Decorar la habitación de los niños no suele ser una cuestión pacífica ni una decisión que tomemos a la ligera. Y es que desde que te quedas embarazada y te bajas a comprar revistas de decoración para coger inspiración, hasta que se queda la habitación definitiva, que realmente le encaja, pueden haber pasado perfectamente veintipocos años, y casi el niño está ya en edad de independizarse y te manifiesta que el cuarto se lo lleva.
Como os decía, desde el embarazo soñamos con esos proyectos de decoración que nos encantan. Enseguida queremos una cuna convertible, porque nos convencemos a nosotros mismos que es súper útil, y que gastarnos mil y pico euros en la cuna, cómoda y cajonera con cambiador que luego se transforma en una “mini cama”, “mini escritorio” y mesita de noche es la mejor idea.
Pero no, amigas, en ningún momento se nos ocurrió pensar que igual teníamos un segundo hijo y que la cuna convertible, que es enorme y difícil de arreglar por las mañanas, iba a seguir siendo un armatoste enorme que te ocupa mucho espacio y que encima luego no te va a combinar con lo que necesite el otro hermano.
Así que te encuentras con una cuna convertible, en la que duerme ya el segundo de tus hijos, y el mayor que duerme en una cama de Ikea de esas pequeñas, que son tan monas y que te ha costado no llega a cien euros.
Y empiezan a crecer y empiezas a dudar: ¿duermen juntos o separados? ¿se molestarán al dormir? ¿Y cuando uno quiera estudiar y el otro quiera jugar? ¿O cuando vengan amigos de unos, cómo lo organizamos?
Ante estas cuestiones no hay respuesta unánime. Cada familia y cada hogar debe ver qué necesidades tiene, qué opciones puede barajar y con qué presupuesto cuenta para redecorar.
En nuestro caso concreto, disponemos de una casa con cuatro habitaciones, por lo que en un primer momento decidimos poner a cada niña en una habitación y organizarles su espacio personal a cada una, pero llegó un día que decidieron dormir juntas, así que como cada etapa llega a su fin, volvimos a juntarlas, dejando el otro cuarto para zona de juego y estudio para las niñas.
Una vez más, Ikea llega para salvarnos y facilitarnos la vida. Y compramos el escritorio Micke con dos sillas para que las niñas estudien, pero ahora piénsalo bien. ¿Van a estudiar codo con codo las dos?… ¡Error! Pero bueno, no pasa nada, siempre nos queda la opción de volverlas a separar y que cada una tenga en su cuarto: cama, escritorio, zona de juegos.
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Así que, después de varias idas y venidas, de buscar inspiraciones y de preguntar a mis amigas, he llegado a la conclusión de que las voy a mantener juntas mientras ellas quieran. Y que una cama nido, como la de la foto, hace que la habitación de dormir tenga más espacio durante el día, y por la noche sacarla no cuesta nada. La habitación queda ordenada, y mientras una estudia la otra puede jugar en la otra habitación o viceversa.
Y, si no, ya sabéis, siempre nos quedará la tienda sueca que nos saca de un apuro, aunque al final de la carrera nos hayamos gastado más dinero que si hubiéramos encargado a un diseñador de interiores la decoración de la habitación de los niños.
Y sí, siempre te quedará la cuna convertible para venderla en Wallapop.