¿Cómo mejorar el ambiente de trabajo?

Ya lo decía Loquillo: “No vine aquí para hacer amigos pero sabes que siempre puedes contar conmigo…”. Pues no, no vamos a trabajar cada día con el propósito de hacer amigos, pero ¡oye! teniendo en cuenta el tiempo que pasamos en nuestro lugar de trabajo, tener una buena relación con nuestros compañeros siempre ayuda a mejorar nuestra calidad de vida. Hoy os vamos a dar algunos consejos para mejorar el ambiente de trabajo.

ambiente de trabajo

Vamos a partir de dos situaciones básicas: que tengas algún mando o responsabilidad en la dirección del grupo y que, por lo tanto, puedas emprender acciones específicas; o bien que seas un simple “currito”, lo cual dejará fuera de tu alcance algunos aspectos de las relaciones profesionales, pero te permitirá mejorar otros.

Si eres “jefe”

Nadie nace jefe. Lo más probable es que antes de llegar a tener un puesto de responsabilidad con gente a tu cargo hayas pasado por otros escalones de la pirámide laboral. Y es precisamente esa experiencia, tu bien más preciado para gestionar al grupo. Tú mejor que nadie sabes lo que odiabas de tu jefe y cómo habrías deseado que este se comportase. Eres capaz de discernir las cualidades que valorabas como subordinado y cuales detestabas. Así que analiza tu experiencia y aplícala para mejorar la calidad de vida en tu entorno de trabajo.

Eso de los jefes-amigos es tan peligroso como los padres-amigos, así que no caigas en ese error. Puedes ser amigo de tus subordinados, pero asume que en algún momento tendrás que ser jefe y eso implica tomar decisiones que unas veces gustan y otras no. Si la amistad es sólida todos entenderán su rol.

Una cosa es dar un margen de confianza a tus empleados, abanderar una política de no intervención pero, insisto, como jefe hay que tomar decisiones e inhibirse de esta responsabilidad lejos de favorecer al grupo acaba enturbiándolo, pues en ocasiones hay litigios en los que una figura de autoridad ha de tomar partido. No se te valorará tanto por la decisión en sí como por el hecho de que tu criterio sea justo.

En un puesto de responsabilidad, que tu criterio sea respetado es fundamental. A ello contribuye que, como jefe, seas capaz de trasladar a los trabajadores unas directrices claras, que sepan a lo que atenerse y que seas capaz de recompensarlos, aunque sea verbalmente, cuando las siguen. Parece ridículo, pero una palmadita en la espalda, si es sincera, reconforta casi como un incentivo económico. Que si este último llega, bienvenido sea también.

Un buen jefe es aquel que suma, no que resta. Los mejores jefes exigen, pero también son los primeros en remangarse y meterse en faena. Un jefe capaz de “comerse” un marrón para liberar al grupo de él se ganará el respeto de por vida de sus trabajadores.

Y ahí llegamos a una de esas palabras claves… respeto. Ni temor, ni afecto ni nada de nada, la clave para que el ambiente de trabajo sea óptimo es el respeto entre compañeros, pero también recíproco entre mandos y subordinados.

La presión juega siempre en contra de una convivencia laboral armónica y no hay mayor estrés para cualquier trabajador de vivir con la certeza de que los defenestrarán al más mínimo error. Por eso, saber que tu jefe te respalda y que no te va a dejar en la estacada es fundamental para encarar tu trabajo y el día a día con una actitud más positiva.

Haz grupo. La competitividad en una empresa siempre la hace avanzar. Pero una cosa es la competitividad y otra la competencia y la rivalidad. Que los trabajadores se enzarcen en una guerra para destacar, a la larga, acaba siendo perjudicial. Por el contrario, fomentar el trabajo colaborativo, valorar su individualidad en la medida de que mejora el rendimiento del grupo, mejora notablemente las relaciones.

Una arenga, de vez en cuando, no está mal. Pero el exceso de discursos corporativistas acaba convirtiendo la ocasión en un trance previsible, tedioso y que, incluso, causa rechazo. Sobre todo si es siempre unidireccional: el jefe habla, el resto escucha. Por el contrario, dar pie a espacios de diálogo, de intercambio de ideas y visiones acerca del trabajo, puede ser un buen punto de partida para fortalecer al grupo.

