por Inés Banet. Nunca dejará de sorprenderme la diferencia tan grande entre la imagen de Galicia y sus gentes que tienen los que vienen de fuera y la realidad ¿que no? Vamos a dar un repaso a ver qué os parecen estas cuestiones sobre la galleguicidad, porque quizá alguna de ellas no la sabíais sobre todo si no conocéis Galicia ¡Y en ese caso ya estáis tardando!
Galicia, tierra de curvas.
Que sí, que tenemos tantas que cuando aparece una recta le hacemos la ola, le ponemos nombre y encima el que tiene bar o restaurante le llama “Recta”o “Reta”, da igual, a ver, por una letra no nos vamos a poner exquisitos y además muchas veces ni la pronunciamos. Por si alguien no se lo cree, voy con un ejemplo:
Ahí lo tenéis, una recta de las buenas y su buen mesón para reponer fuerzas, que igual nos cansamos de no mover el volante durante tantos metros. Ojo, que tiene su cosa, ya os digo que lo nuestro son las curvas.
Galicia no es llana.
Aquí nos pasa igual que con las rectas, lo celebramos por todo lo alto. A ver, aquí no tenemos los Pirineos, los Picos de Europa, pero no os vais a aburrir subiendo y bajando cuestas en pueblos y ciudades, recorriendo valles, subiendo colinas. Y claro, para un trocito que se nos queda llano, le ponemos nombre. En Lugo hay un pedacito llano, la “Terra Chá” (Tierra Llana), ¡toma ya!
Galicia es una fiesta.
Los gallegos somos divertidos. Vale, sí, es cierto que tenemos fama por nuestra morriña, que en este rincón de España la lluvia es casi perenne y que tenemos fama de cerrados, sosetes, poco habladores. Eso lo dice quien no estuvo en Galicia en verano, os lo puedo asegurar.
Toda Galicia es una fiesta en verano, literalmente, no hay parroquia que no tenga su festejo, religioso, culinario o lo que sea, el caso es tener orquesta. Sí, orquesta. En la época estival no hay liga, así que los gallegos somos de la Panorama o de la París de Noia, que son las orquestas más fetén y hay que mojarse, no se puede ser de las dos. Una fiesta en Galicia se mide por el nivel de su orquesta, la orquesta por el volumen del escenario y la cantidad de música, la potencia del sonido, las luces, los bailoteos de los “orquesteros” y los efectos especiales. Todo el año se lo pasa la comisión de fiestas vendiendo rifas, pidiendo de casa en casa, organizando mercadillos… Todo para tener la mejor orquesta que se pueda pagar.
Borrad inmediatamente esa imagen de festejo con un gallego pegado a una gaita y rodeado de gallegas con el vestido típico bailando la muiñeira, que también, ojo, pero las que cortan el bacalao son las orquestas ¡ríete tú del montaje de Bisbal! donde esté una orquesta gallega…
Se chove, que chova.
Los gallegos flipamos mucho cuando ponemos el telediario y vemos que en Madrid caen cuatro gotas y la ciudad se paraliza. Aquí todo funciona igual, si es que no nos queda otra, ya lo dice la publicidad de una conocidísima cadena de supermercados de la tierriña, “se chove, que chova” (si llueve, que llueva).
Y esto sorprende, porque cuando viene alguien de fuera, llueve y le propones un plan te mira con ojillos temerosos y te dice con voz queda: “Es que llueve”, así que subes los hombros, sonríes y le contestas: “Aquí si esperamos a que no llueva para hacer algo, no salimos de casa”. Así que ya sabéis, no se consuela el que no quiere, decimos que aquí “la lluvia es arte”, nos ponemos las botas de goma, el paraguas, y listo, que la vida sigue, Maripili.
Bodas “a la gallega”.
A una boda gallega se va a comer, no nos andemos por las ramas. Si os invitan a una boda en Galicia, creedme, haréis mejor en preocuparos por que el vestido de bien de sí que por si el tocado es mejor con flores o plumas. Lo llevamos en el ADN, si no sobra comida nos parece que no ha llegado a nada, no hay nada peor para un gallego que quedarse con la impresión de que alguien se ha quedado con hambre en nuestra casa, así que ni os cuento en el día más importante de nuestra vida. En mi caso hice un menú escueto y os juro que doce años después todavía me pitan los oídos. Si los invitados llegan con sitio al plato de carne, mal, muy mal, error fatal.
En esto de las bodas, cualquier idea previa que llevéis se quedará corta, palabra de honor de gallega de tercera generación.
Precisamente nuestro gallego tuitero más conocido, Hematocrítico, lanzaba el año pasado un SOS por las redes porque no le creían cuando hablaba de las bodas gallegas, exagerado le llamaban…
Y con el hashtag #bodagallegaextreme se montó la marimorena, entrad y veréis perlas como esta:
Ahí estamos #bodagallegaextreme pic.twitter.com/ikclr9vHPy
— Álvaro Rdguez Resino (@biduido) 29 de abril de 2017
El mar se mueve.
