Derechos que hemos Ganado, libertades que hemos perdido

Esta semana hemos celebrado, dos fiestas importantes, que casualmente han caído el mismo día: El día Del Trabajo, y el día de la Madre.

Paradojas de la vida, el “trabajo” de madre es uno de los menos reconocidos. Si bien, en los primeros años de vida, agradecemos, adoramos y veneramos todas las actuaciones de nuestras madres, conforme crecemos y maduramos, hacemos un efecto inverso, y es que pensamos que todo lo que “hacen/hacemos” las madres por nuestros hijos es un derecho que tenemos/tienen, y por tanto una obligación que ellas tienen hacia nosotros. También es cierto, que una vez nos convertimos en madres, volvemos a apreciar todas esas cosas que nuestras madres hacen por nosotros y les damos el reconocimiento que realmente se merecen.

Nuestras madres son esas personas que más tiempo nos han dedicado, más horas de sueño han perdido, más veces se han quemado la lengua para que no nos la quemáramos nosotros. Dentro del reconocimiento que se les hace a las madres, a las grandes empresas, centros comerciales y medios de comunicación, se les olvida resaltar que además es un trabajo. Y justo, en esta semana donde ambas fechas han coincidido con más razón.  ¿Pero qué ha pasado después de la casi plena incorporación de la mujer al mundo laboral?

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Con todo lo que ello  conlleva, me viene a la cabeza el título de la novela de Sonsoles Ónega: Nosotras que lo quisimos todo. No por el contenido, con el que no acabo de estar de acuerdo, sino por el título. Y así es, nosotras lo queremos todo, pero dentro de todo lo que queremos, queremos que nuestras parejas estén al 100%, queremos que como trabajadores, en general, no tengamos que renunciar a nuestra carrera profesional por educar a nuestros hijos, o por lo menos que sea una opción.

Con la incorporación al mundo laboral, no hemos ganado nada. Seguimos asumiendo los mismos roles, de mujeres y madres. Que levante la mano, la que cuando no está, deja preparada la ropa a su marido para que vista a los niños… Y no, no sirve la excusa, “es que mi marido no sabe combinar las prendas”. En serio, no pasa nada. Pueden salir mal conjuntados, el mundo no se acaba.

Somos nosotros, la educación que damos a nuestros hijos, el esfuerzo de educar en igualdad, y enseñar qué es la corresponsabilidad, los responsables de que ellos y ellas el  día de mañana tengan los mismo derechos y libertades. Que no nos quedemos en utopias. Las reducciones de jornada no se hicieron sólo para las madres, son para los padres que tienen hijos a su cargo.

mas derechos menos libertades

Durante las etapas de crecimiento de nuestros hijos, nos damos cuenta de cómo el efecto espejo está presente. Ellos imitan nuestras expresiones, conductas, guiños, tonos de voz, y por supuesto, reflejarán que mama estaba en casa, o llegaba siempre a recogernos del cole, y papa siempre llegaba muy tarde  de trabajar. Y mientras mamá, que ha comido en 20 minutos para poder salir, recoge, hace la compra, prepara baños, duchas, tiene la lista la cena, y deja los uniformes preparados para el día siguiente, papá vuelve cansado de trabajar.

¿Por qué han cambiado tan poco las cosas? Seguimos asumiendo los mismos roles, de amas de casa, de guardianas de la familia, y además, ahora traemos dinero al hogar. Hoy en día, las mamás que trabajan fuera de casa, han asumido más roles, nos convertimos en esclavas de haber querido asumir los mismos derechos. No nos contaron que con la adquisición de los derechos, había una pérdida de libertades. Nos enseñaron la verdad a medias, podíamos ser lo que quisiéramos, pero con un coste difícil de asumir. No hubo distribución, sino que directamente, amplíamos nuestras tareas, a cambio de acallar conciencias, y de hacernos creer que lo habíamos conseguido, que por fin, podíamos ser Madres y trabajadoras en igualdad de condiciones.

Leía hace unos días un artículo de Agustín Peralt, que titulaba “Las grandes heroínas con dos trabajos”,  sólo con el título os podéis hacer una idea del contenido.  Desde aquí te damos las gracias Agustín, todas las que somos madres y trabajamos por el reconocimiento, pero no queremos homenajes ni agradecimientos, queremos igualdad de oportunidades, que  la “corresponsabilidad” esté presente en nuestras vidas, y que no tengamos que resaltar actitudes ni conductas así. ¿Os imagináis que se hiciera lo mismo con un padre y trabajador?

Queda mucho trabajo por delante, y mucha tarea por parte de toda la sociedad, pero donde hay que empezar es en casa.

Imagen: PIxabay, Danielle Genther

Mª José Sarrión

María José Sarrion, profesional de los RRHH y blogger de La Alcoba de Blanca desde hace más de 4 años. Necesito como respirar contar lo que me pasa por la cabeza. Soy mujer y madre de 2 niñas, que han sacado facetas nuevas en mí. Multiapasionada, creativa e inquieta. Y con ganas de hablar de otros temas distintos a la maternidad. Porque como decía una buena amiga “hay vida más allá de la maternidad”.

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2 comentarios

  1. Gran reflexión Majo, yo siempre digo que el día que empezamos a trabajar fuera de casa no sabíamos lo que hacíamos…me encantaría pensar que es posible la corresponsabilidad y seguramente en muchos casos si lo sea, pero para la gran mayoría creo que queda mucho camino por recorrer todavía…

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