Eres de los que recorta en la revistas las recetas de postres? ¿De esos que archiva en su Evernote las mejores fotos platos que encuentras en Pinterest o Instagram? Decididamente este post no es para ti.
Olvídate y pasa a leer otra cosa porque aquí no te voy a hablar de postres deliciosos y con una estética digna de una boda real. Esto va de todo lo contrario. Es es una oda a las copias pifiadas, a los parecidos imposibles y a un programa de televisión que los encumbra para hacer de la repostería humor. Un concurso que nace de la tendencia en Instagram cake fail, copias de grandes postres con resultados patéticos. Esto es Nail It.
Si no has visto el programa (lo puedes encontrar en la parrilla de Netflix), no pienses en ningún momento que puede ser una réplica de Máster Chef. En este concurso el glamour queda al nivel de los zapatos de la presentadora. Y de Nicole Byer hay mucho que decir. Mucho. Junto al alma del programa está el cocinero francés Jaques Torres que hará tándem con un invitado especial que varía cada episodio.
El peso del programa recae en la presentadora que tiene como principal misión probar los platos de los concursantes y sobre todo reír. Se ríe de las pocas virtudes de los concursantes, de los platos y de ella misma sin ningún tipo de problema. Es el alma de la fiesta. Es un concurso divertido, sin tensión y donde pifiarla no está mal visto.
La idea principal, además de reírse con las obras de los concursantes, es hacer réplicas perfectas de repostería creativa siguiendo la propuesta que dan los cocineros invitados. Te retan para hacer una tarta de forma de unicornio pero tu resultado es un desastre chorreante con cuerno. Una tarta de Donald Trump puede convertirse en una mezcla entre Picasso y payaso de circo. Una galleta decorada con tu cara se transforma en manos de algunos en la peor versión de cómo te verás a ti mismo con 80 años después de una noche entera de karaoke y Macarena en un hotel del Imserso.
Y no solo los resultados son cutres. El programa en sí lo es pero con un toque que te hará que no te puedes desenganchar de la siguiente pifiada culinaria. Aquí no hay grandes platós como en otros concursos de cocina, nada de supermercados. Una mesa para el jurado, unos puestos de cocina y una pequeña despensa hacen posible el concurso donde hasta el premio es una escultura imposible que se saca de la manga uno de los ayudantes de producción (ni azafatas/os tienen) en una escena cutre. Pero hasta eso tiene su gracia.
Tampoco verás ediciones de libros de cocina (igual es una idea para un best seller) ni un maletín lleno de dinero. El premio en metálico lo tira el jurado con una pistola lanza billetes, un invento que me ha entusiasmado aunque no tenga euros suficientes para llenarlo.
Sin duda es el anti programa de cocina. Aquí no vas a aprender nada. Pero la realidad culinaria es así. Al menos la mía. Yo soy de las que ve preciosos platos que trato de copiar y el resultado (solo hablo del estético porque mi carencia de habilidades para conseguir platos comestibles merece un capítulo aparte) podría estar entre los mejores fails de Nail It. El éxito de este concurso reside en que todos tenemos esa parte de copiones con resultados lamentables. La diferencia es que la mayoría ocultamos nuestras obras fallidas mientras que Nail It es una exaltación de la pifia alimenticia. El error hecho virtud.
¡Jajaja! Ay ¡yo podría protagonizar cualquier chapuza de estas! Con decirte que miro los supuestos resultados fracasados y no me parecen ni tan mal si los comparo con lo que pienso que me saldría a mí…
Algunas de nosotras también somos de este tipo de chapuzas. Igual por eso le ha gustado tanto a Urban&Mom 😉