Porque tiene que ser eso pero, concretamente, ¿qué es lo que tienen en contra de las mujeres normales?
Vamos a ver ¿no estás más que harta de ver cuerpos de mujeres que no son reales en las revistas de moda, en la publicidad, en los anuncios de televisión, en las marquesinas de los autobuses?
Nosotras sí y la verdad es que noticias como las que hoy os traemos nos alegran, nos sale la vena sensata, solidaria y feminista y nos alegramos infinito de que venza el sentido común a la misoginia y al machismo.
Hace sólo unos días conocíamos que Francia ponía en marcha una nueva ley por la que podrá multar con hasta 37.500€ a las publicaciones que utilicen imágenes de modelos (sí, mayoritariamente femeninas) “retocadas”.
Que una cosa es quitar un brillo o tapar una mancha y otra muy distinta es delinear un cuerpo hasta que la propia dueña no se reconoce al ver la revista. No es algo que nos inventemos nosotras, ha pasado y sigue pasando aunque no todas lo reconocen públicamente, porque lo de ponerse a mal con una marca o una publicación no es de lo más rentable que se puede hacer en el mundo de la moda.
No afecta solo a las publicaciones en prensa, las productoras también podrán ser penalizadas con el 30% del coste del anuncio en el que se haya retocado la imagen de un cuerpo (insisto, sobre todo femenino) y no se haya advertido a la audiencia.
Y no es lo mismo el coste de un anuncio de Carglass que uno de Chanel, ya me entendéis.
Pero es que estamos hablando de un país en el que hace solo unos meses se despreciaba a una modelo por “demasiado gorda” vistiendo una talla 34, midiendo casi un metro ochenta y teniendo menos de 92 centímetros de cadera.
De hecho, el responsable del casting de Louis Vuitton le recomendó que durante las siguientes 24 horas solo ingiriera agua, a lo que ella, lógicamente, se negó. Eso hizo que perdiese el trabajo para el que estaban a punto de contratarla.
La industria de la alta costura está enferma y parece que solo viste a mujeres con aspecto de estar también enfermas.
La dictadura de la talla
Teniendo en cuenta que en Francia había un diseñador de alta costura que vendaba el pecho de las modelos para que parecieran aún más andróginas dentro de su extrema delgadez, estas medidas suponen un paso al frente en la defensa del cuerpo femenino.
Un cuerpo normal, con distintas tipologías, con formas, con curvas o sin ellas pero no un cuerpo etéreo y clónico como el que ahora parece que quieren imponernos.
Todas debemos pesar lo mismo, medir lo mismo, tener el mismo ancho de muslo, de cadera, de pecho y de hombros. Todas iguales. Todas clones subidas a una pasarela para que las que no estamos en ella pensamos en lo mucho que debemos cambiar para ser como se supone que debemos ser y no como somos.
Si eso no es una dictadura ya me diréis.
No, no exagero ni un poquito. De hecho, hasta las grandes estrellas del cine, las grandes no solo por su talento sino también por su físico, se encuentran mediatizadas por esa dictadura de la uniformidad, de la delgadez, de la fragilidad.
Desde Christina Hendricks a Michelle Obama, lo que os decía, mujeres de probado talento que viven con un cuerpo que no entra dentro de los cánones de belleza que marcan las pasarelas.
Sabemos que muchas de esas actrices no encuentran diseños ni diseñadores que se animen a vestirlas, es así de estúpido y así de ingrato. De hecho Christian Siriano es uno de los escasos diseñadores de moda que adapta sus vestidos a los cuerpos de sus clientas y no al revés, como hacen los demás.
Rosa María Calaf, una de las grandes del periodismo español, señalaba hace unos meses en una entrevista concedida a la revista Jot Down que ella está sintiendo como “prima la apariencia sobre el talento y el espectáculo en lugar de la información”.
Se refería al periodismo y a las mujeres que presentan los informativos, pero es una reflexión extrapolable prácticamente a cualquier campo laboral y es una pena que lo estemos permitiendo.
Calaf seguía con su acertada reflexión señalando una realidad incontestable “… lo que se vende es la imagen, no el talento y así se va llenando la pantalla de clones, porque todas son de un mismo estándar: mujeres que tienen que entrar en esta dinámica de ir vestidas como si fueran a la discoteca…”
Haced el ejercicio de fijaros la próxima vez que veáis un informativo, quizás caigáis vosotras también en la misma conclusión que ella.