Septiembre es un mes que tenemos relacionado directamente con el colegio, en nuestra memoria cuando éramos nosotras las que regresábamos y ahora en la actualidad de nuestros hijos que son los que empiezan esta etapa durante este mes. Por eso era inevitable que mi nueva heroína estuviera en edad de ir al colegio, de asistir a clase de aprender, como le pasa a Greta Thunberg que además de aprender se propuso enseñarnos a todos nuestra negligencia, nuestra hipocresía y nuestros errores en lo que a respeto y cuidado al planeta se refiere.
Greta nació a principios de enero en Estocolmo, Suecia, en el año 2003, en una familia muy relacionada con el mundo del arte y el espectáculo.
Su padre y el padre de su padre han sido conocidos actores entre la población sueca y su madre es una cantante que llegó a representar a su país en el festival de Eurovisión en el año 2009.
Quizás por eso, por tener unos puntos de vistas algo distintos a los del grueso de la población, los padres de Greta apoyaron las protestas de su hija reivindicando una mayor responsabilidad por parte de todos, sobre todo de los gobiernos, en temas medio ambientales. No sé, sinceramente, como me habría tomado yo la actitud de Greta si hubiera sido hija mía pero reconozco que me alegro infinito de que ellos hayan hecho lo que han hecho para y con su hija.
Greta empezó a sorprenderse y a analizar lo que estaba pasando en el planeta desde su lógica infantil cuando tenía ocho años y tres años después, cumplidos los once, sufrió una depresión en la que dejó de hablar y de comer.
Sus padres reconocen que apoyaron primero su inquietud y su deseo de cambiar poco a poco su estilo de vida para reducir su propia huella de carbono. Después, con el devenir de los diagnósticos y los acontecimientos es cuando vieron que su activismo político le ayudaba a superar importantes problemas de salud.
¿Por qué? Por cómo se sentía al pensar en lo que hacemos, en lo que hacía su propia familia, en nuestro día a día destruyendo nuestro entorno, nuestro presente y el futuro de nuestros hijos, de su propia generación. Ni más ni menos.
La verdad es que es para caer en depresión pero no sólo una niña de once años sino media humanidad como mínimo.
Se le diagnosticó síndrome de Asperger, trastorno obsesivo compulsivo y mutismo selectivo.
Ese mutismo le impide hablar cuando está convencida de que es innecesario hacerlo. Ese mutismo lo rompió en uno de sus primeros discursos en el que exigía acciones reales para combatir el calentamiento global.
Es en 2018, cuando Greta ha cumplido los quince años, cuando decide no acudir a su escuela hasta que pasaran las elecciones generales que ese año se celebraban en Suecia. Un año en el que el país había sufrido una fuerte ola de calor y un buen número de incendios forestales.
Pasaron las elecciones y Greta, aunque estuviera ella sola, decidió mantener su protesta en la puerta del parlamento sueco cada viernes.
¿Una niña, en la calle, sentada con una pancarta, ella sola, en la puerta del parlamento sueco? Sí, ese era el panorama que tenía Greta Thunberg en 2018. Hasta que llegó diciembre, el mes en el que por primera vez fueron más de 20.000 los estudiantes que realizaron manifestaciones espontáneas en más de 270 ciudades de todo el mundo.
Si eso no es se una heroína ya me diréis que lo es.
En 2019 la respetada revista Time decidió que era “la líder de la próxima generación” y la llevó a una de sus portadas.
A partir de ahí, la historia y la protesta de Greta Thunberg es de sobra conocida, comentada, criticada y aplaudida a partes iguales. Muchas veces olvidando que a día de hoy Greta tiene 17 años, que los errores que haya podido cometer hasta ahora, si es que los ha cometido, están más que justificados.
Una adolescente de 17 años con una vida por delante que decide dejar en pausa durante un tiempo para tratar de sacudir las conciencias de adultos y gobernantes de todo el mundo, es una heroína, lo mire por donde lo mire.
Me encantaría que muchos nos contagiaramos de su espíritu reivindicativo, de su actitud rebelde con los gobernantes, de su conciencia social y medio ambiental, de su lógica aplastante porque por todo eso Greta Thunberg es mi nueva heroína y lo será durante mucho, mucho tiempo.
Me encantaría que nos diéramos cuenta de una puñetera vez que no tenemos recursos para seguir viviendo como lo estamos haciendo, que el hambre de la mitad de la población mundial sostiene la obesidad de la otra mitad, que estamos destruyendo los recursos naturales, que nos estamos cargando el plaeta, que estamos firmando nuestra sentencia de muerte y lo peor, la de nuestros hijos.
Me encantaría, por eso Greta Thunberg es mi nueva heroína y no entiendo aún como no es la vuestra.