Obesidad y pobreza, una dolorosa relación

No, este no es otro post lleno de buenas intenciones y mejores consejos para que la obesidad no entre en tu vida, para que tu alimentación sea más equilibrada y por tanto más sana. Este es un post que habla realmente de la pobreza y de la relación tan real y tan dolorosa que existe entre pobreza y obesidad. ¿Qué pasa y sobre todo, por qué pasa?

Acceder a una alimentación sana y equilibrada no es fácil para todos, de hecho, en Estados Unidos ya lo han puesto por escrito y han comprobado a través de distintos estudios que los estadounidenses con mayor poder adquisitivo mantienen una dieta más saludable que los estadounidenses más pobres.

Y esto es así desde la más tierna infancia y se va consolidando según se van cumpliendo años, lo que lleva a una mayor tasa de obesidad entre las capas sociales económicamente más desfavorecidas.

pobreza y obesidad

¿Por qué se vinculan pobreza y obesidad?

Porque la comida es más que un plato en la mesa. Porque hablar de comida es también hablar de nutrición emocional y eso lo complica todo mucho.

¿A quién no le ha bombardeado alguna vez su hijo o hija con el deseo de comer comida chatarra por un día o productos (que no alimentos, que no es lo mismo) cargados de azúcar, sal o grasas porque un día es un día?

En Estados Unidos han comprobado mediante encuestas que no todos los niños recibían la misma respuesta de parte de sus padres y madres ante esa solicitud.

Las familias con ingresos más elevados suelen ser los que más frecuentemente frustran los deseos de sus hijos en este sentido, son los que más veces dicen “no” a comida chatarra o productos cargados de azúcar, sal o grasas.

Pero los padres y madres con ingresos más reducidos sí solían ceder más frecuentemente a estas decisiones porque esa comida también supone una nutrición emocional. Cuando no hay dinero para cosas incluso básicas, cuando el “no” es un hábito en una economía familiar, cuando además la comida chatarra tiene esos precios de derribo, satisfacer ese deseo de sus hijos era hacerles sentir felices aunque lleve implícito un perjuicio para la salud.

La desigualdad nutricional en Estados Unidos está relacionada de forma directa con la capacidad económica de las familias pero no solo en Estados Unidos, no hay más que extrapolar esos datos a otros países como por ejemplo España, no hay que irse más lejos para ver por las calles como pobreza y obesidad van demasiadas veces cogidas de la mano.

Vivir en una economía familiar más o menos desahogada afecta a nuestro acceso a alimentos saludables lo cual es muy importante pero también genera distintos significados a los alimentos o a las comidas y eso también debemos tenerlo en cuenta a la hora de abordar un problema tan complicado y peligroso como es el de la obesidad.

pobreza y obesidad

Obesidad y adicción a la comida

Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, desde 1980 se ha duplicado la prevalencia mundial de la obesidad. En España, por seguir con el entorno más cercano, casi el 40% de la población adulta tiene sobrepeso y de este porcentaje, un 23% padece de obesidad.

Es verdad que la adicción a la comida puede suponer para algunas personas una reacción muy parecida a la adicción a las sustancias alucinógenas, sobre todo cuando se ingieren alimentos con alto contenido en grasas o en azúcares refinados.

El estar preocupado por la comida a todas horas, comer de forma excesiva, perder el control sobre lo que se come, sentirse mal físicamente cuando se inicia un régimen o una dieta con reducción calórica, que se deteriore la vida social por culpa del sobrepeso, que se cronifique el trastorno en torno a la comida, son criterios que demuestran que hay un problema de adicción por la comida que debe ser tratado convenientemente por un profesional de la salud, la salud física pero también y quizás, sobre todo, la salud mental.

Obesidad y salud

Sabemos de sobra la mala relación que tiene la obesidad con la salud, son prácticamente incompatibles. La obesidad hace que sea más fácil que suframos a lo largo de nuestra vida diabetes, hipertensión o enfermedades cardiovasculares.

Pero la insatisfacción corporal, a menudo provocada por factores culturales y sociales, suele provocar con demasiada frecuencia, trastornos de la conducta alimentaria que no hacen más que acrecentar el problema desde distintos frentes.

Tratar de llevar un estilo de alimentación más equilibrada desde la infancia es uno de los mejores hábitos y aprendizajes que podemos dar a nuestros hijos y por supuesto a nosotras mismas, además es algo que nunca es tarde para empezar a poner en práctica. Siempre es un buen momento para empezar o aprender a comer mejor y para romper con mucho trabajo el vínculo que existe entre pobreza y obesidad.

Pilar Fonseca

Primero fui mujer, después periodista, luego esposa y ahora además de todo eso madre. Esto último me obligó a reorganizar todo lo anterior.
Me gusta escribir y comunicar.
Disfruto con un buen libro, una buena película, una buena serie, un buen viaje y una buena charla con amigos.
Podría alimentarme sólo de queso y chocolate acompañados de un buen vino, una que es mujer de gustos sencillos.

Artículos recomendados