Hace poco tuve ocasión de acudir a Barcelona a un evento de concienciación sobre el cáncer de mama. Es una enfermedad que a mí me toca la fibra sensible, precisamente porque toca y toca a cualquiera. Una de cada ocho mujeres sufrirá un cáncer de mama en su vida, algunas con un buen pronóstico y otras acabarán dentro de las estadísticas del Cáncer de Mama Metastásico, la cuarta etapa, la menos investigada, la que no tiene cura. A mí me dan escalofríos. Vidas de mujeres jóvenes como mi valiente y poderosa Miriam Ruiz de Larrinaga que moría el año pasado para estas fechas. Un año ya sin ella, un año huérfanas.
Precisamente sobre esto de que el cáncer “toca” va la campaña de Geicam, el acento que lo cambia todo: el cáncer de mama puede convertirse en el cáncer de mamá en un momento.
Tócate mucho
Las mujeres nos deberíamos tocar más. No deberíamos tener miedo a conocer (y amar) nuestro cuerpo. Nos deberíamos tocar más en el sentido sexual de tocar pero también nos deberíamos tocar porque podemos detectar cosas de nuestra salud que pueden ser importantes. En el evento tuvimos ocasión de escuchar a la ginecóloga Roser Trilla que trabaja para Novartis Oncología, una doctora cuyo discurso me encantó. Fue al grano, nos explicó unas cuantas cosas súper interesantes y no se perdió en cosas filosóficas.
Lo primero y más importante que nos dijo: La técnica del avestruz de esconder debajo de la tierra la cabeza no sirve para nada. Cuanto antes descubramos las cosas, mejor pronóstico tiene todo. Así que cualquier anomalía y diferencia es mejor consultarla.
La recomendación de la doctora es establecer una rutina y autoexplorarse cada ciclo. Para ello, el mejor momento del ciclo es aproximadamente unos 7 días después de que haya bajado la regla. Este es el momento en que el pecho está menos inflamado y podremos palparlo mejor y percibir cualquier diferencia. La doctora nos indicó que la rutina no lleva más de cinco minutos y que podemos perfectamente hacerlo cuando estamos en la ducha.
Hay que tener en cuenta que el pecho comienza en la axila y baja, así que es desde arriba, donde están los ganglios, desde donde hay que comenzar la autoexploración.
¿Y qué tenemos que buscar? Cualquier cosa que nos resulte anormal. Diferencias de tamaño, bultos, bien sean grandes o pequeños, distintas temperaturas, más frío o más calor, el pezón que está anormalmente colocado… cualquier cosa que resulte distinto a lo habitual.
Este es un modelo hiperrealista que llevaron al evento. Si os fijáis en la parte de abajo se perciben a simple vista distintas ondulaciones que nos hacen sospechar. El pezón también tiene una hendidura y sobre todo está esa piel como de naranja en la parte superior de la areola. Además, si lo palpabas se notaban claramente unos bultos enormes, uno bajo el mismo pezón y otro en otra parte del pecho.
Así es como es un pecho normal, mucho más lisito y sin cosas raras. La verdad es que estos modelos anatómicos resultan utilísimos para saber cómo realizar el palpado. Como nos dijo la Dra. Trilla, lo importante no es la técnica, que cada uno tiene la suya, como ser muy sistemáticas y analizar todo el pecho sin saltarnos nada. Para ello podemos, por ejemplo, comenzar en la axila e ir bajando haciendo pequeños movimientos circulares en el sentido de las agujas del reloj. Así no nos saltaremos nada.
Hazte autoexploraciones, no te saltes tus citas médicas con tu ginecólogo y hazte mamografías y/o ecografías de pecho. El cáncer nos puede tocar, pero una detección precoz puede cambiar el pronóstico totalmente.