Ofrecer espacios comunes en los que el grupo se pueda relacionar de forma distendida es una buena medida. También actividades en las que convivir lejos del estrés del día a día. Es cierto que no a todos los trabajadores les gusta participar en ellas, pero la mayoría acaban aceptándolas, sobre todo si no las ven como un acto institucional encorsetado.

No siempre será posible, pero trasladar algunas reuniones organizativas a entornos más distendidos, con unas cañas y unos pinchos de por medio, puede acarrear resultados sorprendentemente buenos.

Si eres uno más…

Yo no soy la más indicada para hablar. Mi visión del mundo laboral está distorsionada por una oficina de la que me he traído un marido, un compadre, una testigo de boda y algunas de mis mejores amigas… Así que sí, ya os digo desde hoy que, tras dos ERES y varios años de retrasos en las nóminas, si no fuese por esas personas fantásticas que tengo a mi alrededor probablemente ya lo habría mandado todo a freír puñetas.

Quizás no te veas retratada en mi ejemplo pero, tal y como yo lo veo, algunas de estas estrategias pueden ayudaros a mejorar el ambiente laboral.

Pasas buena parte de tu día rodeada de tus compañeros de trabajo, así que intenta relacionarte con ellos en positivo. Sí, algunos son unos auténticos capullos/as, pero estar siempre regocijándote en ello solo hará que los veas todavía más insufribles. Por el contrario, seguro que en el grupo hay muy buena gente que probablemente no vaya a convertirse en tus best friends forever, pero sí que puedas tomarte unas copas y echarte unas buenas risas.

Dicen que la música amansa a las fieras, pero lo que realmente las hace más dóciles y receptivas es la comida. Así que todo lo que sea reunirse en torno a mesa y mantel -por devoción, no por obligación- va a jugar en vuestro favor como grupo. En mi empresa siempre fuimos muy de celebrarlo todo: cumpleaños, santos, nacimientos, festividades varias. A la mínima se organizaba algo. Después llegó la crisis, se llevó por delante a tres cuartos de la plantilla, nos dejó con estrecheces económica y ciertamente el horno no estaba para bollos… Pero, a poco que las cosas se han estabilizado, y aunque no haya mucho que celebrar, hemos vuelto a la carga. Porque sí, porque seguimos ahí, porque seguimos luchando por mantener la empresa a flote, porque más allá de la competencia/incompetencia de los que toman las decisiones, nosotros somos un grupo de trabajo COJONUDO. Así que, una vez al trimestre, nos vamos de cena y nos tomamos unas copas, echamos unos bailes y despotricamos a base de bien.

A veces parece que el ambiente no es el más propicio, pero llega con que propongas planes para que la gente se anime. Una reunión, puede que incluso con las familias, un plan alternativo, una excursión o apuntaros al gimnasio o a clases de baile creará un vinculo que redundará positivamente en el trabajo.

Porque, como en las familias, de puertas para dentro podemos tener nuestras disputas, pero de cara al exterior somos una jauría que defiende a la manada.

Os voy a contar un secreto. Aunque no es políticamente correcto, he de confesar que tener un enemigo/rival/adversario común siempre ayuda a cohesionar el grupo. A poder ser, buscadlo fuera del departamento y tampoco os ensañéis demasiado, que no se trata de ser malas pécoras.

La solidaridad y la empatía afianzan las relaciones personales. Ya sé que al trabajo se va a trabajar, pero diez minutos de terapia de grupo ante la máquina de café pueden ser una auténtica catarsis. Hablar de las familias, de las mascotas, de los gustos, las aficiones nos humaniza y humaniza al de al lado y verlo como persona más allá de como compañero es el primer paso para fortalecer el vinculo.

Si lo haces con los amigos, ¿por qué no hacerlo con ellos? Intercambia, presta, dona, regala aquello que no necesites. La economía colaborativa estrecha las relaciones de grupo. ¡Anda que no habré intercambiado yo ropa de mis hijas con mis compañeras de trabajo! Y quien dice ropa, dice utensilios para mascotas, útiles escolares, libros…

Ahora te toca a ti. Cuéntanos tus trucos para mejorar tu ambiente en el trabajo.

María L. Fernández

Soy María Fernández. Mujer, madre, amante, amiga y periodista en permanente propiedad conmutativa. No sé vivir sin contar historias. Las mías, las tuyas, las de los demás. Nunca sabrás si voy o vengo, pero cuando te hablo ten la seguridad de que lo hago de forma honesta, porque no sé hacerlo de otra manera.

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