Ya no tienes disculpa. Has regresado al trabajo, los niños ya han vuelto al cole y tu vida casi ha asumido al cien por cien el ritmo que regirá durante los próximos nueve meses. Ahora llega el momento de borrar de tu cuerpo y mente cualquier vestigio del verano que te impida tomar con fuerzas, ganas y la mejor disposición posible los meses de invierno que se avecinan. En Mujeres y Madres Magazine vamos a ayudarte a hacerlo en unos sencillos pasos.
Mima tu pelo
El sol, el salitre, el cloro y lavados más frecuentes de lo habitual hacen del verano uno de los periodos del año en los que el pelo sufre más. Probablemente lo notes más seco y apagado, lo que exigirá una dosis extra de hidratación. Busca un champú específico para ello -hay muchos y de todos los precios- y asume que, aunque normalmente no lo hagas, en las próximas semanas a tu cabello no le vendría nada mal que te tomases un tiempo para aplicarle una mascarilla hidratante que, si tienes tiempo, puedes hacertela tú misma.
Visitar a tu peluquero, aunque sea para someterse a un “mantenimiento” básico –cortar y teñir, si es el caso-, es también una buena opción.
Recupera tu piel
Y si tu pelo sufre, ni te cuento lo que lo hace tu piel. En su caso, el primer paso es la exfoliación. Puedes encomendarte a productos pioneros y revolucionarios u optar por remedios caseros más asequibles para el rostro y el cuerpo.
Después será el momento de someterte a una hidratación profunda e integral. Hidratarse debería ser una rutina habitual en nuestro cuidado diario, pero no siempre es así. En el caso de que tú seas de las que siempre te justificas alegando no tener tiempo, trata de robárselo a cualquier otra tarea para, al menos, durante unos días, dedicar ese momento a aplicarte un body milk, un aceite corporal o algún ungüento elaborado en casa.
Pon a punto tu cuerpo
Reconozcámoslo, el verano es tiempo de excesos. Se nos ha ido la mano con la comida, se nos ha ido la mano también con la bebida y parafraseando el famoso eslogan de la DGT, “las imprudencias se pagan”. En el mejor de los casos, el balance de meses de desenfreno gastronómico se habrá saldado con un par de kilos de más. Si viviste el verano a golpe de fiesta gastronómica y pantagruélicas comidas familiares el balance será peor… Ahora no es momento de echarse las manos a la cabeza -¡que te quiten lo “bailao”!- pero sí debes tomar cartas en el asunto si no quieres llegar a las de por sí apetitosas fiestas navideñas con esos molestos inquilinos alrededor de tu cintura.
Salvo en casos extremos, no se trata de ponerse a dieta severa, pero sí de controlar un poco más lo que comemos. Probablemente, solo con retomar unos hábitos de alimentación saludable sera suficiente para eliminar ese sobrepeso adquirido. No prescindas de nada, pero trata de imponerte una dieta más equilibrada. Da igual que peques un día, lo importante es que, en el balance global, tu alimentación mejore. Así que date un capricho ocasional, pero no lo conviertas en norma. Si eres de las que siempre vas con prisas, planificar los menús te ayudará, porque te facilitará la compra, ahorrarás dinero y tendrás en casa los productos necesarios para hacer esos ricos y saludables platos con los que pretendes alimentarte.
El otro elemento de esta ecuación será el ejercicio. Si te gusta practicar deporte pero abandonaste tus hábitos durante el verano es momento de retomar esa rutina. Si de por sí no eres una persona demasiado activa opta por plantearte retos asequibles y asumibles. De nada sirve que te propongas ir al gimnasio cuatro veces a la semana si, al final, no solo no lo consigues sino que, además, acabas frustrada y enfadada contigo misma por no hacerlo. Analiza tu situación, tus preferencias, el tiempo de que dispones, se realista y opta por un propósito que realmente puedas cumplir sin gran presión.
Puedes optar por una rutina de ejercicios en casa. A través de la red puedes encontrar cientos de planes de trabajo adaptados al tiempo de qué dispones y a todo tipo de gustos -core, zumba, baile…- . Y si ni siquiera eso es para ti, trata al menos de desplazarte a pie en alguno de tus trayectos diarios, no coger el ascensor, bailar más, jugar con los niños en el parque…
El sueño no se acumula, el cansancio sí
Las vacaciones suelen asociarse con relax y descanso pero realmente, salvo momentos puntuales, el verano suele ser una etapa bastante exigente y que consume una buena parte de nuestra energía. Queremos aprovechar los días al máximo, los planes se multiplican y no queremos perder ni una sola oportunidad de disfrutar del buen tiempo, los niños, la familia, los amigos.. Al día le faltan horas y acabamos robándoselas al sueño.
Necesitarías unas vacaciones para recuperarte de las vacaciones ¿verdad? Pues no va a ser posible. Desgraciadamente, el cansancio se acumula, pero el sueño no, así que la única solución posible es, cuanto antes, imponerte la obligación de respetar las horas de sueño que necesitas hasta que tus biorritmos se recuperen.
Muchas veces pensamos que la falta de sueño solo provoca cansancio, pero es el culpable también de otros muchos rasgos de nuestra conducta: irritabilidad, falta de claridad en nuestro pensamiento, malhumor e, incluso, tristeza. Así que, si quieres afrontar los duros meses que se avecinan con garantías, dormir lo suficiente es imprescindible.
