Visitas en casa… ¿Qué bien o qué horror?

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¡Sí, claro! Venid a merendar, a cenar, quedaos a dormir, a desayunar y alargadlo un par de días, si os apetece. ¡Me encantan las visitas! En serio. Es algo que no solo NO me incomoda, sino de lo que disfruto sobremanera. Vale. Tengo un lado bastante social y dado a la conversación, aunque también luzco un bonito lado oscuro del tipo “déjame que me meta en mi cueva un rato” pero, aún así, la valoración final siempre es positiva y, por suerte, POR GRAN SUERTE, la persona con quien co-dirijo mi casa y mi familia también lo ve así porque, si no, todo sería más dramático o, directamente, no sería. Por suerte, él es tan relajado como yo en este sentido.

A mí me parece que lo fundamental para que los visitantes se sientan cómodos y acogidos es que el propio anfitrión disfrute de esas visitas. Para mí, no se trata tanto de dónde poner los cubiertos o qué centro de mesa elegir (los que hayan cenado en mi casa sabrán lo poco que me importa un centro de mesa…), sino del ánimo y la ilusión con que los recibas. Mala idea estar superestresado por lo que pueda salir mal, porque seguro que algo sale mal y toca improvisar. No te estreses. La imperfección es bella. Y si no bella, por lo menos más acogedora y real.

Chafardeando en un foro sobre la cuestión, he descubierto con sorpresa que hay personas que tiene problemas (gordos) con recibir visitas en casa. Expresan el estrés que les generan con comentarios del tipo “estoy deseando que se vayan para ordenar y ponerlo todo en su sitio” o “en cuanto se largan me pongo a restregar bien la bañera”. Me da hasta risa. Bueno, a esas personas les digo “no sabéis lo que os perdéis”, porque una buena conversación con un buen vinito bien vale un par de bacterias extra en el plato de ducha. Tú les ofreces una cama con sábanas limpias y ellos a cambio ¡meten el mundo en tu casa!

7 cosas que te aportan tus visitas

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¿Qué hay de nuevo, viejo?

Te cuentan historias

Historias de sus vidas, de su trabajo… Te hacen pensar en tu propia situación o revisitarla desde otra perspectiva. Te obligan a relativizar lo tuyo. Alcanzas a comprender otras situaciones. Te divierten y te hacen reír con sus chistes. Te enriquecen con sus conclusiones. Y, fruto de esas charlas, terminas cuestionando tus lemas o consolidando tus decisiones.

Te llevan de viaje

Cuando vienen de otra ciudad o de otro país (probablemente es la razón por la que se quedan a dormir en tu casa) y llegan con un pedazo de queso de su tierra, con pimentón rojo o una botella de su vino favorito… te traen sabores de otros lugares y ni siquiera tienes que desplazarte. Bueno, y si tienes mucha suerte, ¡puede que hasta cocinen para ti!

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Eso… sigaaaamos dando vueltas eternamente a ese proyecto inconcluso

Comparten sus inquietudes y proyectos

Que si unas oposiciones, que si un libro, un gran viaje, un nuevo trabajo, una nueva casa, una nueva situación, un nuevo amor, un hijo… las posibilidades son infinitas y su charla siempre te invita y te inspira a revisar lo tuyo. A superarte, a atreverte a un poquito más o a darle un giro a tu trayectoria con ideas novedosas. En definitiva, amplían tus miras. Y es gratis.

Abren nuevos y refrescantes temas

Las conversaciones durante cenas y desayunos giran en torno a temas insospechados: constelaciones familiares, citas de Einstein, biodecodificación o la supermazana barcelonesaTe acercan a otras realidades, a otros momentos de tu vida o a otras maneras de vivirla. Compartes lo que tienes y recibes lo que ellas traen. Win-win.

Tus visitas rompen tu rutina…

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Qué hartita estaba ya del aerobic matutino

… pero no la rutina buena (esa que te hace bien y te ayuda a sobrellevar el día a día) sino la otra: la aburrida, la que es bueno romper de vez en cuando, para llenar nuestra vida de momentos excitantes y paseos memorables (aunque llueva). La que hace que un día no sea igual que el anterior, ni que el siguiente.

