferiblemente de propaganda) para estar en la playa y toneladas de aftersun y aquí no ha pasado nada.
Ahora sabemos que la piel tiene memoria y que es importante protegerse para que la quemadura no se produzca. Ah, y que las camisetas no valen para mucho.
¡Cuántas horas se pegaban tumbadas al sol tostándose vuelta y vuelta! Una amiga de mi madre siempre cuenta que en su desconocimiento se ponían nivea para ponerse morenas más rápido. Mátame camión.
El macho ibérico
Nuestro amigo Ata ya habló del macho ibérico aquí anteriormente. En España éramos por aquel entonces todos bastante parecidos: la mezcla de razas era prácticamente inexistente. El español por antonomasia era bajito, moreno y estaba lleno de pelo. La española pues lo mismo, pero más lampiña. Es por esto que las suecas, tan altas y tan rubias parecían el culmen del exotismo. Entre los hombres patrios el tanto más grande que uno podía apuntarse era ligarse a una de ellas.
La cosa es que muchas películas partían de la base de que a nosotros nos parecían ellas tan exóticas como a ellas nuestros hombres. Más feos, sí, pero en principio más fogosos que los gélidos hombres escandinavos. No sé yo cuánto tiene esto de realidad, la verdad.
Y sí, este aspecto es el más triste de todos en las películas del destape: que engañar a tu mujer no parecía estar mal visto. El hombre que conseguía ligarse a una mujerona del norte no era un cabrón sino un héroe y se trataba todo con una ligereza que hoy nos deja con la boca abierta.
Ver estas películas con el ojo actual es sufrir porque son machistas a más no poder, misóginas, cosifican a la mujer cosa mala y encima cuando escuchas algunos de los chistes dan mucha vergüenza ajena (en esta escena de aquí arriba en concreto hay uno muy racista bastante vergonzante).
Hoy en día (afortunadamente) algunas de las cosas han cambiado y entre ellas los veranos familiares. Yo sin ir más lejos este verano me quedo como siempre unos días sola en casa sin mi familia, de rodríguez. Ahora lo que sería lo suyo es que el término rodríguez se actualizara porque no puede ser que en principio sólo se refiera a los hombres ¡que las cosas han cambiado mucho! Señores de la RAE, ¡apúntenlo!
Precisamente hace un par de días que se acabaron mis trees semanas anulaes “de rodriguez”. Yo las llamo “mis semanas DFO” (Desconexión Familiar Obligatoria). Y sí, debería ser obligatoria para todos. Ahora le toca a mi paco, otras tres semanas…
Disfruta las tuyas!!
tres semanas! Con eso haría yo maravillas… a mí me toca menos de una semana, pero maja, la aprovecho todo lo que puedo y algo más jajajaja