Sonia del Llano Niñas pequeñas e indefensas que sufren a cargo de quién debería protegerlas. Niñas que padecen agresiones y mutilaciones. Niñas a las que no se deja vivir su infancia y a las que se considera culpables de su condición. Vergüenza de ver como, en la invisibilidad de sus casas, muchas niñas son maltratadas por sus propias madres y padres solo por su sexo, por la mal llamada tradición o porque, para algunas familias, no son más que el modo de conseguir un buen matrimonio que les mejore la vida.
La Mutilación Genital Femenina es una realidad para más de 200 millones de mujeres y niñas vivas. Y, aunque esta práctica se concentra en África, Oriente Medio y Asia, cada vez son más los países del “primer” mundo que se tienen que enfrentar a este tipo de realidades debido a los movimientos migratorios. ¿Cómo hacerle frente a esta práctica abusiva y sanguinaria que atenta contra los derechos de mujeres y niñas? Desde luego, no mirando para otro lado.
Me aterra ver como algunas prácticas llegan a Europa sin que las autoridades ni los responsables hagan nada para detenerlas. A las aberraciones que ya ponemos nombre se une una práctica “tradicional” de algunos países africanos que ha llegado con fuerza al Reino Unido. Se trata de “planchar” el pecho de las niñas con piedras calientes. Tan bárbaro como lo estás imaginando. Una práctica que llega a Europa pero que en la actualidad sufren una de cada cuatro niñas en Camerún.
La técnica de tortura consiste en que la madre o mujer de la familia calientan piedras, también puede utilizarse otros objetos planos o el extremo de un palo, que pasan por el pecho de las niñas presionando en sesiones que pueden ser semanales o incluso tener más frecuencia. El objetivo es evitar que los senos se desarrollen en niñas con edades comprendidas entre 9 y 14 años.
No hay datos sobre cuántas niñas han tenido que sufrir la técnica de “planchar” el pecho, pero la Organización de Desarrollo para Mujeres y Niñas Migrantes (Cawogido) cree que en el Reino Unido ya han sido sometidas a esta práctica alrededor de mil mujeres y niñas.
Este “planchado” además de retrasar el desarrollo provoca lesiones por quemaduras en la piel, infecciones y deformidades en los cuerpos de las niñas; entre otros problemas. Otro método que también usan, en lugar de las piedras, es vendar los pechos de las niñas con telas calientes.
La creencia es que si las futuras mujeres no tiene pechos los hombres no tendrán interés en acosarlas ni violarlas. En vez de erradicar estos comportamientos machistas y delictivos entre los hombres, se mutila las niñas. Es más fácil. Ellas están indefensas. Más aún cuando es tu propia familia quien inflige el dolor.
Y mientras, ¿qué hacen las autoridades? Nada, miran para otro lado. Las sanitarias no denuncian, no inician acciones. A las policiales y judiciales lo único que se les ocurre es amonestar a las familias y optar porque todos se sientan libres de mantener sus “tradiciones” y “ritos religiosos”. Y esas niñas, ¿no son más importantes que la “libertad” de esas familias? Tal vez no, porque solo son niñas. Y, aún más, solo son niñas llegadas de otros países.