Estrechas lazos antiguos…

con tus amigos de antaño, de otros entornos, de otros países, de otros momentos de tu historia. Si vienen con niños, compruebas en ellos que es absolutamente increíble que vosotras esteis igual (no os engañéis), porque míralos a ellos ¡están irreconocibles! y constatas con ello el paso del tiempo. ¡Los tuviste en brazos cuando eran bebés y ahora pueden cogerte en brazos a ti!

Creas lazos nuevos

Sí. Porque a veces resulta que tus amigos vienen con otro amigo. O los amigos de tu pareja tras irse también lo serán tuyos. Personas semi desconocidas con las que solo tuviste contacto escrito hasta ahora, ocupan de repente tu sofá-cama cual viejos amigos. Desconocidos hoy, tus amigos mañana.

Las visitas son fantásticas y fíjate que hasta pueden terminar por inspirar… ¡tu próximo post!

Y sí. A veces hay daños físicos colaterales pero, tranquis amigas, que para nosotros el balance siempre es positivo, porque en lo que de verdad nos importa todo son ganancias.

¡Hasta la próxima! y muchas gracias por visitarnos. Nos encantó teneros aquí. 🙂

¿Y tú? ¿Disfrutas de tus visitas o te rrrrrrompe las bolas que invadan tu espacio vital?

Imágenes: Pixabay y GIPHY

Nuria Puig

Mi nombre es Nuria pero, donde vivo, tienden a llamarme Julia. He tirado la toalla y, si me llamas Julia, también me giraré. He trabajado en construcción y en educación pero lo que hace que me olvide de comer y de beber es: escribir. Voy por la vida con Gorro y a lo Loco

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10 comentarios

  1. Como no podía ser de otra manera me encantan las visitas.
    Cuando terminan siempre estoy más cerca de esa persona que antes de venir a mi casa y es es muy bueno no? porque las conversaciones después de la cena, cuando los niños ya se han ido a la cama son especiales ¿verdad?

    1. Pues sí!! Pero anda que no les cuesta irse a la cama precisamente cuando hay visitas!! Yo creo que es que se lo huelen… que lo bueno viene en cuanto se acuestan! 😉

  2. ¿Estás pidiendo a gritos que vaya a verte? ¿A qué sí? 😉
    A mi solo me incomodan las visitas que no saben cuando irse… Porque eso, también es un arte

    1. Cómo lo sabeeeeessss!!! Sí. Quiero. ¡Claro que quiero, Ruth! Y lo sabes 😉
      Hablamos de visitas. No dar fecha de salida sale de la categoría visitas…

  3. Viene como anillo al dedo, tu post, Núria. Ja ja ja. A mí también me encantan las visitas. Hacen la casa más cálida. Es una verdadera gozada ver niños por todas las habitaciones, sentarse a compratir historias y confidencias con unos y otras, reír, recordar, … En definitiva, compartir y hacer que por unas horas o unos días la bruma de la rutina se desvanezca.
    !Hasta pronto!

    1. ¡Imma! Me parece superpoético cómo lo has puesto en palabras: “hacer que por unas horas o unos días la bruma de la rutina se desvanezca.”
      Así es. Reír, recordar… niños por todas partes! jajajaja! Apetece mucho. 😉

  4. ¿Cuándo dices que podemos ir a verte? A mí también me gusta recibir visitas, la verdad. Veo más ventajas que inconvenientes 😉

    1. Anytime, guapetona!!
      Menos la semana que viene que me largooo!!! 😉

  5. Me encanta recibir visitas y me encanta visitar y sentirme tan bien recibida como cuando me quedo en tu casa ?
    Pero reconzco que a veces si es cierto que a los cuatro días las visitas suelen oler !!! ?

    1. Jaajajjaa!! Gracias.
      Sí. La fecha de salida ha de quedar clara de entrada. Si no ya no es una visita… 🙂

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