En Galicia tenemos mareas, a veces la diferencia entre la bajamar y la pleamar es tal que incluso da para algún susto, y los de fuera se sorprenden mucho. Mi madre siempre contaba que una familia de Madrid, vecinos de veraneo, trajo un día a una invitada que nunca había estado en Galicia. Tengo que decir que en la playa de Boiro de la infancia de mi madre lo que el mar se aleja es para verlo. El caso es que la criatura llegó con la marea alta y al día siguiente al despertarse y mirar por la ventana, gritó desesperada: “¡Nos llevaron el mar!”. Que no cunda el pánico, nadie se lo lleva, es que se mueve, y a veces mucho, mucho.
Allaaaaa, al fondo, el mar. Hay playas en las que nos daremos una buena caminata si pillamos baja la marea. Ojito dónde empieza la arena seca y dónde está el agua.
Los gallegos no rezamos tanto.
Rezaremos lo normal, vaya, como en cualquier otro sitio, pero por algún motivo que no entiendo, porque soy de aquí, claro, y esto lo tengo muy interiorizado, mucha gente piensa que somos muy píos, tanto, tanto que hasta tenemos capillas privadas y en cada casa de aldea.
Amigos, no os confundáis, la cosa no es para tanto, vamos a la iglesia porque además es el punto de encuentro todos los domingos en las aldeas y pueblos pequeños. Todo el mundo va, porque es donde se entera de la vida y milagros de los presentes y ausentes. Todo lo que no sale en el periódico se sabe al salir de misa.
No os dejéis engañar por la cruz, el hórreo es un lugar de almacenaje, sobre todo de cereal. En tiempos, porque ahora muchos están vacíos, hacen las veces de trastero, e incluso en algún hotel rural veréis el “hórreo chill out”. Siempre nos estamos reinventando en estas tierras, aquí todo se reutiliza, evolucionamos con los tiempos. ¡Más de lo que a veces parece desde fuera!
No comemos marisco a diario.
A ver, es caro, sí, aquí también, y no, no desayunamos percebes, ya querría mi hijo, que se apunta antes a unos percebes que a una bolsa de chuches. Los de fuera siempre vienen pensando que aquí atamos a los perros con nécoras de la ría, como quien dice. Pero qué le vamos a hacer, el sueldo medio nos puede dar para un caprichillo de vez en cuando, como a cualquier otro españolito. En mi infancia sólo recuerdo comer marisco en las bodas, sí esas bodas en las que nos ponían cinco o seis mariscos diferentes. Ahora que lo pienso, igual nos ponían tanto porque hasta la siguiente boda la mayoría no los cataríamos. Los más afortunados los comían por Navidad.
Lo tenemos claro, clarísimo.
Vamos de modestos, no nos metemos con nadie, pero prueba, métete con Galicia y verás, el mito de que un gallego no se sabe si sube o baja, viene o va se te va a caer al minuto. Con todos, toditos los gallegos vas a tener la misma conversación: “Oye, aquí no para de llover ¿no?. Claro, de ahí que esta tierra sea tan verde, porque mira qué bonito el verde”. “Anda que no pica el sol hoy. Hombre, no va a calentar, si es que aquí no llueve todos los días, ¡que menuda fama tenemos!”. Si es que lo nuestro es lo mejor, no hay mejor embajador de Galicia que un gallego, tenemos la mejor playa, las mejores puestas de sol, las cascadas más molonas, los acantilados más altos, la mejor comida del mundo. Y seguro que no, pero realmente lo creemos, lo sentimos y así lo contamos, ¡prueba!
Inés Banet es jefa de oficina de turismo en Santiago de Compostela. Puedes encontrarla en sus blogs Matibascorner y Matibascamper .
Fotos: Luis Dávila / Orquesta panorama oficial / Publicidad de Gadis / Hórreo vía Shutterstock / Playa de Boiro vía Shutterstock
Jajajajajaja… plasplasplasplasplas
Recién llegada de Isla de Arousa y tras tres años pasando las vacaciones en Galicia doy fe de tooodo todito toooodo lo expuesto, bueno.. lo de las bodas no lo sé en carnes propias pero lo de que no se puede levantar nadie de la mesa con hambre en Galicia es verdad verdadera, de hecho es más fácil que no se levante porque de la comida se pasa a la sobremesa, el café, un chupetín de algo, la charleta, algo dulce para acompañar, un poco de agua, un refresquín… ¡y nos hemos plantado en la merienda! 😀
¡¡Genial el post!!
Bss!!
¡Graciaaaaas!!
¡ Galiza Calidade!
Muy buena descripción de Galicia, la verdadera, la que vivimos los gallegos y las gallegas día a día ?
Y los que no vamos a misa … vamos para la taberna del pueblo mientras se está dando la misa, a tomarnos un vermut ?, que allí también te enteras de muchas cosas
Galicia es una fiesta ¡ SI ! Y viva Panorama ? Y vivan los bodorrios y las rebodas ? Todo sea seguir con la fiesta ?
Un saludo Inés Banet
Muuuchas gracias, me encanta que os guste y que me lo contéis 🙂