Hace unos años se lió parda en esta magazine cuando dijimos que Viggo Mortensen es un reguleras, o sea, un hombre que sin ser perfecto de la muerte nos gusta más que comer con los dedos. Hubo quien puso el grito en el cielo porque no podía entender como algunas, entre las que me incluyo, decíamos que Viggo está bueno solo a veces. Y es que, en serio, y ahora hablo por mí, solo lo encuentro atractivo cuando está cubierto de roña épica.
Y es que, vale, dudar de lo tremendo que está Viggo cuando va de Aragorn por la vida casi parece un pecado mortal, pero cuando se lava… pierde a pasos agigantados. Y si no, para muestra un botón.
El concepto roña épica no es mío. Yo lo leí por primera vez en este post de porno para furcias (así lo llamaban las autoras) y es que, lo que es, es. Sólo lamento que no siga activo este blog porque era la risa más absoluta.
Nunca he visto un término tan bien elegido como éste que hoy quiero diseccionar. Porque ¿qué es la roña épica?
Como dice mi querida Merak, compañera de este magazine, la roña épica no tiene nada que ver con ese estado en el que llega tu paco cuando viene de irse a correr: sube con los pelos de la cabeza (muchos o pocos, ahí no entramos) chopados, la camiseta para escurrirse y con el alerón cantando La Traviata. Glamour, el justito. Tú, que lo ves con buenos ojos porque es tu santo, el padre de tus hijos… y pare usted de contar. El mismo aspecto lamentable de cuando tú vuelves de clase de zumba, dicho sea de paso, que aquí no se libra nadie. Pero es que es lo normal: tú te has ido a hacer deporte, a sudar y a cansarte, no a lucir palmito por la Tierra Media.
La roña épica es ese tipo de suciedad súper habitual en el cine y en la televisión con la que los actores ganan follabilidad a pasos agigantados, porque les ensucia pero no tiene pinta de oler mal. Es decir, que hace que dejen de parecer figurines pero sin el componente sudoroso y apestoso. No hablo del sudor en plan feromonas súper sexis de ven pacá que te pongo mirando a Cuenca, sino de ese tufillo de no haber pasado por el agua en una larga temporada. Sudor, barro, mierda del camino y de todo. Ese oloracho no tiene ninguna gracia, ningún sexappeal ni nada.
En las pelis los ensucian pero lo justito. Es como cuando tú ves a una actriz en la alfombra roja con pintas de no haber visto un peine ni de lejos y sabes que ese peinado-despeinado lleva mogollón de trabajo. Pues la roña épica lo mismo. Es un poco de desaliño por aquí y por allá, estratégicamente colocado.
Mira aquí a Jon Nieve (o si prefieres verlo en todo su esplendor lo puedes ver aquí, aunque te vas a comer un gran spoiler, aviso). PARECE desaliñado, pero cuanto más lo miras más claro te queda que ahí no hay nada casual. Sí, lleva una manta de Ikea sobre los hombros y nos puede. El pelo puede que parezca así, guarrete, pero la barba está perfectamente recortada y no lleva ninguna mancha destacable. Tú que eres madre, seamos serios, a veces sales más cochina de casa que ellos.
Estos hombres se supone que llevan yo que sé cuanto tiempo dando tumbos por el camino y en teoría no son demasiado fans de la higiene personal… pero están limpios, aseados y tienen la dentadura completa. Ya os digo yo que en la Edad Media ni una persona tenía la piñata tan estupenda. Es una roña así como de corchopán, más falsa que un billete de cuatro euros, pero que hace que saquen suspiros a su paso.
La roña épica: este cuasi filtro de Instagram que convierte a los hombres en seres muy apetecibles deberían hacerla extensible a la vida corriente. Brindo por ello.
Fotos: El Señor de los Anillos / Vikings / Juego de tronso /Outlander