Seguro que la mayoría de padres y madres a las que hiciéramos esta pregunta: “¿cuánto tiempo pasan tus hijos pegados a la pantalla?”, responderíamos que “demasiado tiempo”. Porque es verdad, no es solo una apreciación personal nuestra.
Según datos recogidos en Estados Unidos, en el año 2022, entre chicos y chicas menores de 18 años, más del 40% reconocía estar conectados a internet “casi constantemente”. Si restamos las horas de sueño, realmente están demasiado tiempo cada día pegados a la pantalla y ya sabemos que este hábito empieza a tener consecuencias.
Según una encuesta entre chicos y chicas estadounidenses menores de 18 años, más del 40% respondieron que "casi constantemente" estaban mirando al móvil o a la tablet cada día. Share on XTenemos hijos pegados a la pantalla: demasiado tiempo y demasiado pronto
Resulta que el primer smartphone cae en las manos de un niño, de media, cuando acaba de cumplir los 10 años según una de las empresas de marketing más importante a nivel mundial.
Al cabo de un año, cuando el menor haya cumplido los 11 años, seguramente ya tendrá cuatro o cinco cuentas distintas en las redes sociales aunque legalmente no puedan haberlo hecho. Pero claro, una cosa es la salud y otra las empresas, eso es así y los adultos lo sabemos, los niños sencillamente no, no lo saben y debemos contárselo nosotros.
La Organización Mundial de la Salud recomienda limitar el uso de las pantallas a los niños que no hayan cumplido los 5 años a una hora al día como mucho y no exponer a los bebés a las pantallas como mínimo durante su primer año de vida. Porque no les aportan nada positivo a su desarrollo, sino todo lo contrario.
En estas edades es cuando el cerebro del niño crece de manera más rápida que durante el resto de su vida y para que ese crecimiento sea completo, necesita de la interacción y el contacto directo con las personas. Por mucho que nos insistan con frases hechas y slogans bien diseñados, un dispositivo digital no le aporta nada a un bebé ni a un niño pequeño.
No todo es para todos
Además de lo ya visto, es que tampoco se puede dejar que los niños estén “casi continuamente” conectados entre otros aspectos porque no todo el contenido que encuentran en internet es apto para los niños.
Javier Urra señala que “hay que hacer un uso adecuado en tiempo y edad” y tiene toda la razón. Lo que puede entender un niño de 14 años quizás no sea adecuado que lo vea un niño de 7 años y hoy por hoy, sabemos que muchos niños están viendo lo que no deben y haciendo lo que no deberían tampoco, precisamente porque están “casi continuamente” conectados a internet.
Un menor puede llegar a obsesionarse con estar conectado y es algo más frecuente de lo que podemos creer. Si al indicarle que deje el smartphone, la tablet o el ordenador, el niño o la niña se siente mal y la necesidad de volver a utilizarlos hace que cambie su carácter o es incontrolable, podemos hablar de dependencia o adicción.
Precisamente hace unos meses, Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta, pidió disculpas a las familias de niños que se habían suicidado o que han tenido y tienen problemas de salud mental por su adicción a usar redes sociales de esta empresa como son Instagram y Facebook, además de Whatsapp.
Los necesarios límites
Para Javier Urra es innegable que los padres tienen que “saber que existe un tiempo para usar teléfonos o tablets pero también para hablar, para jugar, para estudiar, para escuchar música o para leer” y todas son positivas para el desarrollo de los niños y las niñas.
Es importante hablar con nuestros hijos e hijas sobre lo adictivas que son las pantallas porque realmente lo son. Los adultos nos damos cuenta de ello y aún así nos cuesta soltarlas muchas, demasiadas veces, pero los niños necesitan que les expliquemos por qué consiguen atraparles tanto y sobre todo, necesitan saber qué podemos hacer para no sentir esa necesidad constante de revisar el smartphone “casi constantemente.”
Según Jean Marie Twenge, profesora de Psicología de la Universidad Estatal de San Diego, en Estados Unidos, los alumnos de duodécimo grado se parecen más a los alumnos de octavo que lo que se parecían entre sí en generaciones anteriores y eso se debe fundamentalmente al abuso que hacen de las pantallas.
Es poco probable que salgan con sus amigos, conduzcan un vehículo o beban alcohol, según explica esta profesora, es mucho más probable que estos alumnos se tumben en la cama y naveguen durante horas por sus redes sociales. Aparentemente están más seguros porque están en casa pero a la larga, esto está afectando a su salud mental y cerebral, aún no sabemos como pero todo parece apuntar que no precisamente para bien.
Lo mismo te interesa…
- Escapadas en tren para toda la familia antes de que apriete el calor o después.
- Razones por las que tomar té a diario.
- Estos productos de bebé se han hecho un hueco en el neceser de muchas mujeres incluso sin haber sido mamás.