Rutinas, a mí
Aunque muchos las detesten y todos, en algún momento, maldigamos volver a ellas tras el verano, lo cierto es que las rutinas son las grandes aliadas de las familias con hijos. De hecho, incluso si no los tienes, seguro que en algún momento poner un poco de orden en tu vida después de un periodo tan caótico como el verano puede resultar hasta reconfortante. Lo importante de las rutinas es que no lleguen a asfixiarnos, dejar un mínimo hueco para la improvisación. A lo largo de todo el curso/temporada/periodo que va entre el final de las vacaciones y el inicio de las siguientes hay tiempo para todo, así que, de vez en cuando rompe con los horarios y, ya sea solo, en pareja o con los niños, busca ese plan que os haga trasgredir vuestro día a día.
Plantéate un proyecto
Septiembre -algunos lo prolongan hasta octubre- es, junto con enero, la época que la mayoría eligen para plantearse propósitos a largo plazo y además, justo aquellos que se nos resisten el resto de año. Cuando termine la vacaciones volveré al gimnasio, retomaré las clases de inglés, dejaré de fumar, comenzaré a ahorrar más dinero… Todo eso está muy bien pero, como explicaba cuando hablaba de esa necesidad de recuperar una vida más activa, si nuestras metas son demasiado ambiciosas y fracasamos acabamos sintiéndonos peor. ¿Por qué fijarnos retos que aluden precisamente a aspectos de nuestra vida que sabemos que resultan especialmente difíciles de abordar y en los que ya hemos desistido en otras ocasiones? Puestos a empezar algo nuevo, ¿por qué no hacerlo con un espíritu más positivo? Creo que resulta mucho más constructivo marcarnos un proyecto para los próximos meses. A nuestro ritmo, sin prisas ni ansias. Hace dos años, mi proyecto fue iniciarme en una práctica deportiva desconocida para mí, el kickboxing; el pasado acudí a unas clases de scrapbooking y este quiero formarme en temas de marketing on-line. Lo haré por enriquecerme y realmente motivada porque estoy afrontando algo que realmente me apetece, no por saldar una asignatura pendiente. Sí, ya sé lo que estás pensando, con la de gastos que tengo y tal y como están las cosas, estoy yo como para ponerme a gastar dinero a lo loco… Sabes lo que te digo, que ahora, a base de tutoriales y con la cantidad de recursos gratuitos que se pueden encontrar a través de la web, realmente no tienes disculpa.
Regala (te) tiempo
No hace falta que sea mucho. Nuevamente, cada uno tiene que saber hasta donde llegar, pero reserva unos minutos al día para ti misma. Y ves que no te sugiero que te “regales” un par de horas semanales -que sería estupendo-, pero aspira al menos a dedicarte un cuarto de hora a ti cada día y emplearlo en lo que realmente desees: lee, ve la tele, cocina algo por el gusto de cocinar, pinta, lee un cuento a tus hijos, tómate un café en esa cafetería que te encanta, medita, da un paseo o siéntate en el sofá y mira a un punto fijo de la pared con la mente en blanco… Da igual lo que sea, pero que te sirva para desconectar realmente del ritmo frenético que te rodea, que te permita conectarte de nuevo contigo misma.
Imágenes:Pixabay
Buenísimas ideas compañera!
Fallo un poco en lo de regalar-me tiempo, pero estamos en ello 😉
Hija mía! en eso fallamos todas, creo. Es curioso como uno de los efectos secundarios de la maternidad es que nosotras mismas nos ponemos siempre en un segundo plano. Y no solo de cara a nuestros hijos, sino también hacia nuestra pareja, nuestras necesidades, los gastos, el tiempo…
Me las apunto todas, todas. Yo ahora estoy en fase de propuestas deportivas porque madre mía, este verano no me he privado de nada…
Jajaja… Tres kilos… no digo más. Yo también me he tomado todas las licencias y ahora llegó el momento de cerrar la boca y mover el culo. 😉
Yo necesito poner en práctica todas y cada una de ellas.
Madre mía, he descubierto que soy un desastre con patas.
Anda ya!!!! No te creo! es solo un poco de fuerza de voluntad y ya sabes eso de que no se puede poner uno metas demasiado ambiciosas. Así que proponte cumplir dos de ellas y el resto ya llegará.
Necesito, como el aire que respiro, sentarme en el sofá y mirar un punto fijo de la pared con la mente en blanco. Gracias por recordármelo, Merak.
Sabré yo lo que tu necesitas… quien dice un punto fijo dice una mota de polvo en movimiento de esas que habitan en mi casa…
Las vacaciones no son ningún descanso, la verdad. A mi me gusta volver a la rutina! 🙂
Eres de las mías! Abogo por reclamar unas vacaciones de las vacaciones
Te leo y me relajo. Luego empiezo a darle vueltas al punto ese de que el sueño no se acumula pero el cansancio sí ¡y se me va el pensamiento zen! Creo que lo que tengo más fácil es ir a la peluquería y hacerme un tratamiento de cremitas corporales. El resto, a ver cómo lo afronto.
Pues afróntalo de uno en uno, que esa es la clave. Ya sabes eso que dicen de que “grandes velocidades, grandes catástrofes”, pues esto es igual “grandes expectativas, grandes fracasos”