Marie Kondo lo ha petado Netflix. Tras las hordas de lectoras que la siguieron, la popular maestra del orden recibe con los brazos abiertos a millones de televidentes enganchados a lo que, para mí, es un programa insulso. Entretenimiento, lo que se dice entretenimiento, poco. Sin embargo, en todos sitios descubro gente en una especie de competición por ver quién se deshace de más cosas o dobla mejor las camisetas en versión rollito chino.
Sinceramente, y aunque he de confesar que he acabado la serie en un abrir y cerrar de ojos, no entiendo el éxito de un programa lento, repetitivo y que, después del primer capítulo, no aporta nada nuevo. Ya sé que es una paradoja decir que no me ha gustado nada, habiéndomelo tragado al completo en solo unos días. ¡Qué le vamos a hacer! ¡Así soy! Pero tiene una explicación.
En mi caso, la serie de Marie Kondo supone un agradable ruido de fondo mientras hago cualquier otra tarea que no requiera de concentración. Soy de las que, en ocasiones, pone la tele como compañía mientras hago otras cosas. Eso es lo que me ha aportado el programa: un poco de compañía y aprender la técnica de guardar las prendas en vertical para saber de un vistazo toda la ropa que tienes. Ya está.
Acuérdate de saludar a tu casa
Si aún no lo has visto el programa, no esperes ninguna sorpresas. La estructura es siempre la misma. Marie Kondo visita a una familia que tiene problemas de orden conociendo, detrás del caos, la historia que esconden: familia con hijos que empieza a discutir, una pareja que quiere asentar su relación, una viuda dispuesta a rehacer su vida…
Después de conocer la historia, pero antes de empezar a ordenar, hay que saludar a la casa. ¡Me imagino a Marie en mi casa poniéndose de rodillas para saludarla! Vamos que a la par que se tira al suelo le damos una mopita para que recoja las pelusas que ruedan como en las pelis del oeste.
A continuación, llega el momento de seleccionar con qué te quieres quedar. Pero no se trata de hacer montañas de cosas y tirar a lo loco. Hay que hacer un máster en la técnica de quedarse solo con aquello que te hace feliz y desechar el resto. Como no me haces feliz, ¡a la bolsa de la basura! Pero antes… hay que despedirse de la ropa que has utilizado. Y digo yo, ¿también hay que hacerlo con la ropa interior usada? Espero que ese paso sea prescindible. Ni me imagino dando las gracias a ese tanga por las buenas noches vividas. ¿O sí?
Vamos a ordenar de una vez
La ordenación es por habitaciones y temáticas. El método, si habéis leído su libro, ya lo conoces: doblar las cosas en pequeños rectángulos que colocar en vertical, el rollos o en cajas para tener todo a la vista de forma ordenada y a mano. ¿Para eso hacen falta ocho programas? No sé, no sé.
Vamos a ver, entonces, ¿por qué algo tan sencillo ha creado tanta expectación? Además de la técnica de ordenar, que se aprende en el primer capítulo, lo demás es, como en el resto de programas que entran en la vida de terceros, el morbo de curiosear dentro una casa y en la vida de sus habitantes. Al menos no lo encuentro más justificación.
Este es uno de los programas que se une a toda esa tendencia de entrar en las casas para decorar o hacer reformas con más o menos fortuna. A diferencia de los programas de reforma, obras y decoración, donde el resultado en cada caso es diferente, en el programa de Marie Kondo siempre encontramos en mismo final: calcetines ordenados, ollas en su sitio y bolsas de basuras que salen de la casa. Sinceramente nada por lo que perder la cabeza.