Ponerse en forma… sin excusas

Ya os conté que una de mis palabras favoritas es procrastinar, no sólo por su sonoridad, sino también por su significado… pero a veces me paso de procrastinadora y postergo en demasía mis objetivos ineludibles (tan ineludibles no han de ser cuando consigo darles esquinazo, diréis… y no os faltará razón). Uno de ellos es ponerme en forma y perder algo de peso, que ya hemos pasado Reyes y nos advirtió Pilar de que era el mejor momento para intentarlo. Sin ejercicio no hay éxito, seamos honestas ya de una vez. Y por ejercicio no me estoy refiriendo a apuntarse a la dieta del cucurucho… ya sabéis.

Ese oscuro objeto... ¿de tortura?
Ese oscuro objeto… ¿de tortura?

En fin, que aquí estamos mis kilos y yo, después de varios meses de inactividad forzosa, pensando qué demonios hacer para movernos juntos y así liberarnos de las cadenas que nos atan. Después de formar parte una temporada del #cojasteam de esta redacción con Patricia, veo que me ha tomado la delantera (por segunda vez, además, que ya me adelantó en lo de publicar libro) y se ha apuntado al gimnasio… y ¡con éxito! Me paro a pensar y me lo planteo… “venga, va, me apunto al gimnasio” me digo. En ese momento el angelito y el demonio que todos llevamos dentro, posados en mis hombros, empiezan a charlar entre ellos:

– ¡Ay! ¡qué bien! al gimnasio de nuevo, allí a sudar toxinas, a quemar grasas, a ponerme pivón… – dice mi demonio, con pose exuberante, como si de Jessica Rabbit se tratara.

– Pero… estás en el paro…- argumenta mi angelito- no puedes disponer de ese dinero ahora, hay que guardar por si acaso. Con que comas sano y un poco menos ya te llegará.

Este podría ser mi angelito...
Este podría ser mi angelito… con el pelo más corto

Y aunque le tengo que dar la razón en lo del dinero, pienso que este angelito no tiene ni puta idea, que comer sano/hacer ejercicio es un binomio indisoluble y que yo quiero hacer deporte porque a mis 37 le he cogido el gusanillo, que me ayuda a dejar la mente en blanco y liberar tensión.

– Entonces DEJA DE PONERTE EXCUSAS- me gritan ambos al mismo tiempo… vaya, para eso sí se han puesto de acuerdo.

Así que, parafraseando a Osmin Hernández, por lo visto entrenador de las estrellas, en aquel programa que poco duró, “la calle es mi gimnasio”. Y no es que me proponga subir y bajar las escaleras del metro como una loca (vivo en un sexto, eso ya puedo hacerlo en casa), sino que, como diría mi hijo, “tengo una idea”, idea que me viene rondando desde hace varios meses, mantenida a raya por mi yo procrastinador, que hoy se me ha vuelto a lanzar contra la cabeza al pasar por un parque mostoleño. Pero no he podido acometerla porque o bien estaba en el dique seco o bien me ha dado vergüenza, ahora os cuento por qué.

Ya me gustaría a mí correr por Sidney
Ya me gustaría a mí correr por Sidney

La primera parte de mi plan es sencilla: mi andadura, nunca mejor dicho, en esto del entreno comenzó corriendo por las aceras húmedas a las 6 de la mañana para luego pasar al parque si salía a mediodía, así que lo pienso seguir aprovechando. Tengo un parque enorme cerca de casa, apropiado para salir a correr (excepto por los perros sueltos, y no es que no ame a los perros… ¡es que me dan pánico!) con subidas y bajadas, cambios de terreno y bancos en los que apoyarte para hacer algún ejercicio y trabajar otras zonas del cuerpo. ¡Lo tiene todo!

Llegamos así a la segunda: ¿cómo ejercitar todo ese grupo de músculos que resulta tan fácil con las máquinas del gimnasio? Y aquí es donde viene la parte de la vergüenza. Vivo en un barrio residencial, joven y nuevo, a las afueras de un pueblo de la periferia de Madrid. Es un barrio tranquilo en el que aún nos faltan muchísimos servicios pero en el que se vive bien. Hace unos meses inauguraron una superficie lúdica bastante amplia en lo que antes era un descampado y pusieron dos parques infantiles (muy chulos y que son la jungla, así que procuro no pisarlos)… ya llego, es que me gusta dar vueltas… Junto a esos parques habilitaron lo que parece una pista de patinaje (no lo tengo claro porque se juega al balón, se monta en patinete… es un multiusos más bien) y al lado UN PARQUE DE EJERCICIOS PARA MAYORES (al fin llegué).

En compañía siempre es mejor
En compañía siempre es mejor

Seguro que sabéis de lo que os hablo, hace unos años comenzaron a proliferar y ahora están por todas partes. Pues bien, este gimnasio al aire libre es la hostia está fenomenal. Además de elíptica, un clásico en el que seguro que alguna vez veréis un abuelillo caminando hacia atrás, tiene máquina para ejercitar la espalda, los laterales, los cuádriceps… yo no había visto uno tan completo nunca. ¡Y a 5 minutos de casa! Si no lo uso es para matarme. He pensado acercarme un día para ver bien las “máquinas” y así poder idear una rutina para ponerme en forma, ahora sí, sin excusas.

Creo que lo único que me falta es un compañero de fatigas. ¿Alguien se apunta?

Let B. Díaz

Soy Leticia la mamá de Ojazos desde 2013, mujer desde 1978. Siempre corriendo y con mil cosas en la cabeza para hacer pero con poco tiempo para llevarlas a cabo. Escribo en Esto no es como me lo contaron y Las Letras de Let porque es lo que más me gusta hacer en el
mundo. Activa, habladora y comprometida, cabezota y risueña vivo en una permanente contradicción. Necesito contar las cosas que me pasan para que no se me enquisten en alma.

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5 comentarios

  1. Ay cómo me gustaría que fuéramos vecinas porque yo me apuntaba a correr contigo (o probar las máquinas) sin dudarlo!

  2. Es evidente que tienes todo a favor de obra: la calle, el parque, las máquinas de los abuelos a tu disposición..
    ¡Dejemos de procastinar y pongámonos a sudar, amiga!
    Esto podría ser un slogan o un mantra.. no sé..
    jejejejeje
    ¡Animo!

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